¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 29

29.VII. No busques fuera de ti mismo

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 29

VII. No busques fuera de ti mismo

Capítulo 29 – El despertar

No busques fuera de ti mismo

1. No busques fuera de ti mismo. Pues será en vano y llorarás cada vez que un ídolo se desmorone. El Cielo no se puede encontrar donde no está ni es posible hallar paz en ningún otro lugar excepto en él. Cuando clamas a Dios, ninguno de los ídolos que veneras te contestará en Su lugar. Ninguna otra respuesta que puedas utilizar como substituto te proporcionará la felicidad que sólo Su Respuesta brinda. No busques fuera de ti mismo. Pues todo tu dolor procede simplemente de buscar en vano lo que deseas y de insistir en que sabes dónde encontrarlo. ¿Y qué pasaría si no estuviera allí? ¿Preferirías tener razón a ser feliz? Alégrate de que se te diga dónde reside la felicidad y no la sigas buscando por más tiempo en ningún otro lugar, pues buscarás en vano. Mas se te ha concedido conocer la verdad y saber que no la debes buscar fuera de ti.

2. No hay nadie que venga aquí que no abrigue alguna esperanza, alguna ilusión persistente o algún sueño de que hay algo fuera de sí mismo que le puede brindar paz y felicidad. Si todo se encuentra en él, eso no puede ser verdad. Y así, al venir a este mundo, niega su propia verdad y se dedica a buscar algo que sea más que lo que lo es todo, como si una parte de ese todo estuviera desligada y se encontrase donde el resto no está. Éste es el propósito que le confiere al cuerpo: que busque lo que a él le falta y que le provea de lo que le restauraría su plenitud. Y así, vaga sin rumbo, creyendo ser lo que no es, en busca de algo que no puede encontrar.

3. Esta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y más allá de éstos, mil más. Y todos le fallarán, excepto uno: pues morirá y no sé dará cuenta de que el ídolo que buscaba era su muerte. La forma en que este ídolo se manifiesta parece ser algo externo a él. No obstante, su intención es destruir al Hijo de Dios que se encuentra en su interior y así probar que logró vencerlo. Éste es el propósito de todo ídolo, pues ése es el papel que se le asignó y ése es el papel que no puede cumplir.

4. Siempre que tratas de alcanzar un objetivo en el que el mejoramiento del cuerpo es el beneficiario principal, estás buscando la muerte. Pues crees que puedes experimentar insuficiencia, y la insuficiencia es la muerte. Sacrificarse es renunciar a algo y, consecuentemente, estar privado de ello y haber sufrido una pérdida. Y mediante esta renuncia se renuncia a la vida. No busques fuera de ti mismo. Esa búsqueda implica que te falta plenitud interna y que temes contemplar tu ruina, por lo que prefieres buscar lo que eres fuera de ti mismo.

5. Los ídolos no pueden sino desmoronarse precisamente porque no tienen vida, y lo que no tiene vida es un signo de muerte. Viniste a morir, por lo tanto, ¿qué puedes esperar sino percibir los signos de la muerte que buscas? Ni la tristeza ni el sufrimiento proclaman otro mensaje que el de haber hallado un ídolo que representa una parodia de la vida, el cual, al no tener vida, es realmente la muerte, a la que se considera real y se le da forma viviente. No obstante, no hay ídolo que no haya de fracasar, desmoronarse y desintegrarse, pues ninguna forma de muerte puede ser vida y lo que se sacrifica no puede ser íntegro.

6. Todos los ídolos de este mundo fueron concebidos para impedirte conocer la verdad que se encuentra en tu interior y para que le fueses leal al sueño de que para ser íntegro y feliz tienes que encontrar lo que está fuera de ti. Es inútil rendirle culto a los ídolos y esperar hallar paz. Dios mora en tu interior y tu plenitud reside en Él. Ningún ídolo puede ocupar Su lugar. No recurras a ídolos. No busques fuera de ti mismo.

7. Olvidémonos del propósito que el pasado le ha conferido al mundo. Pues, de otra manera, el futuro será como el pasado: una serie de sueños deprimentes, en los que todos los ídolos te irán fallando uno tras otro y donde verás muerte y desengaño por doquier.

8. Para cambiar todo esto y abrir un camino de esperanza y liberación en lo que aparenta ser un círculo interminable de desesperación, necesitas tan sólo aceptar que no sabes cuál es el propósito del mundo. Le adjudicas objetivos que no tiene y, de esta forma, decides cuál es su propósito. Procuras ver en él un lugar de ídolos que se encuentran fuera de ti, capaces de completar lo que está dentro dividiendo lo que eres entre lo que está fuera y lo que está dentro. Eliges los sueños que tienes, pues son la representación de tus deseos, aunque se perciben como si vinieran de afuera. Tus ídolos hacen lo que tú quieres y tienen el poder que les adjudicas. Y los persigues fútilmente en el sueño porque deseas adueñarte de su poder.

9. No obstante, ¿dónde tienen lugar los sueños sino en una mente dormida? ¿Y podría acaso un sueño hacer que la imagen que proyecta fuera de sí mismo fuese real? Ahorra tiempo, hermano mío, y aprende para qué sirve. Y haz que el final de los ídolos venga cuanto antes a un mundo entristecido y enfermo como consecuencia de los ídolos que se ven en él. Tu santa mente es el Altar a Dios, y donde Él está no puede haber ídolos. El temor a Dios no es el miedo de perder tu realidad, sino el miedo de perder tus ídolos. No obstante, has hecho de tu realidad un ídolo y ahora lo tienes que proteger contra la luz de la verdad. Y el mundo entero se convierte en el medio para salvar a ese ídolo. De esta manera, la salvación parece amenazar la vida y ofrecer la muerte.

10. Mas no es así. La salvación trata de probar que la muerte no existe y que lo único que existe es la vida. Sacrificar la muerte no supone pérdida alguna. Un ídolo no puede ocupar el lugar de Dios. Deja que Él te recuerde Su Amor por ti, y no trates de ahogar Su Voz con los cantos de profunda desesperación que les ofreces a los ídolos de ti mismo. No busques esperanzas más allá de tu Padre. Pues la esperanza de felicidad no es la desesperación.

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