Libro de Ejercicios – Tema 6 – Lección 274
Hoy nos llega una bendición especial de Aquel que es nuestro Padre. Dedícale este día y hoy no tendrás miedo, pues el día habrá sido consagrado al Amor.
Hoy nos llega una bendición especial de Aquel que es nuestro Padre. Dedícale este día y hoy no tendrás miedo, pues el día habrá sido consagrado al Amor.
Hay un lugar en ti en el que este mundo en su totalidad ha sido olvidado y en el que no quedan memorias de pecado ni de ilusiones. Hay un lugar en ti donde el tiempo ha desaparecido y donde se oyen ecos de la eternidad.
Padre, Tu Paz es mía. ¿Qué necesidad tengo de temer que algo pueda robarme lo que Tú has dispuesto sea mío para siempre? No puedo perder los dones que me has otorgado. Por lo tanto, la paz con la que agraciaste a Tu Hijo sigue conmigo en la quietud y en el eterno amor que Te profeso.
¿Crees acaso que la verdad puede ser tan sólo meras ilusiones? Las ilusiones son sueños precisamente porque no son verdad. El hecho de que la verdad esté ausente de todas ellas por igual es la base del milagro, lo cual quiere decir que has entendido que los sueños son sueños, y que escaparte de ellos depende, no del sueño en sí, sino de que despiertes.
Hoy pasamos de largo las ilusiones. Y si oímos a la tentación llamarnos, incitándonos a que nos quedemos y a que sigamos entreteniéndonos con un sueño, nos haremos a un lado y nos preguntaremos si nosotros, los Hijos de Dios, podríamos contentarnos con sueños cuando podemos elegir el Cielo con la misma facilidad que el infierno. Y el amor reemplazará gustosamente todo temor.
No condenes a tu salvador porque él crea ser un cuerpo. Pues más allá de sus sueños se encuentra su realidad. Pero antes de que pueda recordar lo que es, tiene que aprender que es un salvador. Y tiene que salvar a todo aquel que quiera ser salvado. Su felicidad depende de que te salve a ti.
Padre, la visión de Cristo es el camino que me conduce a Ti. Lo que Él contempla restaura Tu recuerdo en mí. Y eso es lo que elijo contemplar hoy.
¿Cómo no ibas a percibir como una liberación del sufrimiento darte cuenta de que eres libre? ¿Por qué no habrías de aclamar a la verdad en vez de considerarla un enemigo?
El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y, por medio de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo. Cristo se convierte en nuestros ojos hoy. Y mediante Su visión le ofrecemos curación al mundo por medio de Él, el santo Hijo que Dios creó íntegro; el santo Hijo a quien Dios creó como uno solo.
No hay tiempo, lugar ni estado del que Dios esté ausente. No hay nada que temer. Es imposible que se pudiera concebir una brecha en la Plenitud de Dios. La transigencia que la más insignificante y diminuta de las brechas representaría en Su Amor eterno es completamente imposible.
Hoy nuestra vista es ciertamente bendecida. Compartimos una sola visión cuando contemplamos la faz de Aquel Cuyo Ser es el nuestro. Somos uno por razón de Aquel que es el Hijo de Dios, Aquel que es nuestra Identidad.
Dios no pide nada, y Su Hijo, al igual que Él, no necesita pedir nada, pues no le falta nada. Un espacio vacío o una diminuta brecha, supondría una insuficiencia. Y sólo en esa condición podría él querer tener algo que no tiene. Un espacio donde Dios no se encuentra o una brecha entre Padre e Hijo no es la Voluntad de ninguno de Ellos, que prometieron ser Uno.