¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Psicoterapia

3.II. ¿Es la psicoterapia una profesión?

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Psicoterapia – 3. La Práctica

II. ¿Es la psicoterapia una profesión?

3. La Práctica de la Psicoterapia

¿Es la psicoterapia una profesión?

1. Estrictamente hablando, la respuesta es no. ¿Cómo podría considerarse exclusiva una profesión que todo el mundo desempeña? ¿Qué límites podrían imponérsele a una interacción en la que cada quien es a la vez paciente y terapeuta en toda relación de la que forma parte? Sin embargo, desde un punto de vista práctico, se puede decir que hay algunas personas que se dedican fundamentalmente a alguna u otra forma de curación como su tarea principal. Y es a ellos a los que un gran número de personas acude en busca de ayuda. Ésa es, en efecto, la práctica de la terapia. Ellos son, por consiguiente, los ayudantes “oficiales”. Están dedicados a satisfacer ciertas clases de necesidad en sus actividades profesionales, aunque pueden ser maestros mucho más capaces fuera de ellas. No necesitan, evidentemente, pautas específicas, pero se les puede pedir que utilicen ciertas aplicaciones de los principios generales que rigen la curación.

2. En primer lugar, el terapeuta profesional se encuentra en una posición idónea para demostrar que no hay grados de dificultad en la curación. No obstante, para poder hacer esto necesita un adiestramiento especial, puesto que el aprendizaje mediante el cual se convirtió en terapeuta probablemente le enseñó poco o nada acerca de los verdaderos principios de la curación. De hecho, probablemente le enseñó cómo imposibilitarla. La mayoría de las enseñanzas del mundo siguen un programa de estudio en cómo juzgar, con miras a hacer del terapeuta un juez.

3. Mas aun de esto se puede valer el Espíritu Santo y lo hará a la menor invitación. El sanador no sanado puede ser arrogante, egoísta, indiferente e incluso deshonesto. Puede no estar interesado en la curación como su meta principal. Pero algo le sucedió, no importa cuán leve pudo haber sido—ni cuán equivocada la dirección que pudo haber elegido—cuando decidió ser un sanador. Ese “algo” es suficiente. Tarde o temprano ese algo despuntará y crecerá: un paciente tocará su corazón y el terapeuta silenciosamente le pedirá ayuda. Ha encontrado un terapeuta para sí mismo. Le ha pedido al Espíritu Santo que entre en la relación y la sane. Ha aceptado la Expiación para sí mismo.

4. Se dice que Dios contempló todo lo que había creado y lo declaró bueno. No, Él lo declaró perfecto y así fue. Y dado que Sus Creaciones no cambian y son eternas, así es ahora. Sin embargo, es imposible que exista un terapeuta perfecto o un perfecto paciente. Ambos han tenido que negar su perfección, pues la misma necesidad que uno tiene por el otro implica un sentido de carencia. Una relación de uno-a-uno no es la Relación Una. No obstante, es el medio de retorno: el camino que Dios eligió para el regreso de Su Hijo. En este extraño sueño debe adentrarse una extraña corrección, pues sólo eso es la llamada a despertar. ¿Y qué otra cosa, si no, debe ser la terapia? Despierta y regocíjate, pues todos tus pecados te han sido perdonados. Éste es el único mensaje que dos personas deberían siempre darse la una a la otra.

5. Algo bueno debe resultar de todo encuentro entre paciente y terapeuta. Y ese algo bueno se salvaguarda para los dos, hasta el día en que ambos puedan reconocer que sólo eso fue real en su relación. En ese momento se les devuelve, bendecido por el Espíritu Santo, como un regalo de parte de su Creador y como muestra de Su Pues la relación terapéutica debe llegar a ser como la relación entre el Padre y el Hijo. No hay otra porque no hay nada más. Los terapeutas de este mundo no esperan ese resultado, y muchos de sus pacientes serían incapaces de aceptar su ayuda si ése fuera el caso. No obstante, ningún terapeuta establece realmente el objetivo de las relaciones de las que forma parte. Su comprensión comienza con este reconocimiento y se profundiza a partir ahí.

