¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 29

29.V. La morada inmutable

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 29

V. La morada inmutable

Capítulo 29 – El despertar

La morada inmutable

1. Hay un lugar en ti en el que este mundo en su totalidad ha sido olvidado y en el que no quedan memorias de pecado ni de ilusiones. Hay un lugar en ti donde el tiempo ha desaparecido y donde se oyen ecos de la eternidad. Hay un lugar de descanso donde el silencio es tan absoluto que no se oye ningún sonido, excepto un himno que se eleva hasta el Cielo para brindar júbilo a Dios el Padre y al Hijo. Allí donde Ambos moran, allí Ambos son recordados. Y allí donde Ambos están, allí se encuentran el Cielo y la paz.

2. No creas que puedes cambiar el lugar donde Ellos moran. Pues tu Identidad reside en Ellos, y allí donde están, allí tienes que estar tú para siempre. La inmutabilidad del Cielo se encuentra tan profundamente dentro de ti, que todas las cosas de este mundo no hacen sino pasar de largo, sin notarse ni verse. La sosegada infinitud de la paz eterna te envuelve dulcemente en su tierno abrazo, tan fuerte y serena, tan tranquila en la omnipotencia de su Creador, que nada puede perturbar al sagrado Hijo de Dios que se encuentra en tu interior.

3. He aquí el papel que el Espíritu Santo te asigna a ti que sirves al Hijo de Dios y que quieres contemplar su despertar y regocijarte. Él forma parte de ti y tú de él porque es el Hijo de su Padre y no por ningún otro propósito que tú puedas ver en él. Lo único que se te pide es que aceptes lo inmutable y lo eterno en él, pues tu Identidad reside ahí. Sólo en él puedes encontrar la paz que mora en ti. Y todo pensamiento de amor que le ofreces no hace sino acercarte más a tu despertar a la paz eterna y a la dicha infinita.

4. Este sagrado Hijo de Dios es como tú: el reflejo del Amor de su Padre por ti, el tierno recordatorio del Amor de su Padre mediante el que fue creado, el cual todavía mora en él al igual que en ti. Permanece muy quedo y escucha la Voz de Dios en él, y deja que esa Voz te diga cuál es su función. Pues él fue creado para que tú fueras íntegro, pues sólo lo que está completo puede ser parte de la Compleción de Dios, la cual te creó.

5. El único regalo que el Padre te pide es que no veas en la Creación más que la esplendorosa gloria del regalo que Él te hizo. Contempla a Su Hijo, Su regalo perfecto, en Quien su Padre refulge eternamente y a Quien toda la Creación le ha sido dada como propia. Y puesto que dispone de Ella se te da a ti. a Por lo tanto, contempla tu paz allí donde la Creación se encuentra en él. La calma que te rodea mora en él, y de esa quietud emanan los sueños felices en los que vuestras manos se unen candorosamente. Éstas no son las manos usurpadoras de los sueños de dolor. No empuñan ninguna espada, pues han abandonado su apego a todas las vanas ilusiones del mundo. Y al estar vacías reciben en cambio la mano de un hermano en la que yace la plenitud.

6. Si supieras el glorioso objetivo que se halla más allá del perdón, no conservarías ningún pensamiento por muy leve que parezca ser su roce con la maldad. Pues entenderías cuán grande es el costo que supone conservar cualquier cosa que Dios no haya otorgado en las mentes que pueden en cambio dirigir las manos a bendecir y a conducir al Hijo de Dios a la morada de su Padre. ¿No te gustaría ser amigo de aquel que fue creado para ser la morada de su Padre? Si Dios lo considera digno de Sí Mismo, ¿lo atacarías tú con las manos del odio? ¿Quién que ponga sus ensangrentadas manos sobre el propio Cielo podría esperar encontrar la paz de éste? Tu hermano cree estar sujetando la mano de la muerte. Pero no le creas. Reconoce, en cambio, cuán bendito eres tú que lo puedes liberar sólo con ofrecerle la tuya.

7. Se te ofrece un sueño en el que tu hermano es tu salvador, no tu enemigo acérrimo. Se te ofrece un sueño en el que lo has perdonado por todos sus sueños de muerte: un sueño de esperanza que compartes con él, en vez de los sueños de odio y maldad que sueñas por tu cuenta. ¿Por qué parece tan difícil compartir ese sueño? Porque a menos que sea el Espíritu Santo Quien le otorgue al sueño la función que debe tener, éste continuará estando al servicio de la muerte, ya que fue concebido para el odio. Cada forma que adopta es, de alguna manera, una invocación a la muerte. Y aquellos que sirven al señor de la muerte han venido a adorarlo en un mundo de separación—cada uno con su diminuta lanza y enmohecida espada—para cumplir su vieja promesa de morir.

8. Tal es la médula de miedo de cada sueño que no se le haya entregado a Aquel que otorga a los sueños una función distinta. Cuando los sueños se comparten, pierden la función de atacar y separar, si bien para esto fue para lo que se concibieron. En el mundo de los sueños, no obstante, no hay nada que esté exento de la esperanza de cambio y mejora, pues no es en él donde se encuentra la inmutabilidad. Alegrémonos en verdad de que esto sea así y no busquemos lo eterno en este mundo. Los sueños de perdón son medios para dejar de soñar con un mundo externo a ti. Y conducen finalmente más allá de todo sueño a la paz de la vida eterna.

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