¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 27

27.VII. El soñador del sueño

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 27

VII. El soñador del sueño

Capítulo 27 – La curación del sueño

El soñador del sueño

1. Sufrir es poner énfasis en todo lo que el mundo ha hecho para hacerte daño. En esto puede verse claramente la versión descabellada que el mundo tiene de la salvación. Al igual que en un sueño de castigo en el que el soñador no es consciente de lo que provocó el ataque contra él, éste se ve a sí mismo atacado injustamente y por algo que no es él. Es la víctima de ese “algo”, una cosa externa a él, por la que no tiene por qué sentirse responsable en absoluto. Él debe ser inocente porque no sabe lo que hace, sino sólo lo que le hacen a él. Su ataque contra sí mismo, no obstante, aún es evidente, pues es él quien sufre. Y no puede escapar porque ve la causa de su sufrimiento fuera de sí mismo.

2. Ahora se te está mostrando que sí puedes escapar. Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es y no de la manera en que lo has urdido. ¿Qué otra manera podría haber de resolver un problema que en realidad es muy simple, pero que se ha envuelto en densas nubes de complicación, concebidas para que el problema siguiera sin resolverse? Sin las nubes, el problema se vería en toda su elemental simplicidad. La elección, entonces, no sería difícil porque una vez que el problema se ve claramente, resulta obvio que es Nadie tiene dificultad alguna en dejar que un problema sencillo sea resuelto si ve que le está haciendo daño y que se puede resolver fácilmente.

3. El “razonamiento” que da lugar al mundo, sobre el que descansa y mediante el cual se mantiene vigente es simplemente éste: “Tú eres la causa de lo que yo hago. Tu sola presencia justifica mi ira, y existes y piensas aparte de mí. Yo debo ser el inocente, ya que eres tú el que ataca. Y lo que me hace sufrir son tus ataques”. Todo el que examina este “razonamiento” exactamente como es se da cuenta de que es incongruente y de que no tiene sentido. Sin embargo, da la impresión de ser razonable, ya que ciertamente parece como si el mundo te estuviese hiriendo. Y así, no parece necesario buscar la causa más allá de lo obvio.

4. Pero ciertamente hay necesidad de ello. La necesidad de liberar al mundo de la condenación en la que se halla inmerso es algo que todos los que habitan en él comparten. Sin embargo, no reconocen esta necesidad común. Pues cada uno piensa que si desempeña su papel, la condenación del mundo recaería sobre él. Y esto es lo que percibe debe ser su papel en la liberación del mundo. La venganza tiene que tener un blanco. De lo contrario, el cuchillo del vengador se encontraría en sus propias manos, apuntando hacia sí mismo. Pues para poder ser la víctima de un ataque que él no eligió, tiene que ver el arma en las manos de otro. Y así, sufre por razón de las heridas que le infligió un cuchillo que él no estaba empuñando.

5. Ése es el propósito del mundo que ve. Y desde este punto de vista, el mundo provee los medios por los que dicho propósito parece alcanzarse. Los medios dan testimonio del propósito, pero no son de por sí la causa. Ni la causa puede cambiar porque se la vea separada de sus efectos. La causa produce los efectos, los cuales dan luego testimonio de ella, no de sí mismos. Mira, pues, más allá de los efectos. No es en ellos donde radica la causa del sufrimiento y del pecado. No centres tu atención en el sufrimiento ni en el pecado, ya que no son sino reflejos de lo que los causa.

6. El papel que desempeñas en el proceso de salvar al mundo de la condenación es la manera en que te escapas tú. Recuerda que el testigo del mundo del mal sólo puede hablar en favor de aquello que vio la necesidad del mal en el mundo. Y ahí es donde contemplaste tu culpabilidad por primera vez. El primer ataque contra ti mismo tuvo lugar cuando te separaste de tu hermano. Y de esto es de lo que el mundo da testimonio. No busques otra causa ni recurras a las poderosas legiones de sus testigos para des-hacerla. Ellos apoyan la fidelidad que la separación te exige. Y a lo que oculta la verdad no es adonde debes dirigirte a fin de encontrar la verdad.

7. Los testigos del pecado ocupan un reducido espacio. Y es ahí donde encuentras la causa de la perspectiva que tienes acerca del mundo. Hubo un tiempo en que no eras consciente de cuál era la causa de todo lo que el mundo parecía hacerte sin tú haberlo pedido o provocado. De lo único que estabas seguro era de que entre las numerosas causas que percibías como responsables de tu dolor y sufrimiento, tu culpabilidad no era una de Ni tampoco eran el dolor y el sufrimiento algo que tú mismo hubieses pedido en modo alguno. Así es como surgieron todas las ilusiones. El que las teje no se da cuenta de que es él mismo quien las urde ni cree que la realidad de éstas dependa de él. Cualquiera que sea su causa, es algo completamente ajeno a él y su mente no tiene nada que ver con lo que él percibe. No puede dudar de la realidad de sus sueños porque no se da cuenta del papel que él mismo desempeña en su fabricación y en hacer que parezcan reales.