6. En el instante en que el terapeuta se olvida de juzgar al paciente es cuando tiene lugar la curación. Algunas relaciones jamás llegan a ese punto, aun cuando tanto paciente como terapeuta puedan cambiar de sueños en el Sin embargo, el sueño no será el mismo para ambos y, por ende, no es el sueño de perdón en el que ambos despertarán algún día. Lo bueno se salvaguarda, de hecho, se atesora. Pero es poco el tiempo que se ahorra. Los nuevos sueños perderán su atracción temporal y se convertirán en sueños de miedo, que es el contenido de todos los sueños. No obstante, ningún paciente puede aceptar más de lo que está listo para recibir, y ningún terapeuta puede ofrecer más de lo que cree tener. Por lo tanto, hay un lugar para todas las relaciones de este mundo, y aportarán tanto bien como cada una pueda aceptar y utilizar.

7. De todos modos, la curación tiene lugar cuando cesa todo juicio, porque sólo entonces se puede entender que no hay grados de dificultad en la curación. Este entendimiento es crucial para el sanador sanado. Ha aprendido que no es más difícil despertar a un hermano de un sueño que de otro. Ningún terapeuta profesional puede mantener este entendimiento todo el tiempo en su mente y ofrecerlo a todo el que acude a él. Hay algunos en este mundo que casi lo han logrado, pero no han aceptado el regalo del todo para de este modo poder permanecer aquí y dejar que su comprensión permanezca en la tierra hasta el final de los tiempos. Realmente no se les debe llamar terapeutas profesionales. Son los Santos de Dios. Son los Salvadores del mundo. Su imagen ha de permanecer porque así lo eligieron. Ocupan el lugar de otras imágenes y su ayuda llega en forma de tiernos sueños.

8. Una vez que el terapeuta profesional se ha dado cuenta de que las mentes están unidas, puede también reconocer que el concepto de grados de dificultad en la curación no tiene sentido. No obstante, mucho antes de llegar a este entendimiento en el tiempo, puede encaminarse en dirección a él. Y son muchos los instantes santos que pueden ser suyos a lo largo del camino. Una meta marca el final de una jornada, no el comienzo, y según una meta se alcanza, otra puede vislumbrarse más adelante. La mayoría de los terapeutas profesionales apenas se encuentran al comienzo de la fase inicial de la primera jornada. Incluso aquellos que han comenzado a comprender lo que deben hacer pueden aún oponerse a dar el primer paso. Sin embargo, todas las leyes de la curación pueden ser suyas en un solo instante. La jornada no es larga, excepto en sueños.

9. El terapeuta profesional posee una ventaja que puede ahorrarle una enorme cantidad de tiempo si la usa Ha elegido una senda en la que existe una gran tentación a hacer mal uso de su papel. Si escapa de la tentación de asumir una función que no le ha sido dada, podrá superar muchos obstáculos a la paz con bastante rapidez. Para entender que no hay grados de dificultad en la curación, tiene que reconocer también su igualdad con el paciente. No hay términos medios en esto. O bien son lo mismo o bien no lo son. Los intentos de los terapeutas de transigir con respecto a esto son extraños en verdad. Algunos utilizan la relación únicamente con el fin de coleccionar cuerpos para que les rindan culto en sus santuarios, y ven esto como una curación. Muchos pacientes, también, consideran este extraño procedimiento como la salvación. Aun así, en cada encuentro hay Uno que dice: “Hermano mío, elige de nuevo”.

10. No olvides que cualquier forma de especialismo debe ser defendida, y lo será. El terapeuta que camina sin defensas dispone de la Fortaleza de Dios, pero el terapeuta que anda a la defensiva, ha perdido de vista la Fuente de su salvación. Él ni ve ni oye. ¿Cómo puede, entonces, enseñar? Puede hacerlo porque la Voluntad de Dios es que él ocupe su puesto en el plan para la salvación. Porque es la Voluntad de Dios que ayude a su paciente a unirse a él allí. Y porque su incapacidad de ver y oír no limita al Espíritu Santo en modo alguno, excepto en el tiempo. Pues en el tiempo puede haber un gran intervalo entre el ofrecimiento y la aceptación de la curación. Éste es el velo que cubre la faz de Cristo. Pero no puede ser sino una ilusión porque el tiempo no existe y la Voluntad de Dios ha sido siempre exactamente como es.

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