(abreviado como ucdm)
Lucrecia Gamboa
Dalcy Solís
Sindy Pessoa
Hazel Solís
Mike Maher
Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 19
IV. Los obstáculos a la paz
Capítulo 19 – La consecución de la paz
Los obstáculos a la paz
1. A medida que la paz comience a extenderse desde lo más profundo de tu ser para abarcar a toda la Filiación y ofrecerle descanso, se topará con muchos obstáculos. Algunos de ellos los tratarás de imponer tú. Otros parecerán provenir de otras partes: de tus hermanos o de diversos aspectos del mundo externo. La paz, no obstante, los envolverá dulcemente a todos, extendiéndose más allá de ellos sin obstrucción alguna. La extensión del propósito del Espíritu Santo desde tu relación a otras personas para incluirlas amorosamente dentro de ella, es la manera en que Él armonizará medios y fin. La paz que Él ha depositado muy hondo dentro de ti y de tu hermano, se extenderá quedamente a cada aspecto de vuestras vidas, rodeándoos a ambos de radiante felicidad y con la sosegada certeza de que gozáis de absoluta protección. Y vosotros llevaréis su mensaje de amor, seguridad y libertad a todo aquel que se acerque a vuestro templo, donde la curación le espera. No tendréis que esperar para darle esto, pues lo llamaréis y él os responderá, reconociendo en vuestra llamada la Llamada a Dios. Y vosotros lo albergaréis y le daréis descanso tal como se os dio a vosotros.
2. Harás todo esto. Para lograrlo, no obstante, la paz que ya mora en lo más profundo de tu ser debe primero expandirse y transponer los obstáculos que situaste ante ella. Esto es lo que harás, pues nada que se emprenda con el Espíritu Santo queda inconcluso. No puedes estar seguro de nada de lo que ves fuera de ti, pero de esto sí puedes estar seguro: el Espíritu Santo te pide que le ofrezcas un lugar de reposo donde puedas descansar en Él. Él te contestó y entró a formar parte de vuestra relación. ¿No te gustaría corresponder a Su gracia y entablar una relación con Él? Pues fue Él Quien le confirió a tu relación el regalo de la santidad, sin la cual te habría resultado eternamente imposible apreciar a tu hermano.
3. Él sólo te pide que aceptes por Él la gratitud que le debes. Y cuando contemplas a tu hermano con tierna benevolencia, lo estás contemplando a Él. Pues estás mirando allí donde Él está, y no donde no está. No puedes ver al Espíritu Santo, pero puedes ver a tus hermanos correctamente. Y la luz en ellos te mostrará todo lo que necesites ver. Cuando la paz que mora en ti se haya extendido hasta abarcar a todo el mundo, la función del Espíritu Santo aquí se habrá consumado. ¿Qué necesidad habrá de ver entonces? Cuando Dios Mismo haya dado el paso final, el Espíritu Santo reunirá todas las gracias que le hayas dado y toda la gratitud que le hayas ofrecido, y las depositará dulcemente ante Su Creador en Nombre de Su santísimo Hijo. Y el Padre las aceptará en Su Nombre. ¿Qué necesidad hay de ver en presencia de Su Gratitud?
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