(abreviado como ucdm)
Lucrecia Gamboa
Dalcy Solís
Sindy Pessoa
Hazel Solís
Mike Maher
Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 29
IV. La asignación de papeles en el sueño
Capítulo 29 – El despertar
La asignación de papeles en el sueño
1. ¿Crees acaso que la verdad puede ser tan sólo meras ilusiones? Las ilusiones son sueños precisamente porque no son verdad. El hecho de que la verdad esté ausente de todas ellas por igual es la base del milagro, lo cual quiere decir que has entendido que los sueños son sueños, y que escaparte de ellos depende, no del sueño en sí, sino de que despiertes. ¿Cómo iba a ser posible conservar algunos sueños y despertar de otros? La elección no es entre qué sueños conservar, sino sólo si quieres vivir en sueños o despertar de ellos. De ahí que el milagro no excluya de su benéfica influencia algunos sueños. No puedes quedarte con algunos de ellos y despertar de otros, pues o bien estás dormido o bien despierto. Y soñar tiene que ver únicamente con una de estas dos posibilidades.
2. Los sueños que te parecen gratos te retrasarán tanto como aquellos en los que el miedo es evidente. Pues todos los sueños son sueños de miedo, no importa en qué forma parezcan manifestarse. El miedo se ve dentro o fuera, o en ambos sitios. O bien puede estar oculto tras formas placenteras. Pero nunca está ausente del sueño, pues el miedo es el elemento básico de todos los sueños. Puede que la forma en que éstos se manifiestan cambie, pero es imposible que se compongan de ninguna otra cosa. El milagro sería ciertamente traicionero si te permitiera seguir estando amedrentado por no haber reconocido el miedo. Pues no estarías entonces dispuesto a despertar, que es para lo que el milagro allana el camino.
3. Dicho llanamente, el ataque es la respuesta a una función que no se ha llevado a cabo tal como tú la percibes. Puede que ello tenga que ver contigo o con otro; sin embargo, allí donde se perciba, allí se atacará. La depresión o el ataque no pueden sino ser los temas de todos los sueños, pues el miedo es el elemento del que se componen. El fino disfraz de placer y alegría en el que tal vez vayan envueltos apenas cubre el grueso bloque de miedo que constituye su médula. Y esto es lo que el milagro percibe y no las envolturas que lo cubren.
4. Cuando te invade la ira, ¿no es acaso porque alguien no llevó a cabo la función que tú le habías asignado? ¿Y no se convierte esto en la “razón” que justifica tu ataque? Los sueños que crees que te gustan son aquellos en los que las funciones que asignaste se cumplieron y las necesidades que te adscribiste fueron satisfechas. No importa si esas necesidades se satisfacen o si son simplemente algo que se desea. Es la idea de que existen lo que produce miedo. Los sueños no se desean en mayor o menor medida. Simplemente se desean o no se desean. Y cada uno representa alguna función que tú le has asignado a algo: algún objetivo que un acontecimiento, un cuerpo o una cosa debe representar y alcanzar por ti. Si lo logra crees que el sueño te gusta. Si fracasa crees que es triste. Pero el que fracase o se logre no es lo que constituye su médula, sino simplemente su endeble envoltura.
5. ¡Cuán felices serían tus sueños si no le asignaras a cada una de las figuras que aparecen en ellos el papel que “debe” representar! Es únicamente la imagen que tienes de alguien lo que puede fracasar, y tener esa imagen es lo único que constituye una traición. La médula de los sueños que ofrece el Espíritu Santo no es nunca una de temor. Lo que los envuelve puede parecer ser lo mismo, pero su significado ha cambiado porque cubre otra cosa. Lo que determina toda percepción es su propósito, en el sentido de que aparenta ser aquello para lo que se considera que es. Una sombría figura que ataca se convierte en un hermano que te ofrece una oportunidad para prestar ayuda, si esto se volviese la función del sueño. Y de este modo, los sueños de tristeza se transformarían en sueños de alegría.
6. ¿Para qué es tu hermano? No lo sabes porque tu función aún no te resulta clara. No le asignes un papel que tú crees que te haría feliz a ti. Y no trates de herirle cuando él no cumpla el papel que le asignaste en el sueño que tienes de lo que debería ser tu vida. Él pide ayuda en cada uno de sus sueños, y tú puedes prestársela si ves la función del sueño tal como la percibe Aquel que puede utilizar todo sueño en beneficio de la función que se Le encomendó. Puesto que ama al soñador, y no al sueño, cada sueño se convierte en una ofrenda de amor. Pues en el centro de cada sueño se halla Su Amor por ti, iluminando amorosamente cualquier manifestación del sueño.
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