¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 29

29.IX. El sueño de perdón

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 29

IX. El sueño de perdón

Capítulo 29 – El despertar

El sueño de perdón

1. El que es esclavo de ídolos lo es porque está dispuesto a serlo. Y dispuesto tiene que estar para poderse postrar en adoración ante lo que no tiene vida y buscar poder en lo que es impotente. ¿Qué le sucedió al santo Hijo de Dios para que su deseo fuera dejarse caer más bajo que las piedras del suelo y esperar que los ídolos lo elevasen? Escucha, pues, tu historia en el sueño que tejiste y pregúntate si no es verdad que no crees que sea un sueño.

2. En la mente que Dios creó perfecta como Él Mismo se adentró un sueño de juicios. Y en ese sueño el Cielo se trocó en infierno y Dios se convirtió en el enemigo de Su Hijo. ¿Cómo puede despertar el Hijo de Dios de este sueño? Es un sueño de juicios. Para despertar, por lo tanto, tiene que dejar de juzgar. Pues el sueño parecerá prolongarse mientras él forme parte de él. No juzgues, pues el que juzga tiene necesidad de ídolos para evitar que sus juicios recaigan sobre sí mismo. Tampoco puede conocer al Ser al que ha condenado. No juzgues, pues si lo haces, pasas a formar parte de sueños malvados en los que los ídolos se convierten en tu “verdadera” identidad, así como en la salvación del juicio que, lleno de terror y culpabilidad, emitiste acerca de ti mismo.

3. Todas las figuras del sueño son ídolos, concebidos para que te salven del sueño. No obstante, fueron concebidos para salvarte de aquello de lo que forman parte. De esta manera, el ídolo mantiene el sueño vivo y temible, pues, ¿quién podría desear un ídolo a no ser que estuviera aterrorizado y lleno de desesperación? Esto es lo que el ídolo representa. a Venerarlo, por lo tanto, es venerar la desesperación y el terror, así como el sueño de donde éstos proceden. Todo juicio es una injusticia contra el Hijo de Dios, “por lo que es justo que el que le juzgue no eluda la pena que se impuso a sí mismo dentro del sueño que forjó”. Dios sabe de justicia, no de castigos. Pero en el sueño de juicios tú atacas y te condenas a ti mismo; y deseas ser el esclavo de ídolos que se interponen entre tus juicios y la pena que éstos conllevan.

4. No puede haber salvación en el sueño tal como lo estás soñando. Pues los ídolos no pueden sino ser parte de él, para salvarte de lo que crees haber hecho y de lo que crees que hiciste para volverte un pecador y extinguir la luz interna. Criatura de Dios, la luz aún se encuentra en ti. No estás sino soñando, y los ídolos son los juguetes con los que sueñas que juegas. ¿Quiénes, sino los niños, tienen necesidad de juguetes? Los niños juegan a gobernar el mundo, y le otorgan a sus juguetes el poder de moverse, hablar, pensar, sentir y comunicarse por ellos. Sin embargo, todo lo que los juguetes parecen hacer sólo tiene lugar en las mentes de los que juegan con ellos. No obstante, ansían olvidarse de que ellos mismos son los autores del sueño en el que los juguetes son reales, y no quieren reconocer que los deseos de éstos son en realidad los suyos propios.

5. Las pesadillas son sueños pueriles. En ellos los juguetes se han vuelto contra el niño que pensó haberles otorgado realidad. Mas ¿tiene acaso un sueño el poder de atacar? ¿Podría un juguete volverse enorme y peligroso, feroz y salvaje? Esto es lo que el niño cree, pues tiene miedo de sus pensamientos y se los atribuye a los juguetes. Y la realidad de éstos se convierte en la suya propia porque los juguetes parecen salvarlo de sus pensamientos. Sin embargo, los juguetes mantienen sus pensamientos vivos y reales, pero él los ve fuera de sí mismo, desde donde pueden volverse contra él puesto que los traicionó. El niño cree que necesita los juguetes para poder escapar de sus pensamientos porque cree que sus pensamientos son reales. Y así, convierte todo en un juguete para hacer que su mundo siga siendo algo externo a él, y pretender que él no es más que una parte de ese mundo.

