(abreviado como ucdm)
Lucrecia Gamboa
Dalcy Solís
Sindy Pessoa
Hazel Solís
Mike Maher
Un Curso de Milagros
UCDM – Repaso 3 – Lección 135
Lección 135
Si me defiendo he sido atacado.
1. ¿Quién se defendería a sí mismo a menos que creyera que ha sido atacado, que el ataque es real y que defendiéndose es como puede salvarse? En esto radica la insensatez de las defensas, las cuales otorgan absoluta “realidad” a las ilusiones y luego intentan lidiar con ellas como si fueran reales. Esto no hace sino añadir más ilusiones a las ilusiones, haciendo así que la corrección sea doblemente difícil. Y esto es lo que haces cuando tratas de planificar el futuro, reactivar el pasado u organizar el presente de acuerdo con tus deseos.
2. Actúas basándote en la creencia de que tienes que protegerte de lo que está ocurriendo porque encierra una amenaza para ti. Sentirte amenazado es admitir que existe en ti una debilidad inherente; es asimismo la creencia de que hay un peligro que tiene el poder de incitarte a buscar una defensa apropiada. El mundo está basado en esta creencia demente. Y todas sus estructuras, pensamientos y dudas, sus castigos y su pesado armamento, sus definiciones legales y sus códigos, su ética, sus líderes y sus dioses, no hacen sino perpetuar esta sensación de amenaza. Pues nadie andaría por el mundo cargando con una pesada armadura si no fuera porque el terror le encoge el corazón.
3. Las defensas son atemorizantes. Surgen del miedo, el cual se intensifica con cada defensa adicional. Crees que te ofrecen seguridad. Sin embargo, lo que hacen es proclamar que el miedo es real y que el terror está justificado. ¿No te parece extraño que al elaborar tus planes, reforzar tu armadura y afianzar tus cerrojos aún más, nunca te detienes a pensar qué es lo que estás defendiendo, cómo lo estás defendiendo y contra qué?
4. Examinemos en primer lugar qué es lo que defiendes. Debe ser algo muy débil y vulnerable. Debe ser algo que es presa fácil, incapaz de protegerse a sí mismo y que, por lo tanto, necesita que lo defiendas. ¿Qué otra cosa sino el cuerpo adolece de tal fragilidad que para proteger su insignificante vida es necesario prestarle un constante cuidado, y estar atento y sumamente preocupado por su bienestar? ¿Qué otra cosa sino el cuerpo flaquea y es incapaz de ser el digno anfitrión del Hijo de Dios?
5. Sin embargo, no es el cuerpo el que puede temer o ser algo temible. Las únicas necesidades que tiene son las que tú mismo le impones. No necesita complicadas estructuras que lo defiendan ni medicamentos para conservar la salud; ni cuidados ni que te preocupes por él en absoluto. Si defiendes su vida, le haces regalos para embellecerlo o construyes muros para su protección, estarás declarando que tu hogar está a merced del ladrón del tiempo, que es corruptible, que se está deteriorando y que es tan vulnerable que tienes que protegerlo con tu propia vida.
6. ¿No este cuadro aterrador? ¿Cómo puedes estar en paz con semejante concepto de tu hogar? Sin embargo, ¿qué otra cosa sino tus propias creencias dotó al cuerpo con el derecho de servirte de esta manera? Fue tu mente la que le asignó al cuerpo todas las funciones que percibes en él y la que fijó su valor muy por encima del pequeño montón de polvo y agua que realmente es. ¿Quién defendería semejante cosa si reconociera que eso es lo que es?
7. El cuerpo no necesita ninguna defensa. No podemos hacer suficiente hincapié en esto. El cuerpo se mantendrá fuerte y saludable si la mente no abusa de él asignándole funciones que no puede cumplir, propósitos que están fuera de su alcance y elevadas metas que no puede alcanzar. Tales intentos ridículos, aunque celosamente atesorados, son la fuente de los múltiples y dementes ataques a que lo sometes. Pues el cuerpo parece frustrar tus esperanzas, valores y sueños, así como no satisfacer tus necesidades.
8. El “ser” que necesita protección no es real. El cuerpo, que de por sí no tiene valor ni es merecedor de la más mínima defensa, sólo requiere que se le perciba como algo completamente ajeno a ti para convertirse en un instrumento saludable y útil por medio del cual la mente puede obrar hasta que deje de tener utilidad. Pues ¿quién querría conservarlo una vez que ha dejado de ser útil?
