¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Repaso 5 – Lección 189

UCDM – Repaso 5 – Lección 189

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Repaso 5 – Lección 189

Lección 189

Siento el Amor de Dios dentro de mí ahora.

1. Hay una luz en ti que el mundo no puede percibir. Y con sus ojos no la podrás ver, pues estás cegado por él. No obstante, tienes ojos con los que poder verla. Está ahí para que la contemples. No se puso en ti para que se mantuviese oculta de tu vista. Esta luz es un reflejo del pensamiento con el que ahora vamos a practicar. Sentir el Amor de Dios dentro de ti es ver el mundo renovado, radiante de inocencia, lleno de esperanza y bendecido con perfecta caridad y amor.

2. ¿Quién podría sentir temor en un mundo así? Dicho mundo te da la bienvenida, se regocija de que hayas venido y te canta alabanzas mientras te mantiene a salvo de cualquier peligro o dolor. Te ofrece un hogar cálido y tranquilo en el que permanecer por un tiempo. Te bendice a lo largo del día y te cuida durante la noche, cual silencioso guardián de tu sueño santo. Ve en ti la salvación y protege la luz que mora en ti, en la que ve la suya propia. Te ofrece sus flores y su nieve como muestra de agradecimiento por tu benevolencia.

3. Éste es el mundo que el Amor de Dios revela. Es tan diferente del mundo que ves a través de los enturbiados ojos de la malicia y del miedo, que uno desmiente al otro. Sólo uno de ellos puede percibirse en absoluto. El otro no tiene ningún significado. A aquellos que ven surgir del ataque un mundo de odio listo para vengarse, asesinar y destruir, les resulta inconcebible la idea de un mundo en el que el perdón resplandece sobre todas las cosas y la paz ofrece su dulce luz a todo el mundo.

4. Sin embargo, el mundo del odio es igualmente invisible e inconcebible para aquellos que sienten dentro de sí el Amor de Dios. Su mundo refleja la quietud y la paz que refulge en ellos; la ternura y la inocencia que ven a su alrededor; la dicha con la que miran hacia fuera desde los inagotables manantiales de dicha en su interior. Contemplan lo que han sentido dentro de sí, y ven su inequívoco reflejo por todas partes.

5. ¿Cuál de esos dos mundos quieres ver? La decisión es tuya. Mas debes conocer la ley que rige toda visión y no dejar que tu mente la olvide: verás aquello que sientas en tu interior. Si el odio encuentra acogida en tu corazón, percibirás un mundo temible, atenazado cruelmente por los huesudos dedos y las afiladas garras de la muerte. Mas si sientes el Amor de Dios dentro de ti, contemplarás un mundo lleno de compasión y amor.

6. Hoy pasamos de largo las ilusiones según intentamos llegar hasta Lo que es verdad en nosotros y sentir Su infinita ternura, Su Amor que sabe que somos tan perfectos como Él Mismo y Su visión, el don que Su Amor nos ofrece. Hoy aprenderemos el camino, el cual es tan seguro como el Amor al que nos conduce. Pues Su sencillez nos protege de las trampas que las descabelladas complicaciones del aparente razonar del mundo tienen como propósito ocultar.

7. Haz simplemente esto: permanece muy quedo y deja a un lado todos los pensamientos acerca de lo que eres y de lo que Dios es; todos los conceptos que hayas aprendido acerca del mundo; todas las imágenes que tienes acerca de ti mismo. Vacía tu mente de todo lo que piensa que es verdadero o falso, bueno o malo; de todo pensamiento que considere digno, así como de todas las ideas de las que se siente avergonzada. No conserves nada. No traigas contigo ni un solo pensamiento que el pasado te haya enseñado ni ninguna creencia que hayas aprendido con anterioridad sobre cualquier cosa. Olvídate de este mundo, olvídate de este curso, y con las manos completamente vacías, ven a tu Dios.

8. ¿Acaso no es Él Quien sabe cómo llegar a ti? Tú no necesitas saber cómo llegar a Él. Tu papel consiste simplemente en permitir que todos los obstáculos que has interpuesto entre el Hijo y Dios el Padre sean eliminados silenciosamente para siempre. Dios hará lo que le corresponde hacer en gozosa e inmediata respuesta. Pide y recibirás. Mas no vengas con exigencias ni Le señales el camino por donde debe aparecer ante ti. La manera de llegar a Él es simplemente dejándole ser como es. Pues de esa forma se proclama también tu realidad.

9. Así pues, hoy no elegiremos el camino por el que vamos a Él. Pero sí elegimos dejar que Él venga a nosotros. Y con esta decisión descansamos. Su Amor se abrirá paso por su cuenta en nuestros aquietados corazones y en nuestras mentes abiertas. Es indudable que lo que no ha sido negado se encuentra ahí, si es que es verdad, y puede alcanzarse. Dios conoce a Su Hijo y sabe cómo llegar a él. No necesita que Su Hijo Le indique. A través de cada puerta abierta Su Amor refulge desde Su hogar en tu fuero interno e ilumina al mundo con inocencia.

10. Padre, no sabemos cómo llegar a Ti. Pero Te hemos llamado y Tú nos has contestado. No interferiremos. Los caminos de la salvación no son nuestros, pues te pertenecen a Ti. Y es a Ti a donde acudimos para encontrarlos. Nuestras manos están abiertas para recibir Tus dones. No tenemos ningún pensamiento que no pensemos Contigo ni abrigamos creencia alguna con respecto a lo que somos o a Quién nos creó. Tuyo es el camino que queremos hallar y seguir. Y sólo pedimos que Tu Voluntad, que también es la nuestra, se haga en nosotros y en el mundo para que éste pase a formar parte del Cielo. Amén.

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