¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 13

13.VI. Cómo encontrar el presente

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 13

VI. Cómo encontrar el presente

Capítulo 13 – El mundo inocente

Cómo encontrar el presente

1. Percibir verdaderamente es ser consciente de toda la realidad mediante la conciencia de tu propia realidad. Pero para que esto tenga lugar no debes ver ninguna ilusión, pues la realidad no da cabida a ningún error. Esto quiere decir percibir a tu hermano solamente como lo ves ahora. Su pasado no tiene realidad en el presente, por lo tanto, es imposible que lo puedas ver. Las reacciones que tuviste hacia tu hermano en el pasado tampoco están ahí, y si reaccionas ante ellas, no estarás sino viendo la imagen que hiciste de él, a la cual tienes en mayor estima que a él. Cuando pongas en duda las ilusiones, pregúntate si es realmente sensato percibir el pasado como si estuviera ocurriendo ahora. Si recuerdas el pasado cuando contemplas a tu hermano, no podrás percibir la realidad que está aquí ahora.

2. Consideras “natural” utilizar tus experiencias pasadas como punto de referencia desde el que juzgar el presente. Sin embargo, eso es antinatural porque es ilusorio. Cuando hayas aprendido a ver a todo el mundo sin hacer referencia alguna al pasado, ya sea el suyo o el tuyo según lo hayas percibido, podrás aprender de lo que ves ahora. Pues el pasado no puede arrojar sombras que obscurezcan el presente, a no ser que tengas miedo de la luz. Y sólo si tienes miedo de la luz elegirías dejar que la obscuridad te acompañase, y al tenerla en tu mente, verla como una nube negra que envuelve a tus hermanos y te impide ver su realidad.

3. Esta obscuridad se encuentra en ti. El Cristo, tal como se revela ante ti ahora, no tiene pasado, pues es inmutable, y en Su inmutabilidad radica tu liberación. Pues si Él es tal como fue creado, no puede haber culpa en Él. Ninguna nube de culpabilidad ha venido a ocultarlo, y Él se alza revelado en todo aquel con quien te encuentras porque lo ves a través de Él. Renacer es abandonar el pasado y contemplar el presente sin condenación. La nube que oculta al Hijo de Dios de tu vista es el pasado, y si quieres que lo pasado pasado sea, no debes verlo ahora. Si lo ves ahora en tus ilusiones, es que todavía no se ha apartado de ti, aunque no está aquí.

4. El tiempo puede liberar así como aprisionar, dependiendo de quién es la interpretación de éste que eliges usar. El pasado, el presente y el futuro no son estados continuos, a no ser que impongas continuidad en ellos. Puedes percibirlos como que son continuos y hacer que lo sean para ti. Pero no te engañes y luego creas que realmente lo son. Pues creer que la realidad es lo que a ti te gustaría que fuera, de acuerdo con el uso que haces de ella, es ilusorio. Quieres destruir la continuidad del tiempo dividiéndolo en pasado, presente y futuro para tus propios fines. Quieres prever el futuro basándote en tus experiencias pasadas y hacer planes de acuerdo con esas experiencias. Sin embargo, al hacer eso estás alineando el pasado con el futuro, y no estás permitiendo que el milagro, que podría intervenir entre ellos, te libere para que puedas renacer.

5. El milagro te permite ver a tu hermano libre de su pasado, y así percibirlo como que ha renacido. Sus errores se encuentran en el pasado, y al percibirlo sin ellos lo liberas. Y puesto que su pasado es también el tuyo, compartes esa liberación. No permitas que ninguna sombra tenebrosa de tu pasado lo oculte de tu vista, pues la verdad se encuentra solamente en el presente, y si la buscas ahí, la encontrarás. La has buscado donde no está, por lo tanto, no la has podido encontrar. Aprende, pues, a buscarla donde está, y ella alboreará ante los ojos que ven. Tu pasado fue engendrado con ira, y si te vales de él para atacar el presente, serás incapaz de ver la liberación que éste te ofrece.

6. Has dejado atrás los juicios y la condenación, y a no ser que los sigas arrastrando contigo, te darás cuenta de que te has liberado de ellos. Contempla amorosamente el presente, pues encierra lo único que es verdad eternamente. Toda curación reside en él porque su continuidad es real. El presente se expande hasta todos los aspectos de la Filiación simultáneamente, y esto permite que cada uno de ellos se pueda extender hasta los demás. El presente existe desde antes de que el tiempo diera comienzo y seguirá existiendo una vez que éste haya finalizado. En el presente se encuentran todas las cosas que son eternas, las cuales son una. La continuidad de esas cosas es intemporal y su comunicación jamás puede interrumpirse, pues no están separadas por el pasado. Sólo el pasado puede producir separación, pero el pasado no está en ninguna parte.

