(abreviado como ucdm)
Lucrecia Gamboa
Dalcy Solís
Sindy Pessoa
Hazel Solís
Mike Maher
Un Curso de Milagros
UCDM – Repaso 5 – Lección 200
Lección 200
No hay más paz que la de Dios.
1. Deja de buscar. No hallarás otra paz que la de Dios. Acepta este hecho y te evitarás la agonía de sufrir aún más amargos desengaños o de verte invadido por una sombría desesperación y una gélida sensación de desesperanza y de duda. Deja de buscar. No hay nada más que puedas encontrar salvo la Paz de Dios, a no ser que lo que busques sea infelicidad y dolor.
2. Éste es el punto final al que en última instancia todo el mundo tiene que llegar para dejar a un lado toda esperanza de hallar felicidad allí donde no la hay; de ser salvado por lo que tan sólo puede causar dolor; y de hacer paz del caos, dicha del dolor y Cielo del infierno. No sigas tratando de ganar por medio de la pérdida ni de morir para vivir, pues no estarás sino buscando la derrota.
3. No obstante, con la misma facilidad puedes pedir amor, felicidad y vida eterna en una paz que no tiene fin. Pide esto y sólo puedes ganar. Pedir lo que ya tienes te lleva al éxito. Pedir que lo que es falso sea verdadero sólo puede conducir al fracaso. Perdónate a ti mismo tus vanas imaginaciones y no sigas buscando lo que no puedes encontrar. Pues ¿qué podría ser más absurdo que buscar el infierno una y otra vez cuando no tienes más que abrir los ojos y mirar para darte cuenta de que el Cielo se encuentra ante ti, allende el umbral de una puerta que se abre fácilmente dándote la bienvenida?
4. Regresa a casa. Jamás encontraste felicidad en lugares extraños ni en formas que te son ajenas y que no tienen ningún significado para ti, si bien trataste de hacer que lo tuvieran. No perteneces a este mundo. Aquí eres un extraño. Pero te ha sido dado encontrar los medios por los que el mundo deja de parecer una prisión o una cárcel para nadie.
5. Se te concede la libertad allí donde no veías más que cadenas y puertas de hierro. Mas si quieres hallar escapatoria tienes que cambiar de parecer con respecto al propósito del mundo. Permanecerás encadenado hasta que veas el mundo como un lugar bendito y liberes de tus errores a cada hermano y lo honres tal como es. Tú no lo creaste ni tampoco te creaste a ti mismo. Y al liberar a uno, el otro es aceptado tal como es.
6. ¿Qué función tiene el perdón? En realidad no tiene ninguna ni hace nada, pues en el Cielo se le desconoce. Es sólo en el infierno donde se le necesita y donde tiene una formidable función que desempeñar. ¿No es acaso un propósito loable ayudar al bienamado Hijo de Dios a escapar de los sueños de maldad, que aunque son sólo fabricaciones suyas, él cree que son reales? ¿Quién podría aspirar a más mientras parezca que hay que elegir entre el éxito y el fracaso, entre el amor y el miedo?
7. No hay más paz que la de Dios porque Él tiene un solo Hijo, que no puede construir un mundo en oposición a la Voluntad de su Padre o a la suya propia, la cual es la misma que la de Él. ¿Qué podría esperar encontrar en semejante mundo? No puede ser real, ya que nunca fue creado. ¿Es acaso ahí adonde iría en busca de paz? ¿O bien tiene que darse cuenta de que tal como él ve el mundo, éste sólo puede engañar? Puede aprender, no obstante, a verlo de otra manera y encontrar la Paz de Dios.
8. La paz es el puente que todos habrán de cruzar para dejar atrás este mundo. Mas se empieza a tener paz en él cuando se percibe de otra manera, y esta nueva percepción nos conduce hasta las puertas del Cielo y al camino que yace tras ellas. La paz es la respuesta a las metas conflictivas, a las jornadas insensatas, a las búsquedas vanas y frenéticas y a los empeños sin sentido. Ahora el camino es fácil, y nos conduce por una ligera pendiente hasta el puente donde la libertad yace dentro de la Paz de Dios.
9. No volvamos a perder el rumbo hoy. Nos dirigimos al Cielo y el camino es recto. Sólo si procuramos desviarnos podemos retrasarnos y perder el tiempo innecesariamente por escabrosas veredas. Dios es lo único seguro que existe y Él guiará nuestros pasos. No abandonará a Su Hijo en la necesidad ni permitirá que se aleje para siempre de su hogar. El Padre llama; el Hijo Le oirá. Y eso es todo lo que hay con respecto a lo que parece ser un mundo separado de Dios, en el que los cuerpos son reales.
10. Ahora reina el silencio. Deja de buscar. Has llegado allí donde el camino está alfombrado con las hojas de los falsos deseos que antes anhelabas, caídas ahora de los árboles de la desesperanza. Ahora se encuentran bajo tus pies. Y levantas la mirada y contemplas al Cielo con los ojos del cuerpo, que ahora sólo te van a servir por un instante más. Por fin la paz ha sido reconocida, y puedes sentir cómo su tierno abrazo envuelve tu corazón y tu mente con consuelo y amor.
11. Hoy no buscamos ídolos. La paz no se puede encontrar en ellos. La Paz de Dios es nuestra y no vamos a aceptar o querer nada más. ¡Que la paz sea con nosotros hoy! Pues hemos encontrado una manera sencilla y grata de abandonar el mundo de la ambigüedad y de reemplazar nuestros objetivos cambiantes por un solo propósito y nuestros sueños solitarios por compañerismo. Pues la paz es unión, si procede de Dios. Hemos abandonado toda búsqueda. Nos encontramos muy cerca de nuestro hogar y nos acercamos aún más a él cada vez que decimos:
No hay más paz que la de Dios, y estoy contento y agradecido de que así sea.
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