Libro de Ejercicios – Tema 6 – Lección 276
Padre, he hecho mía Tu Palabra. Y es Ésta la que les comunicaré a todos mis hermanos, quienes me fueron confiados para que los amara como parte de mí, tal como yo soy amado, bendecido y salvado por Ti.
Padre, he hecho mía Tu Palabra. Y es Ésta la que les comunicaré a todos mis hermanos, quienes me fueron confiados para que los amara como parte de mí, tal como yo soy amado, bendecido y salvado por Ti.
No busques fuera de ti mismo. Pues será en vano y llorarás cada vez que un ídolo se desmorone. El Cielo no se puede encontrar donde no está ni es posible hallar paz en ningún otro lugar excepto en él. Cuando clamas a Dios, ninguno de los ídolos que veneras te contestará en Su lugar.
Tu sanadora Voz protege hoy todas las cosas, por lo tanto, dejo todo en Tus Manos. No tengo que estar ansioso por nada. Pues Tu Voz me indicará qué hacer, adónde ir, con quién debo hablar y qué debo decirle; qué pensamientos debo albergar y qué palabras debo transmitir al mundo. La seguridad que ofrezco me es dada a mí. Padre, Tu Voz protege todas las cosas a través de mí.
En el perdón reside tu paz, pues en él radica el fin de la separación y del sueño de peligro y destrucción, de pecado y muerte, de locura y asesinato, así como de aflicción y pérdida. Éste es el “sacrificio” que pide la salvación y, a cambio de todo ello, gustosamente ofrece la paz.
Hoy nos llega una bendición especial de Aquel que es nuestro Padre. Dedícale este día y hoy no tendrás miedo, pues el día habrá sido consagrado al Amor.
Hay un lugar en ti en el que este mundo en su totalidad ha sido olvidado y en el que no quedan memorias de pecado ni de ilusiones. Hay un lugar en ti donde el tiempo ha desaparecido y donde se oyen ecos de la eternidad.
Padre, Tu Paz es mía. ¿Qué necesidad tengo de temer que algo pueda robarme lo que Tú has dispuesto sea mío para siempre? No puedo perder los dones que me has otorgado. Por lo tanto, la paz con la que agraciaste a Tu Hijo sigue conmigo en la quietud y en el eterno amor que Te profeso.
¿Crees acaso que la verdad puede ser tan sólo meras ilusiones? Las ilusiones son sueños precisamente porque no son verdad. El hecho de que la verdad esté ausente de todas ellas por igual es la base del milagro, lo cual quiere decir que has entendido que los sueños son sueños, y que escaparte de ellos depende, no del sueño en sí, sino de que despiertes.
Hoy pasamos de largo las ilusiones. Y si oímos a la tentación llamarnos, incitándonos a que nos quedemos y a que sigamos entreteniéndonos con un sueño, nos haremos a un lado y nos preguntaremos si nosotros, los Hijos de Dios, podríamos contentarnos con sueños cuando podemos elegir el Cielo con la misma facilidad que el infierno. Y el amor reemplazará gustosamente todo temor.
No condenes a tu salvador porque él crea ser un cuerpo. Pues más allá de sus sueños se encuentra su realidad. Pero antes de que pueda recordar lo que es, tiene que aprender que es un salvador. Y tiene que salvar a todo aquel que quiera ser salvado. Su felicidad depende de que te salve a ti.
Padre, la visión de Cristo es el camino que me conduce a Ti. Lo que Él contempla restaura Tu recuerdo en mí. Y eso es lo que elijo contemplar hoy.
¿Cómo no ibas a percibir como una liberación del sufrimiento darte cuenta de que eres libre? ¿Por qué no habrías de aclamar a la verdad en vez de considerarla un enemigo?