¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 13

13.IV. La función del tiempo

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 13

IV. La función del tiempo

Capítulo 13 – El mundo inocente

La función del tiempo

1. Y ahora, la razón por la que tienes miedo de este curso debiera ser evidente. Pues éste es un curso acerca del amor, ya que es un curso acerca de ti. Se te ha dicho que tu función en este mundo es curar y que tu función en el Cielo es crear. El ego te enseña que tu función en la tierra es destruir y que no tienes ninguna función en el Cielo. Quiere, por lo tanto, destruirte aquí y enterrarte aquí, sin dejarte otra herencia que el polvo del que cree fuiste “creado”. Mientras el ego se encuentra razonablemente satisfecho contigo de acuerdo con sus razonamientos te ofrece el olvido. Cuando se torna abiertamente despiadado, te ofrece el infierno.

2. No obstante, ni el olvido ni el infierno te resultan tan inaceptables como el Cielo. Para ti, el Cielo es el infierno y el olvido, y crees que el verdadero cielo es la mayor amenaza que podrías experimentar. Pues el infierno y el olvido son ideas que tú mismo inventaste, y estás resuelto a demostrar su realidad para así establecer la tuya. Si se pone en duda su realidad crees que se pone en duda la tuya, pues crees que el ataque es tu realidad y que tu destrucción es la prueba final de que tenías razón.

3. Dadas las circunstancias, ¿no sería más deseable estar equivocado, aparte del hecho de que, en efecto, lo estás? Aunque tal vez se podría argumentar que la muerte indica que antes hubo vida, nadie sostendría que prueba que la vida existe. Incluso la vida previa a la que la muerte parece señalar habría sido inútil si tan sólo hubiera desembocado en la muerte y necesitara de ésta para probar que existió. Pones en duda el Cielo, pero no pones en duda la muerte. No obstante, podrías sanar y ser sanado si la pusieras en duda. Y aunque no sabes lo que es el Cielo, ¿no sería este más deseable que la muerte? Has sido tan selectivo con respecto a lo que pones en duda como con respecto a lo que percibes. Una mente receptiva es mucho más honesta que eso.

4. El ego tiene una extraña noción del tiempo, y ésa podría muy bien ser la primera de sus nociones que empiezas a poner en duda. Para el ego el pasado es importantísimo y, en última instancia, cree que es el único aspecto del tiempo que tiene significado. Recuerda que el hincapié que el ego hace en la culpa le permite asegurar su continuidad al hacer que el futuro sea igual que el pasado, eludiendo de esa manera el presente. La noción de pagar por el pasado en el futuro hace que el pasado se vuelva el factor determinante del futuro, convirtiéndolos así en un continuo sin la intervención del presente. Pues el ego considera que el presente es tan sólo una breve transición hacia el futuro, en la que lleva el pasado hasta el futuro al interpretar el presente en función del pasado.

5. El “ahora” no significa nada para el ego. El presente tan sólo le recuerda viejas heridas, y reacciona ante él como si fuera el pasado. El ego no puede tolerar que te liberes del pasado, y aunque éste ya pasó, el ego trata de proteger su propia imagen reaccionando como si todavía estuviera aquí. Dicta tus reacciones hacia aquellos con los que te encuentras en el presente tomando como punto de referencia el pasado, empañando así su realidad actual. De hecho, si sigues los dictados del ego, reaccionarás ante tu hermano como si se tratara de otra persona, y esto sin duda te impedirá conocerlo tal como es. Y recibirás mensajes de él basados en tu propio pasado porque al hacer que el pasado cobre realidad en el presente, no te permitirás a ti mismo dejarlo atrás. De este modo, tú mismo te niegas el mensaje de liberación que cada uno de tus hermanos te ofrece ahora.

6. De las sombrías figuras del pasado es precisamente de las que tienes que escapar. No son reales, y no pueden ejercer ningún dominio sobre ti a menos que las lleves contigo. Son las portadoras de las áreas de dolor que hay en tu mente, y te incitan a atacar en el presente como represalia por un pasado que ya no existe. Y esta decisión te acarreará dolor en el futuro. A menos que aprendas que todo el dolor que sufriste en el pasado fue una ilusión, estarás optando por un futuro de ilusiones y echando a perder las múltiples oportunidades que el presente te ofrece para liberarte. El ego quiere conservar tus pesadillas e impedir que despiertes y te des cuenta de que pertenecen al pasado. ¿Cómo podrías reconocer un encuentro santo si lo percibes simplemente como un encuentro con tu pasado? Pues en ese caso no te estarías reuniendo con nadie, y compartir la salvación, que es lo que hace que el encuentro sea santo, quedaría excluido de tu visión. El Espíritu Santo te enseña que siempre te encuentras contigo mismo, y el encuentro es santo porque tú lo eres. El ego te enseña que siempre te encuentras con tu pasado, y que debido a que tus sueños no fueron santos, el futuro tampoco lo será y el presente no tiene ningún significado.

7. Es evidente que la percepción que el Espíritu Santo tiene del tiempo es exactamente la opuesta a la del ego. La razón de ello es igualmente clara, pues la percepción que ambos tienen del propósito del tiempo es diametralmente opuesta. Para el Espíritu Santo el propósito del tiempo es que finalmente se haga innecesario. El Espíritu Santo considera que la función del tiempo es temporal, al estar únicamente al servicio de Su función docente que, por definición, es temporal. Hace hincapié, por lo tanto, en el único aspecto del tiempo que se puede extender hasta el infinito, ya que él ahora es lo que más se aproxima a la eternidad en este mundo. En la realidad del “ahora”, sin pasado ni futuro, es donde se puede empezar a apreciar lo que es la eternidad. Pues sólo el “ahora” está aquí, y sólo el “ahora” ofrece las oportunidades de los encuentros santos en los que se puede encontrar la salvación.

8. El ego, por otra parte, considera que la función del tiempo es extenderse a sí mismo en lugar de extender la eternidad, pues, al igual que el Espíritu Santo, el ego considera que el objetivo del tiempo es el mismo que el suyo. El único propósito que el ego percibe en el tiempo es que, bajo su dirección, haya continuidad entre pasado y futuro, y que el presente quede excluido a fin de que no se pueda abrir ninguna brecha en su propia continuidad. Su continuidad, por consiguiente, te mantiene en el tiempo, mientras que el Espíritu Santo quiere liberarte de él. La interpretación que el Espíritu Santo hace de los medios para alcanzar la salvación es la que tienes que aprender a aceptar si quieres compartir Su objetivo, que no es otro que tu salvación.

9. Tú también interpretarás la función del tiempo según interpretes la tuya. Si aceptas que tu función en el mundo del tiempo es curar, harás hincapié únicamente en el aspecto del tiempo en el que la curación puede tener lugar. La curación no se puede llevar a cabo en el pasado. Tiene que llevarse a cabo en el presente para así liberar el futuro. Esta interpretación vincula el futuro al presente, y extiende el presente en vez del pasado. Mas si crees que tu función es destruir, perderás de vista al presente y te aferrarás al pasado a fin de asegurar un futuro destructivo. Y el tiempo será tal como tú lo interpretes, pues, de por sí, no es nada.

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