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Hacia la abolición del ejército en Costa Rica

      El militarismo en Costa Rica

      Autor Carlos Porras

      Relatos de Costa Rica

      Desde la independencia, en 1821, hasta el año 1900, en Costa Rica hubo diez golpes de Estado. En el Siglo XX, solamente dos presidentes fueron depuestos por la fuerza: Alfredo González Flores en 1917 y Teodoro Picado en 1948, pero hubo intentos de golpes armados contra don Cleto González Víquez en 1932 y la Junta de Gobierno de don Pepe Figueres en 1949. Tras la abolición del ejército, en 1948, el país debió hacer frente a dos invasiones golpistas, una en el mismo año 1948 y otra en 1955. Sin embargo, con la única excepción de la década comprendida entre 1860 y 1870, los militares no han tenido un peso protagónico en nuestra historia.
      Don Fernando Volio Jiménez, abogado constitucionalista, que fue Ministro de Educación y de Relaciones Exteriores, publicó, en 1984, un interesante ensayo titulado «El militarismo en Costa Rica», en el que hace un recuento del largo y difícil proceso histórico que fue necesario para mantener las armas fuera de la política.
      Curiosamente, declara que solamente dos militares (Francisco Morazán y Tomás Guardia) gobernaron Costa Rica en el Siglo XX, olvidando a Próspero Fernández Oreamuno, que era general, y a Bernardo Soto Alfaro, quien, por alguna razón, aparece en los retratos vestido de uniforme.
      En todo caso, en los últimos años del período de la Colonia, Costa Rica contaba solamente con veintinueve soldados en todo el país. Las famosas «guerras» que se mencionan al inicio de nuestra vida independiente, no pasaban de ser batallas de pocas horas entre vecinos armados con escopetas de caza. Pese a lo inestable que podía ser el ejercicio del poder, ningún gobernante consideró necesario establecer fuerzas armadas regulares. Los hombres eran mucho más útiles con una pala que con un rifle al hombro.
      La situación cambió cuando don Juanito Mora decidió combatir a los filibusteros de William Walker. Para la guerra de 1856, el gobierno estuvo autorizado a crear un ejército de nueve mil hombres, aunque, en la práctica, no llegaron a tres mil. Se compraron equipos y uniformes, se estableció una jerarquía y cuatro militares que lucharon contra los filibusteros (Máximo Blanco, Lorenzo Salazar, Tomás Guardia y Bernardo Soto), posteriormente acabaron teniendo un gran protagonismo en nuestra historia. Los dos últimos gobernaron el país, mientras que los dos primeros pusieron y quitaron presidentes durante diez años.
      La primera víctima, irónicamente, fue el propio don Juanito, derrocado en 1860. Tres años más tarde depusieron al Dr. Jesús Jiménez, para poner en su lugar al Dr. José María Castro Madriz, a quien también derrocaron para poner de nuevo a Jiménez.
      En su segunda administración, don Jesús Jiménez, quien tenía la extraña experiencia de haber sido quitado y puesto por los mismos militares, tuvo claro que la única manera de que Costa Rica rompiera la cadena de golpes de Estado y se encaminara por la ruta de la democracia y el derecho era reduciendo el poder del ejército y aumentando, en su lugar, la educación y la cultura. Con la ayuda de su ministro de guerra, don Eusebio Figueroa Oreamuno, logró destituir de sus cargos a Blanco y Salazar sin darles oportunidad de reacción. Paralelamente, junto con su otro ministro, don Julián Volio Llorente, estableció la educación pública gratuita y obligatoria.
      No tengo claro cuándo se empezó a decir que Costa Rica tiene más maestros que soldados, pero fue a partir del gobierno del Dr. Jesús Jiménez que el presupuesto de educación empezó a superar, con creces, el de seguridad. De hecho, la desaparición del ejército en Costa Rica empezó con el debilitamiento presupuestario de don Jesús Jiménez.

      Foto Fernando Volio Jiménez

      Fernando Volio Jiménez (1924-1996). Abogado Constitucionalista. Fundador de la Editorial Costa Rica. Ministro de Educación y de Relaciones Exteriores.