9. Defiende el cuerpo y habrás atacado a tu mente. Pues habrás visto en ella las debilidades, las limitaciones, las faltas y los defectos de los que crees que el cuerpo debe ser liberado. De este modo, no podrás ver a la mente como algo separado de las condiciones corporales. Y descargarás sobre el cuerpo todo el dolor que procede de concebir a la mente como frágil, limitada y separada de las demás mentes y de su Fuente.
10. Éstos son los pensamientos que necesitan curación, y una vez que hayan sido corregidos y reemplazados por la verdad, el cuerpo gozará de perfecta salud. La verdad es la única defensa real del cuerpo. Sin embargo, ¿recurres a ella para defenderlo? El tipo de protección que le ofreces no lo beneficia en absoluto, sino que añade más angustia a tu mente. Y no sólo no te curas, sino que eliminas toda esperanza de curación, pues no puedes ver dónde se deben depositar las esperanzas si es que éstas han de ser esperanzas fundadas.
11. La mente que ha sanado no planifica. Simplemente lleva a cabo los planes que recibe al escuchar a una Sabiduría que no es la suya. Espera hasta que se le indica lo que tiene que hacer, y luego procede a hacerlo. No depende de sí misma para nada, aunque confía en su capacidad para llevar a cabo los planes que se le asignaron. Descansa serena en la certeza de que ningún obstáculo puede impedir su avance hacia el logro de cualquier objetivo que sirva al plan mayor que se diseñó para el bien de todos.
12. La mente que ha sanado se ha liberado de la creencia de que tiene que planificar, si bien no puede saber cuál sería el mejor desenlace, los medios por los que se puede alcanzar ni cómo reconocer el problema que el plan tiene como propósito solucionar. La mente no podrá sino hacer un mal uso del cuerpo al trazar sus planes mientras no reconozca que esto es así. Mas cuando acepte que esto es verdad, sanará y dejará a un lado al cuerpo.
13. Forzar al cuerpo a que se amolde a los planes que una mente no curada traza para salvarse a sí misma es lo que hace que el cuerpo enferme. En tal caso, el cuerpo no es libre para ser un instrumento de ayuda en un plan que le ofrece mucha más protección de la que él podría prestarse a sí mismo y que por un corto tiempo requiere de sus servicios. Cuando se utiliza con este propósito, su salud está asegurada. Pues todo lo que la mente utilice para tal fin funcionará a la perfección y con la fortaleza que se le ha otorgado la cual no puede fallar.
14. Tal vez no sea fácil darse cuenta de que los planes que uno mismo inicia no son otra cosa que defensas, que tienen el mismo propósito para el que fueron concebidas todas las defensas. Estos planes constituyen los medios mediante los cuales una mente atemorizada intenta hacerse cargo de su propia protección a costa de la verdad. Esto se puede reconocer fácilmente en algunas de las formas que adopta este autoengaño, en las que la negación de la realidad es muy evidente. No obstante, rara vez se reconoce que hacer planes es en sí una defensa.
15. La mente que se dedica a hacer planes para sí misma está tratando de controlar acontecimientos futuros. No cree que se le proveerá de todo cuanto pueda necesitar, a menos que ella misma se haga cargo. El énfasis del tiempo es el futuro, el cual se debe controlar mediante el aprendizaje y la experiencia derivada de sucesos pasados y de las creencias previas. Dicha mente pasa por alto el presente, basándose en la idea de que el pasado le ha enseñado lo suficiente como para permitirle dirigir su futuro.
16. Por lo tanto, la mente que hace planes no permite ningún cambio. Lo que aprendió en el pasado se vuelve la base de sus futuras metas. Sus experiencias pasadas determinan su elección de lo que ha de suceder. Y no se da cuenta de que aquí y ahora se encuentra todo cuanto necesita para garantizar un futuro muy diferente del pasado, libre de la continuidad de las viejas ideas y de las creencias enfermizas. No hay ansiedad con respecto al porvenir, pues la confianza presente está a cargo de éste.
17. Las defensas son los planes que decides poner en marcha para atacar la verdad. Su objetivo es seleccionar aquello a lo que le das tu conformidad y descartar lo que consideras incompatible con lo que crees que es tu realidad. No obstante, lo que queda al final no tiene ningún significado. Pues tu realidad es la “amenaza” que tus defensas quieren atacar, ocultar, despedazar y crucificar.
