(abreviado como ucdm)
Lucrecia Gamboa
Dalcy Solís
Sindy Pessoa
Hazel Solís
Mike Maher
Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 18
V. El sueño feliz
Capítulo 18 – El final del sueño
El sueño feliz
1. Prepárate ahora para des-hacer lo que nunca tuvo lugar. Si ya entendieses la diferencia que existe entre la verdad y las ilusiones, la Expiación no tendría objeto. El instante santo, la relación santa, las enseñanzas del Espíritu Santo y todos los medios por los que se alcanza la salvación no tendrían ningún propósito. Pues todos ellos no son sino aspectos del plan cuyo fin es cambiar tus sueños de terror a sueños felices, desde los cuales puedas despertar fácilmente al Conocimiento. No te pongas a ti mismo a cargo de esto, pues no puedes distinguir entre lo que es un avance y lo que es un retroceso. Has considerado algunos de tus mayores avances como fracasos, y evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes triunfos.
2. Nunca solicites el instante santo después de haber tratado de eliminar por tu cuenta todo odio y temor de tu mente. Ésa es Su función. Nunca intentes pasar por alto tu culpabilidad antes de pedirle ayuda al Espíritu Santo. Ésa es Su función. Tu papel consiste únicamente en estar dispuesto, aunque sea mínimamente, a que Él elimine todo vestigio de odio y de temor, y a ser perdonado. Sobre tu poca fe, unida a Su entendimiento, Él establecerá tu papel en la Expiación y se asegurará de que lo cumplas sin ninguna dificultad. Y con Él construirás los peldaños, tallados en la sólida roca de la fe, que se elevarán hasta el Cielo. Y no serás tú el único que se valga de ellos para ascender hasta él.
3. A través de tu santa relación, renacida y bendecida en cada instante santo que tú no planees, miles de seres ascenderán hasta el Cielo junto contigo. ¿Puedes acaso planear tú eso? ¿O puedes prepararte a ti mismo para tal función? Sin embargo, es posible porque es la Voluntad de Dios. Y Él no va a cambiar de parecer al respecto. Tanto el propósito como los medios Le pertenecen. Tú has aceptado el propósito; los medios se te proveerán. Un propósito como éste es inconcebible sin los medios. Él proveerá los medios a todo aquel que comparta Su propósito.
4. Los sueños felices se vuelven reales, no porque sean sueños, sino únicamente porque son felices. Por lo tanto, no pueden sino ser amorosos. Su mensaje es: “Hágase Su Voluntad”, y no: “Quiero que sea de otra manera”. La sincronización de medios y propósito es una empresa que está más allá de tu entendimiento. Ni siquiera te has dado cuenta de que has aceptado el propósito del Espíritu Santo como tu propósito, y lo único que harías sería utilizar medios profanos para su logro. La poca fe que se necesitó para cambiar de propósito es todo lo que se requiere para aceptar los medios y para ponerlos en práctica.
5. No es un sueño amar a tu hermano como a ti mismo, ni tu relación santa es tampoco un sueño. Lo único que aún le queda del mundo de los sueños es que todavía es una relación especial. Mas le es muy útil al Espíritu Santo, Quien tiene una función especial aquí. Tu relación se convertirá en el sueño feliz a través del cual Él podrá derramar Su alegría sobre miles y miles de personas que creen que el amor es miedo y no felicidad. Deja que Él lleve a cabo la función que le asignó a tu relación al aceptarla en tu nombre, y no habrá nada que no contribuya a ella para que se convierta en lo que Él quiere que sea.
6. Cuando sientas que la santidad de tu relación se ve amenazada por algo, detente de inmediato y, a pesar del temor que puedas sentir, ofrécele al Espíritu Santo tu consentimiento para que Él cambie ese instante por el instante santo que preferirías tener. Él jamás dejará de complacer tu ruego. Pero no te olvides de que tu relación es una, por lo tanto, es inevitable que cualquier cosa que suponga una amenaza para la paz de uno sea asimismo una amenaza para la paz del otro. El poder de haberos unido a su bendición reside en el hecho de que ahora es imposible que tú o tu hermano podáis experimentar miedo por separado o intentar lidiar con él por vuestra cuenta. No pienses que eso es necesario o incluso posible. Pero de la misma manera en que es imposible, es imposible también que el instante santo le llegue a uno de vosotros y no al otro. Y os llegará a ambos a petición de cualquiera de los dos. 7. El que esté más cuerdo de los dos en el momento en que se perciba la amenaza, debe recordar cuán profundo es su endeudamiento con el otro y cuánta gratitud le debe, y alegrarse de poder pagar esa deuda brindando felicidad a ambos. Que recuerde esto y diga:
Deseo que éste sea un instante santo para mí, a fin de compartirlo con mi hermano, a quien amo.
Es imposible que se me pueda conceder a mí sin él o a él sin mí.
Pero nos es totalmente posible compartirlo ahora.
Elijo, por lo tanto, ofrecerle este instante al Espíritu Santo, para que Su bendición pueda descender sobre nosotros y mantenernos a los dos en paz.
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