8. Nadie puede despertar de un sueño que el mundo esté soñando por él. Pues en ese caso él se ha convertido en parte del sueño de otro. No puede elegir despertar de un sueño que él no urdió. Es la víctima impotente de un sueño concebido y preciado por otra mente, la cual no se preocupa por él en absoluto, y es tan indiferente a su paz y a su felicidad como lo es el tiempo o la hora del día. No lo ama, sino que caprichosamente lo obliga a desempeñar cualquier papel que satisfaga su sueño. Es tan poca su valía que él no es más que una sombra danzante, que sube y baja al compás de un guion disparatado concebido dentro del fútil sueño del

9. Ésta es la única imagen que puedes ver, la única opción que tienes ante ti, la otra posible causa si es que tú no eres el soñador de tus propios sueños. Y esto es lo que eliges cuando niegas que la causa del sufrimiento esté en tu mente. Alégrate de que lo esté, pues de esta manera tú eres el único que puede determinar tu destino en el tiempo. Las únicas alternativas que tienes ante ti son o bien una muerte durmiente y sueños de maldad por una parte o bien un feliz despertar y la alegría de la vida por otra.

10. ¿Qué otras alternativas tienes ante ti sino la vida o la muerte, despertar o dormir, la guerra o la paz, tus sueños o tu realidad? Existe el riesgo de pensar que la muerte te puede brindar paz porque el mundo equipara el cuerpo con el Ser que Dios creó. No obstante, una cosa jamás puede ser su propio opuesto. Y la muerte es lo opuesto a la paz porque es lo opuesto a la vida. Y la vida es paz. Despierta y olvida todos los pensamientos de muerte, y te darás cuenta de que ya gozas de la Paz de Dios. Sin embargo, si es cierto que realmente puedes elegir, tienes entonces que ver las causas de las cosas entre las que eliges exactamente como son y dónde se encuentran.

11. ¿Qué elección puede hacerse entre dos estados cuando sólo se reconoce claramente uno de ellos? ¿Quién es libre de elegir entre dos efectos si cree que sólo puede escoger uno de ellos? Una elección honesta nunca podría percibirse como una en la que la elección es entre un insignificante tú y un mundo enorme, cuyos sueños acerca de tu verdad son diferentes. La brecha que separa a la realidad de los sueños no se encuentra entre el sueño del mundo y lo que tú sueñas en secreto. Pues en ambos casos se trata del mismo sueño. El sueño del mundo no es sino una parte de tu propio sueño de la que te desprendiste y luego viste como si fuese el principio y el final del tuyo. No obstante, lo que dio comienzo al sueño del mundo fue tu propio sueño secreto, lo cual no percibes, si bien es lo que causó la parte que ves, de cuya realidad no dudas. ¿Cómo podrías dudar de ello si aún estás dormido, soñando en secreto que su causa es real?

12. Sueñas que tu hermano está separado de ti, que es un viejo enemigo, un asesino que te acecha en la noche y planea tu muerte, deseando además que sea lenta y atroz. Mas bajo este sueño yace otro, en el que tú te vuelves el asesino, el enemigo secreto, el sepultador y destructor de tu hermano así como del mundo. He aquí la causa del sufrimiento, la brecha entre tus míseros sueños y tu realidad. La pequeña grieta que ni siquiera ves, la cuna de las ilusiones y del miedo, el momento de terror y de un odio ancestral, el instante del desastre, están todos aquí. He aquí la causa de la irrealidad. Mas es aquí donde se des-hará.

13. Tú eres el soñador del mundo de los sueños. Éste no tiene ninguna otra causa ni la tendrá jamás. Todo lo que aterrorizó al Hijo de Dios y le hizo pensar que había perdido su inocencia, repudiado a su Padre y entrado en guerra consigo mismo no es más que un sueño fútil. Mas ese sueño es tan temible y tan real en apariencia, que él no podría despertar a la realidad sin verse inundado por el frío sudor del terror y sin dar gritos de pánico, a menos que un sueño más dulce precediese su despertar y permitiese que su mente se calmara para poder acoger—no temer—la Voz que con amor lo llama a despertar; un sueño más dulce en el que su sufrimiento cesa y en el que su hermano es su amigo. Dios dispuso que su despertar fuera dulce y jubiloso, y le proporcionó los medios para que pudiera despertar sin miedo.

14. Acepta el sueño que Él te dio en lugar del tuyo. No es difícil cambiar un sueño una vez que se ha identificado al soñador. Descansa en el Espíritu Santo y permite que Sus dulces sueños reemplacen a los que soñaste aterrorizado, temiéndole a la muerte. El Espíritu Santo te brinda sueños de perdón, en los que la elección no es entre quién es el asesino y quién la víctima. Los sueños que te ofrece no son de asesinatos ni de muerte. El sueño de culpabilidad está desapareciendo de tu vista, aunque tus ojos están cerrados. Una sonrisa ha venido a iluminar tu rostro durmiente. Duermes apaciblemente ahora, pues éstos son sueños felices.

15. Sueña dulcemente con tu hermano inocente, quien se une a ti en santa inocencia. Y el Mismo Señor de los Cielos despertará a Su Hijo bienamado de este sueño. Sueña con la bondad de tu hermano en vez de concentrarte en sus errores. Elige soñar con todas las atenciones que ha tenido contigo, en vez de contar todo el dolor que te ha ocasionado. Perdónale sus ilusiones y dale gracias por toda la ayuda que te ha prestado. Y no desprecies los muchos regalos que te ha hecho sólo porque en tus sueños él no sea perfecto. Él representa a su Padre, a Quien ves ofreciéndote tanto vida como muerte.

16. Hermano, lo único que Él da es vida. Sin embargo, los regalos que crees que tu hermano te ofrece representan los regalos que sueñas que tu Padre te hace a ti. Ve todos los regalos que tu hermano te hace a la luz de la caridad y bondad que se te ofrece. Y no dejes que ningún dolor perturbe tu sueño de profunda gratitud por los regalos que te hace.

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