6. Llega un momento en que la infancia debería dejarse atrás para siempre. No sigas aferrándote a los juguetes de la niñez. Deséchalos, pues ya no tienes necesidad de ellos. El sueño de juicios no es más que un juego de niños, en el que el niño se convierte en un padre poderoso, pero con la limitada sabiduría de un niño. Lo que le hiere es destruido; lo que le ayuda, bendecido. Excepto que juzga con el criterio de un niño que no sabe distinguir entre lo que le hace daño y lo que le sanaría. Cosas adversas parecen acontecerle, y tiene miedo del caos que ve en un mundo que cree gobernado por las leyes que él mismo promulgó. El mundo real, no obstante, no se ve afectado por el mundo que él cree real ni sus leyes han cambiado porque él no las entienda.

7. El mundo real es también un sueño. Excepto que en él los personajes han cambiado y no se ven como ídolos traicioneros. El mundo real es un sueño en el que no se usa a nadie para que sea el substituto de otra cosa ni tampoco se le interpone entre los pensamientos que la mente concibe y lo que ve. No se usa a nadie para lo que no es, pues las cosas infantiles hace mucho que se dejaron atrás. Y lo que una vez fue un sueño de juicios se ha convertido ahora en un sueño donde todo es dicha porque ése es su propósito. Ahí sólo pueden tener lugar sueños de perdón, pues el tiempo está a punto de finalizar. Y las figuras que entran a formar parte del sueño se perciben ahora como hermanos, a los que ya no se juzga, sino que se les ama.

8. No es necesario que los sueños de perdón sean de larga duración. No se concibieron para separar a la mente de sus pensamientos ni intentan probar que el sueño lo está soñando otro. En ellos se puede oír una melodía que todos recuerdan, si bien no la han oído desde antes de los orígenes del tiempo. El perdón, una vez que es total, hace que la intemporalidad esté tan cerca que entonces se puede oír el himno del Cielo, no con los oídos, sino con la santidad que nunca se ausentó del altar que se encuentra eternamente en lo más profundo del Hijo de Dios. Y cuando éste vuelve a oír este himno, se da cuenta de que nunca había dejado de escucharlo. ¿Y adónde va a parar el tiempo una vez que se han abandonado los sueños de juicios?

9. Siempre que tienes miedo, de la clase que sea—y tienes miedo si no estás experimentando una profunda felicidad, certeza de que dispones de ayuda y una serena confianza de que el Cielo te acompaña—ten por seguro que has forjado un ídolo que crees que te va a traicionar. Pues bajo tus esperanzas de que el ídolo te salve, yace la culpa y el dolor de la autotraición y de la incertidumbre, tan profundos y amargos, que el sueño no puede ocultar completamente tu sensación de fracaso. El resultado de tu autotraición tiene que ser el miedo, pues el miedo es un juicio que inevitablemente conduce a la frenética búsqueda de ídolos y de la muerte.

10. Los sueños de perdón te recuerdan que estás a salvo y que no te has atacado a ti mismo. De esta manera, tus terrores infantiles desaparecen y los sueños se convierten en la señal de que has comenzado de nuevo y no de que has tratado una vez más de venerar ídolos y de perpetuar el ataque. Los sueños de perdón son benévolos con todo aquel que forma parte de ellos. Y así, liberan completamente al soñador de los sueños de miedo. Él deja entonces de tener miedo de sus propios juicios, pues no ha juzgado a nadie ni ha intentado liberarse mediante juicios de lo que los propios juicios imponen. Y ahora recuerda continuamente lo que había olvidado cuando los juicios parecían ser la manera de salvarle de la sanción que ellos mismos imponen.

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