18. ¿Qué no ibas a poder aceptar si supieras que todo cuanto sucede, todo acontecimiento, pasado, presente y por venir, es amorosamente planeado por Aquel Cuyo único propósito es tu bien? Tal vez has malentendido Su plan, pues Él nunca podría ocasionarte dolor. Mas tus defensas no te dejaron ver Su amorosa bendición iluminando cada paso que diste. Mientras hacías planes para la muerte, Él te conducía dulcemente hacia la vida eterna.
19. Tu presente confianza en Él es la defensa que te promete un futuro tranquilo, sin ningún vestigio de sufrimiento y lleno de un júbilo que es cada vez mayor, a medida que esta vida se vuelve un instante santo, ubicado en el tiempo, pero enfocado sólo en la inmortalidad. Si no permites que ninguna defensa, excepto tu presente confianza, dirija el futuro, esta vida se convertirá en un encuentro significativo con la verdad, que era lo que tus defensas querían ocultar.
20. Sin defensas, te conviertes en una luz que el Cielo, lleno de gratitud, reconoce como propia. Esa luz te conducirá por los caminos que se diseñaron para tu felicidad, de acuerdo con el plan ancestral que comenzó al nacer el tiempo. Tus seguidores unirán su luz a la tuya, y ésta aumentará hasta que el júbilo ilumine al mundo. Y nuestros hermanos gustosamente dejarán a un lado sus engorrosas defensas, que de nada les sirvieron y sólo les causaban terror.
21. Hoy anticiparemos ese momento llenos de confianza, pues esto es parte de lo que se planificó para nosotros. Descansaremos en la certeza de que se nos proveerá de todo cuanto podamos necesitar para lograr esto hoy. No haremos planes sobre cómo se va a lograr, sino que nos daremos cuenta de que nuestra indefensión es lo único que se requiere para que la verdad alboree con absoluta certeza en nuestras mentes.
22. Durante quince minutos, en dos ocasiones hoy, nos abstendremos de hacer planes sin sentido y de albergar pensamientos que le impidan la entrada a la verdad en nuestras mentes. Hoy recibiremos en lugar de planificar, de manera que podamos dar en vez de organizar. Y en verdad se nos da cuando decimos:
Si me defiendo he sido atacado. Mas en mi indefensión seré fuerte. Y descubriré lo que mis defensas ocultan.
23. Eso es todo. Si tienes que hacer planes, ya se te dirá cuáles deben ser. Puede que no sean los planes que tú creías que necesitabas hacer, ni las respuestas a los problemas a los que creías enfrentarte. Mas son las respuestas a otro tipo de pregunta, una a la que todavía no se le ha dado respuesta—si bien necesita ser contestada—hasta que por fin te llegue la Respuesta.
24. El propósito de todas tus defensas ha sido impedir que recibas lo que has de recibir hoy. Y con la luz y la dicha de la simple confianza, te preguntarás sorprendido cómo pudiste alguna vez pensar que tenías que defenderte de tu liberación. El Cielo no pide nada. Es el infierno el que exige extravagantes sacrificios. Hoy no estarás renunciando a nada durante estos momentos en los que, sin defensas, te presentas ante tu Creador tal como realmente eres.
25. Él se ha acordado de ti. Hoy nosotros nos acordaremos de Él. Pues ésta es la Pascua Florida de tu salvación. Y resurges de lo que parecía ser la muerte y la desesperanza. Ahora la luz de la esperanza renace en ti, pues vienes sin defensas a aprender cuál es tu papel en el plan de Dios. ¿Qué insignificantes planes o creencias mágicas pueden seguir teniendo valor una vez que has recibido tu función de la Voz que habla por Dios Mismo?
26. No trates de organizar este día según lo que crees que sería más beneficioso para ti. Pues no puedes ni concebir toda la felicidad que te llega sin que tú tengas que planificar nada. Aprende hoy, y todo el mundo se unirá a ti para dar este paso gigantesco y celebrar tu Pascua Florida contigo. Si en cualquier momento a lo largo del día adviertes que cosas pueriles e insignificantes parecen ponerte a la defensiva y tentarte a urdir planes, recuerda que éste es un día dedicado a un aprendizaje especial y reconócelo repitiendo lo siguiente:
Ésta es mi Pascua Florida. Y quiero conservarla santa. No me defenderé, pues el Hijo de Dios no necesita defensas contra la verdad de su realidad.
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