(abreviado como ucdm)
Lucrecia Gamboa
Dalcy Solís
Sindy Pessoa
Hazel Solís
Mike Maher
Un Curso de Milagros
UCDM – Psicoterapia – 2. El Proceso
V. El proceso de curación
2. El Proceso de la Psicoterapia
El proceso de curación
1. Aun cuando la verdad es simple, de todas maneras se les debe enseñar a aquellos que han perdido el rumbo en interminables laberintos de complejidad. Ésa es la gran ilusión. En su estela surge inevitablemente la creencia de que para estar a salvo uno debe controlar lo desconocido. Esta extraña creencia depende de ciertas pautas que nunca llegan hasta la conciencia. En primer lugar, se produce debido a la creencia de que existen fuerzas que se deben vencer para que uno pueda incluso estar vivo. Y luego parece como si esas fuerzas sólo se pudiesen mantener a raya mediante un inflado sentido de uno mismo que mantenga oculto lo que en realidad se siente, y procurando elevar las ilusiones a la luz.
2. Recordemos que los que acuden a nosotros en busca de ayuda están severamente atemorizados. Lo que creen que los ayudará, les hará daño; lo que creen que les hará daño es lo único que los puede ayudar. El progreso se vuelve imposible hasta que el paciente es persuadido para cambiar completamente su tergiversada manera de ver el mundo; su tergiversada manera de verse a sí mismo. La verdad es simple. No obstante, debe enseñarse a aquellos que creen que los pondría en peligro. Debe enseñarse a aquellos que atacan cuando se sienten amenazados y a aquellos que, por encima de todo, necesitan la lección de la indefensión para mostrarles lo que es la fortaleza.
3. Si este mundo fuera ideal, tal vez podría haber una terapia ideal. En un estado ideal, no obstante, la terapia no tendría ningún propósito. Hablamos de una enseñanza ideal en un mundo en el que el maestro perfecto no podría permanecer por mucho tiempo, y el perfecto psicoterapeuta es tan sólo el tenue destello de un pensamiento aún no concebido. De todas maneras, hablamos de lo que se puede hacer para ayudar a los dementes dentro de los límites de lo posible. Mientras estén enfermos, se les puede y se les debe ayudar. No se le pide más que eso a la psicoterapia ni es digno del terapeuta dar menos de todo lo que tiene para dar. Pues Dios Mismo le ofrece su hermano para que sea su Salvador del mundo.
4. La curación es santa. No hay nada más santo en este mundo que ayudar a alguien que pide ayuda. Este intento, aunque sea limitado, aunque carezca de sinceridad, lleva a ambos muy cerca de Dios. Donde dos se unen para lograr la curación, allí está Dios. Y Él ha garantizado que en verdad los escuchará y les responderá. Pueden estar seguros de que la curación es un proceso que Él dirige, porque se rige de acuerdo con Su Disponemos de Su Palabra para que nos guíe, mientras procuramos ayudar a nuestros hermanos. No olvidemos que por nosotros mismos no podemos hacer nada, y apoyémonos en una Fuerza que está más allá de nuestro limitado alcance con respecto a qué debemos enseñar y a qué debemos aprender.
5. Un hermano que busca ayuda puede brindarnos regalos que exceden en mucho lo más elevado que se pueda percibir en sueño alguno. Nos ofrece la salvación, pues viene a nosotros como Cristo y Salvador. Lo que pide, lo está pidiendo Dios a través de él. Y lo que hacemos por él, se convierte en el regalo que le hacemos a La sagrada petición de ayuda que el santo Hijo de Dios hace en su percibido infortunio, el Padre no puede dejar de contestarla. Él necesita, no obstante, una voz a través de la cual pronunciar Su santa Palabra; una mano con la que alcanzar a Su Hijo y tocar su corazón. En semejante proceso, ¿quién no se curaría? Esta interacción santa es el plan de Dios Mismo, por medio del cual Su Hijo es salvado.
6. Pues dos se han unido. Y ahora Dios cumple Sus promesas. Los límites impuestos tanto por el paciente como por el terapeuta ya no cuentan, pues la curación ha comenzado. Lo que ellos deben comenzar el Padre lo completará. Pues nunca ha pedido otra cosa que la más mínima muestra de buena voluntad, el más pequeño de los avances y el más leve susurro de Su Nombre. Pedir ayuda, en la forma que sea, es apelar a Él. Y Él enviará Su Respuesta a través del terapeuta que mejor pueda servir a Su Hijo en su actual necesidad. Tal vez la respuesta no parezca ser un regalo del Cielo. Puede incluso parecer un empeoramiento y no una ayuda. No obstante, no seamos nosotros quienes juzguemos el resultado.
7. En alguna parte todos los dones de Dios serán recibidos. En el tiempo ningún esfuerzo puede ser en vano. No se nos pide que seamos perfectos cuando intentamos curar. Ya nos hemos engañado si creemos que hay necesidad de curación. Y la verdad nos llegará sólo a través de alguien que parece compartir nuestro sueño de Ayudémosle a perdonarse a sí mismo por todas las transgresiones por las que se condenaría sin causa alguna. Su curación es la nuestra. Y según veamos su impecabilidad brillar a través del velo de culpa que cubre al Hijo de Dios, contemplaremos en él la faz de Cristo y comprenderemos que no es sino la nuestra.
8. Permanezcamos en silencio ante la Voluntad de Dios y hagamos lo que Ésta ha dispuesto que debemos hacer. Sólo hay una manera de llegar allí donde comenzaron todos los sueños. Y es ahí donde los dejaremos, para marcharnos en paz para siempre. Si oyes la petición de ayuda de un hermano, respóndele. Será a Dios a Quien respondes, pues Lo invocaste. No hay otra manera de oír Su Voz. No hay otra manera de buscar a Su No hay otra manera de encontrar tu Ser. La curación es santa, ya que el Hijo de Dios retorna al Cielo a través de su tierno abrazo. Pues la curación le dice, por medio de la Voz que habla por Dios, que todos sus pecados le han sido perdonados.
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