¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 9

9.VI. La aceptación de tu hermano

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 9

VI. La aceptación de tu hermano

Capítulo 9 – La aceptación de la expiación

La aceptación de tu hermano

1. ¿Cómo puedes hacerte cada vez más consciente del Espíritu Santo en ti sino mediante los efectos que Él produce? No puedes verle con tus ojos ni oírle con tus oídos. ¿Cómo puedes, entonces, percibirle en absoluto? Si inspiras alegría, y otros reaccionan ante ti con alegría, es que debe haber algo en ti capaz de suscitarla aunque tú mismo no la estés experimentando. Por lo tanto, si se encuentra en ti y puede suscitar alegría, y ves que ciertamente la suscita en otros, es que estás separándote de ello dentro de ti.

2. Te parece que el Espíritu Santo no suscita alegría de manera consistente en ti, debido únicamente a que tú no suscitas alegría de manera consistente en otros. Evalúas la consistencia del Espíritu Santo basándote en las reacciones de tus hermanos ante ti. Cuando eres inconsistente no siempre produces alegría, y así no siempre reconoces Su consistencia. Lo que le ofreces a tu hermano se lo ofreces a Él porque lo que Él da no puede exceder tu ofrecimiento. Esto no se debe a que Él ponga límites en lo que da, sino simplemente a que tú has puesto límites en lo que puedes recibir. La decisión de recibir es la decisión de aceptar.

3. Si tus hermanos forman parte de ti, ¿por qué no los ibas a aceptar? Sólo ellos pueden enseñarte lo que eres, pues lo que aprendes es el resultado de lo que les enseñaste. Lo que invocas en ellos lo invocas en ti. Y al invocarlo en ellos cobra realidad para ti. Dios no tiene más que un Hijo, y los conoce a todos cual uno solo. Únicamente Dios es más que ellos, pero ellos no son menos que Él. ¿Quieres saber lo que esto significa? Si lo que le haces a mi hermano me lo haces a mí, y si todo lo que haces te lo haces a ti mismo porque todos somos parte de ti, todo lo que nosotros hacemos es para ti también. Todo aquel que Dios creó forma parte de ti y comparte Su Gloria contigo. Su Gloria le pertenece a Él, pero te pertenece igualmente a ti. No puedes, por lo tanto, ser menos glorioso que Él.

4. Dios es más que tú únicamente porque te creó, pero ni siquiera la capacidad de crear se reservó sólo para Sí. Puedes, por lo tanto, crear tal como Él lo hizo y tu disociación no puede alterar eso. Ni la Luz de Dios ni la tuya se atenúan por el hecho de que tú no veas. Puesto que la Filiación sólo puede crear como una sola entidad, recuerdas a toda la Creación cada vez que reconoces parte de Ella. Cada parte que recuerdas contribuye a tu plenitud porque cada parte es plena. La plenitud es indivisible, pero no puedes saber de la plenitud que gozas hasta que la veas por todas partes. Sólo puedes conocerte tal como Dios conoce a Su Hijo, pues el Conocimiento se comparte con Dios. Cuando despiertes en Él conocerás tu grandeza al aceptar que Su Infinitud te pertenece. Pero mientras tanto, juzgarás tu grandeza tal como juzgues la de tu hermano, y la aceptarás al aceptar la suya.

5. Todavía no estás despierto, pero puedes aprender a despertar. El Espíritu Santo te enseña a despertar a otros de una manera muy simple. A medida que los veas despertar aprenderás lo que significa despertar, y puesto que has elegido despertarlos, su gratitud y aprecio por lo que les has dado te mostrará el valor de despertar. Ellos se convertirán en los testigos de tu realidad, tal como tú fuiste creado testigo de la de Dios. Mas cuando la Filiación se unifique y acepte su Unicidad se la conocerá por sus creaciones, las cuales dan testimonio de su realidad del mismo modo en que el Hijo da testimonio del Padre.

6. Los milagros no tienen cabida en la eternidad porque son reparadores. Sin embargo, mientras aún necesites curación, tus milagros son los únicos testigos de tu realidad que puedes reconocer. No puedes obrar un milagro para ti mismo porque los milagros son una forma de dar aceptación y de recibirla. En el tiempo, dar ocurre primero, pero en la eternidad, donde no pueden estar separados, dar y recibir ocurren simultáneamente. Cuando hayas aprendido que dar es lo mismo que recibir, ya no habrá necesidad de tiempo.

7. La eternidad es un solo tiempo, y su única dimensión es “siempre”. Esto no tendrá ningún sentido para ti hasta que no recuerdes los Brazos abiertos de Dios, y finalmente conozcas Su Mente receptiva. Al igual que Él, tú existes “siempre”; en Su Mente y con una mente como la Suya. Tus creaciones se encuentran en tu mente receptiva en perfecta comunicación, nacida de un perfecto entendimiento. Sólo con que aceptaras una de ellas ya no desearías nada de lo que el mundo ofrece. Todo lo demás no significaría nada para ti. El Significado de Dios está incompleto sin ti y tú estás incompleto sin tus creaciones. Acepta a tu hermano en este mundo y no aceptes nada más, pues en él encontrarás tus creaciones toda vez que él las creó contigo. No sabrás que eres un co-creador con Dios hasta que no aprendas que tu hermano es un co-creador contigo.

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Se publicará una lección por día. Los audios se agruparán en orden consecutivo según día.

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