      Don Fernando Volio Jiménez, en su ensayo, tiene palabras elogiosas hacia don Jesús pero, quizá por discreción, omite mencionar que era su bisabuelo. Alberto Jiménez Oreamuno, hijo de don Jesús, era el padre de Arabela Jiménez Tinoco, la madre de don Fernando.
      Pese a su esfuerzo por sacar a los militares de la política y reducir el tamaño del ejército, don Jesús Jiménez Zamora sería derrocado por un golpe militar, esta vez orquestado por don Tomás Guardia Gutiérrez.
      En 1879, los reportes gubernamentales mencionaban que el ejército costarricense tenía dieciocho mil hombres en servicio activo y diez mil en reserva. Para 1887 se hablaba de cuarenta mil hombres. Esas cifras, aunque oficiales, son engañosas ya que, según el código militar de 1871, todos los hombres entre dieciocho y sesenta años de edad podían ser llamados a servir en el ejército.
      Durante la larga dictadura de Guardia, en todo caso, precisamente por su prolongado control personal, no surgieron dentro del ejército figuras destacadas. Floreció, en cambio, una generación de intelectuales jóvenes, totalmente alérgicos a las armas y los uniformes que, tras la muerte de Guardia fueron capaces de enrumbar el país por la ruta del Derecho, valiéndose de la Constitución que el propio Guardia había dejado.
      En su ensayo, don Fernando no se detiene en la dictadura de Federico Tinoco, ni el golpe del Bellavistazo de Manuel Castro Quesada en 1932, ni en el Cardonazo de 1949. Salta de una vez al conflicto armado de 1948 y señala que, pese a que los costarricenses se llevaron la amarga sorpresa de que el gobierno tenía vehículos militares pesados, el debilitamiento del ejército desde la época de don Jesús Jiménez, ochenta años atrás, fue lo que permitió que el movimiento armado de don Pepe derrocara al gobierno sin mayor dificultad. El ejército no había sido, durante largo tiempo, una institución importante en Costa Rica y, cuando fue abolido, el 1 de diciembre de 1948, nadie parecía que lo iba a echar de menos.
      Apenas unos días después de la abolición del ejército, el 10 de diciembre de 1948, el país debió hacer frente a una invasión calderonista procedente de Nicaragua. Un hecho similar ocurrió en enero de 1955 y, pese a que en esta segunda ocasión hubo enfrentamientos de importancia en Guanacaste y Ciudad Quesada, una vez pasada la emergencia, el país volvió a la calma sin que se considerara necesario reestablecer fuerzas armadas profesionales. La decisión de abolir el ejército, elevada a rango constitucional en 1949, había quedado definitivamente en firme.
      En 1965, un grupo de guardias civiles costarricenses realizó labores de construcción y ayuda humanitaria en República Dominicana. Esa ha sido la única vez que miembros de nuestra fuerza pública han trabajado fuera del territorio nacional.
      A finales de los años setenta, el gobierno de don Rodrigo Carazo Odio, por su apoyo a la causa sandinista, debió enfrentar una situación verdaderamente tensa con Anastasio Somoza Debayle. El ministro de Seguridad Pública, don Juan José Echeverría Brealey, envió guardias civiles a Venezuela para que fueran capacitados en manejo de equipo antiaéreo. Por esa época, se creó un cuerpo de reserva que llegó a ser objeto de investigaciones por parte de diputados de la Asamblea Legislativa.
      El ensayo de don Fernando Volio Jiménez fue escrito en 1984 y sus últimas páginas están llenas de preocupación por la seguridad de Costa Rica que, de muy diversas formas, se veía afectada por el conflicto centroamericano de aquella época.
      Afortunadamente el país continuó por la senda del Derecho y, en la actualidad, hablar de militarismo en Costa Rica es referirse a un tema verdaderamente muy antiguo.

      INSC: 2522.
      Libro: El militarismo en Costa Rica.
      Detalles: Fernando Volio Jiménez. Libro Libre. Costa Rica, 1985.

      Referencia: Mis libros con notas
      Título: El militarismo en Costa Rica
      Autor: Carlos Porras

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