7. El presente te muestra a tus hermanos bajo una luz que te uniría a ellos y te liberaría del pasado. ¿Usarías, entonces, el pasado contra ellos? Pues si lo haces, estarás eligiendo permanecer en una obscuridad que no existe, y negándote a aceptar la luz que se te ofrece. Pues la luz de la visión perfecta se otorga libremente del mismo modo en que se recibe libremente, y sólo puede aceptarse sin limitaciones de ninguna clase. En el presente, la única dimensión del tiempo que es inmóvil e inalterable y donde no queda ni rastro de lo que fuiste, contemplas a Cristo e invocas a Sus testigos para que derramen su fulgor sobre ti por haberlos invocado. Esos testigos no negarán la verdad que mora en ti porque la buscaste en ellos y allí la encontraste.

8. El ahora es el momento de la salvación, pues en el ahora es cuando te liberas del tiempo. Extiéndeles tu mano a todos tus hermanos e infúndelos con el toque de Cristo. En tu eterna unión con ellos reside tu continuidad, ininterrumpida porque la compartes plenamente. El inocente Hijo de Dios es únicamente luz. En él no hay obscuridad, pues goza de plenitud. Exhorta a todos tus hermanos a que den testimonio de la plenitud del Hijo de Dios, del mismo modo en que yo te exhorto a que te unas a mí. Cada voz es parte del himno redentor: el himno de alegría y agradecimiento por la luz al Creador de la Luz. La santa luz que irradia desde el Hijo de Dios da testimonio de que la luz que hay en él procede de su Padre.

9. Irradia tu luz sobre tus hermanos en recuerdo de tu Creador, pues Lo recordarás a medida que invoques a los testigos de Su Creación. Aquellos que cures darán testimonio de tu curación, pues en su plenitud verás la tuya propia. Y a medida que tus himnos de alabanza y de alegría se eleven hasta tu Creador, Él te dará las gracias mediante Su inequívoca respuesta a tu llamada, pues es imposible que Su Hijo Lo llame y no reciba respuesta. La Llamada que te hace a ti es la misma que tú le haces a Él. Y lo que te contesta en Él es Su Paz.

10. Criatura de la Luz, no sabes que la luz está en ti. Sin embargo, la encontrarás a través de sus testigos, pues al haberles dado luz, ellos te la devolverán. Cada hermano que contemples en la luz hará que seas más consciente de tu propia luz. El amor siempre conduce al Amor. Los enfermos, que imploran amor, se sienten agradecidos por él, y en su alegría resplandecen con santo agradecimiento. Y eso es lo que te ofrecen a ti que les brindaste dicha. Son tus guías a la dicha, pues habiéndola recibido de ti desean conservarla. Los has establecido como guías a la paz, pues has hecho que ésta se manifieste en ellos. Y al verla, su belleza te llama a retornar a tu hogar.

11. Hay una luz que este mundo no puede dar. Mas tú puedes darla, tal como se te dio a ti. Y conforme la des, su resplandor te incitará a abandonar el mundo y a seguirla. Pues esta luz te atraerá como nada en este mundo lo puede hacer. Y desecharás este mundo y encontrarás otro. Ese otro mundo resplandece con el amor que tú le has dado. En él todo te recordará a tu Padre y a Su santo Hijo. La luz es ilimitada y se extiende por todo ese mundo con serena dicha. Todos aquellos que trajiste contigo resplandecerán sobre ti, y tú resplandecerás sobre ellos con gratitud porque te trajeron hasta aquí. Tu luz se unirá a la suya dando lugar a un poder tan irresistible que liberará de las tinieblas a los demás según tu mirada se pose sobre ellos.

12. Despertar en Cristo es obedecer las leyes del amor libremente como resultado del sereno reconocimiento de la verdad que encierran. Tienes que estar dispuesto a dejarte atraer por la luz, y la manera en que uno demuestra que está dispuesto es dando. Aquellos que aceptan tu amor están dispuestos a convertirse en los testigos del amor que tú les diste, y son ellos quienes te lo ofrecerán a ti. Cuando duermes estás solo y tu conciencia se limita a ti. Por eso es por lo que tienes pesadillas. Tus sueños son sueños de soledad porque tienes los ojos cerrados. No ves a tus hermanos, y en la obscuridad no puedes ver la luz que les diste.

13. Sin embargo, las leyes del amor no se suspenden porque tú estés dormido. Las has obedecido en todas tus pesadillas, y no has dejado de dar, pues no estabas solo. Aun en tus sueños Cristo te ha protegido, asegurándose de que el mundo real se encuentre ahí para ti cuando despiertes. Él ha dado por ti en tu nombre, y te ha dado los regalos que dio. El Hijo de Dios sigue siendo tan amoroso como su Padre. Al tener una relación de continuidad con su Padre, no tiene un pasado separado de Él. Por eso es por lo que jamás ha cesado de ser el testigo de su Padre ni el suyo propio. Aunque dormía, la visión de Cristo nunca lo abandonó. Y ésa es la razón de que pueda convocar a los testigos que le demuestran que él nunca estuvo dormido.

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