(abreviado como ucdm)
Lucrecia Gamboa
Dalcy Solís
Sindy Pessoa
Hazel Solís
Mike Maher
Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 18
II. La base del sueño
Capítulo 18 – El final del sueño
La base del sueño
1. ¿No es acaso cierto que de los sueños surge un mundo que parece ser real? Mas examina lo que es ese mundo. Obviamente no es el mundo que viste antes de irte a dormir. Es más bien una distorsión de él, urdida exclusivamente en torno a lo que tú hubieses preferido que ocurriera. En él eres “libre” para reconstruir lo que parecía atacarte y convertirlo en un tributo a tu ego, que se indignó por el “ataque”. Ése no sería tu deseo a menos que no te identificases a ti mismo con él, que siempre se ve a sí mismo y, por lo tanto, a ti, como sometido a un constante ataque y sumamente vulnerable a él.
2. Los sueños son caóticos porque están regidos por tus deseos conflictivos, y así, lo que es verdad les trae sin cuidado. Son el mejor ejemplo de cómo se puede utilizar la percepción para substituir la verdad por ilusiones. Al despertar no los tomas en serio, pues el hecho de que la “realidad” se viola tan radicalmente en ellos resulta evidente. Sin embargo, son una manera de ver el mundo y de modificarlo para que se adapte mejor al ego. Son ejemplos impresionantes, tanto de la incapacidad del ego para tolerar la realidad, como del hecho de que tú estás dispuesto a cambiarla para su beneficio.
3. La diferencia entre lo que ves en sueños y lo que ves al despertar no te resulta inquietante. Reconoces que lo que ves al despertar se desvanece en los sueños. Al despertar, no obstante, no esperas que haya desaparecido. En los sueños eres tú quien determina todo. Las personas se convierten en lo que tú quieres que sean y hacen lo que tú les ordenas. No se te impone ningún límite en cuanto a las substituciones que puedes llevar a cabo. Por algún tiempo parece como si se te hubiese dado el mundo para que hicieses de él lo que se te antojase. No te das cuenta de que lo estás atacando y tratando de subyugar para que se avenga a tus deseos.
4. Los sueños son desahogos emocionales en el nivel de la percepción en los que literalmente profieres a gritos: “¡Quiero que las cosas sean como yo quiero!” Y aparentemente lo consigues. Mas los sueños son inseparables de su fuente. La ira y el miedo los envuelven, y en cualquier instante la ilusión de satisfacción puede ser invadida por la ilusión de terror. Pues el sueño de que tienes la capacidad de controlar la realidad y de substituirla por un mundo que prefieres es aterrador. Tus intentos de eliminar la realidad son terroríficos, pero no estás dispuesto a aceptar esto. Por lo tanto, lo substituyes con la fantasía de que la realidad es lo que es temible, y no lo que tú quieres hacer de ella. Y de este modo la culpa se vuelve real.
5. Los sueños te muestran que tienes el poder de construir un mundo a tu gusto, y que por el hecho de desearlo lo ves. Y mientras lo ves no dudas de su realidad. Mas he ahí un mundo, que aunque claramente existe sólo en tu mente, parece estar afuera. No reaccionas ante él como si tú mismo lo hubieras construido, ni te das cuenta de que las emociones que el sueño suscita no pueden sino proceder de ti. Los personajes del sueño y sus acciones parecen dar lugar al sueño. No te das cuenta de que eres tú el que los hace actuar por ti, ya que si fueras tú el que actuase, la culpa no recaería sobre ellos y la ilusión de satisfacción desaparecería. Estos hechos no son ambiguos en los sueños. Pareces despertar, y el sueño desaparece. Pero lo que no reconoces es que lo que dio origen al sueño no desapareció con él. Tu deseo de construir otro mundo que no es real sigue vivo en ti. Y pareces despertar a lo que no es sino otra forma de ese mismo mundo que viste en tus sueños. Estás soñando continuamente. Lo único que es diferente entre los sueños que tienes cuando duermes y los que tienes cuando estás despierto es la forma que adoptan, y eso es todo. Su contenido es el mismo. Constituyen tu protesta contra la realidad, y tu idea fija y demente de que la puedes cambiar. En los sueños que tienes mientras estás despierto, la relación especial ocupa un lugar especial. Es el medio con el que tratas de que los sueños que tienes mientras duermes se hagan realidad. Desde la relación especial no puedes despertar, ya que ésta representa tu resolución de mantenerte aferrado a la irrealidad y de impedirte a ti mismo despertar. Y mientras le otorgues más valor a estar dormido que a estar despierto, no querrás despertar.
6. El Espíritu Santo, siempre práctico en Su sabiduría, acepta tus sueños y los emplea en beneficio de tu despertar. Tú te habrías valido de ellos para seguir durmiendo. Dije anteriormente que el primer cambio que tiene que producirse antes de que los sueños desaparezcan, es que tus sueños de miedo se conviertan en sueños felices. Eso es lo que el Espíritu Santo hace en la relación especial. No la destruye ni te priva de ella. Pero sí la usa de manera diferente, a fin de ayudarte a que Su propósito se vuelva real para ti. Seguirás teniendo una relación especial, pero no será una fuente de dolor o de culpa, sino de dicha y liberación. No será sólo para ti, pues en eso reside su infortunio. De la misma manera en que su falta de santidad la mantiene como algo aparte, su estado de santidad la convierte en una ofrenda para todo el mundo.
7. Tu relación especial se convertirá en el medio de erradicar la culpabilidad en todos los que son bendecidos a través de ella. Será un sueño feliz, y uno que compartirás con todo aquel que se cruce en tu camino. La bendición que el Espíritu Santo ha derramado sobre tu relación santa se extenderá a través de ella. No creas que Él se ha olvidado de nadie en el propósito que te ha dado. Y no pienses que se ha olvidado de ti a quien Él dio el regalo. Él se vale de todo aquel que lo invoca como medio para la salvación de todos. Y los despertará a través de ti que le ofreciste tu relación a Él. ¡Si tan sólo reconocieses Su gratitud! ¡O la mía a través de la Suya! Pues estamos unidos en un solo propósito, al ser de un mismo sentir con Él.
8. No permitas que el sueño se apodere de ti y te haga cerrar los ojos. No es extraño que los sueños puedan dar lugar a un mundo irreal. Lo que sí es increíble es que tengas el deseo de hacer eso. Tu relación con tu hermano se ha convertido en una relación en la que ese deseo ha sido eliminado, pues su propósito ha sido trocado de uno de sueños a uno de verdad. Mas no estás seguro de esto porque piensas que quizá eso sea lo que es el sueño. Estás tan acostumbrado a elegir entre sueños, que no te das cuenta de que por fin has elegido entre la verdad y todas las ilusiones.
9. El Cielo, no obstante, es algo seguro. No es un sueño. Su llegada significa que has elegido la verdad, y que ésta ha llegado porque has estado dispuesto a permitir que tu relación especial satisfaga sus condiciones. El Espíritu Santo ha depositado dulcemente el mundo real en tu relación: el mundo de sueños felices, desde los cuales despertar es algo fácil y natural. Pues del mismo modo en que los sueños que tienes cuando estás dormido y los que tienes cuando estás despierto son una representación de los deseos que albergas en tu mente, así también el mundo real y la verdad del Cielo están unidos en la Voluntad de Dios. El sueño del despertar se convierte fácilmente en realidad. Pues ese sueño refleja tu voluntad unida a la Voluntad de Dios. Y lo que esta Voluntad dispone que se haga jamás ha dejado de hacerse.
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