(abreviado como ucdm)
Lucrecia Gamboa
Dalcy Solís
Sindy Pessoa
Hazel Solís
Mike Maher
Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 27
V. El ejemplo de la curación
Capítulo 27 – La curación del sueño
El ejemplo de la curación
1. La única manera de curar es ser curado. El milagro se extiende sin tu ayuda, pero tú eres esencial para que pueda dar comienzo. Acepta el milagro de curación y se extenderá por razón de lo que es. Su naturaleza es extenderse desde el instante en que nace. Y nace en el instante en que se ofrece y se recibe. Nadie puede pedirle a otro que sane. Pero puede permitirse a sí mismo a ser sanado, y así ofrecerle al otro lo que él ha recibido. ¿Quién podría ofrecer a otro lo que él mismo no tiene? ¿Y quién podría compartir lo que se niega a sí mismo? El Espíritu Santo te habla a ti, no a otro. Y al escucharle, Su Voz se extiende porque has aceptado lo que dice.
2. La salud es el testigo de la salud. Mientras no se dé testimonio de ella, no será convincente. Sirve de prueba sólo cuando ha sido demostrada, por lo que tiene que proveer un testigo que nos induzca a creer. Nadie se cura con mensajes contradictorios. Te curas cuando lo único que deseas es curar. Tu propósito indiviso hace que esto sea posible. Pero si tienes miedo de la curación, entonces no puede efectuarse a través de ti. Lo único que se requiere para que se efectúe es que no haya miedo. Los temerosos no se han curado, por lo tanto, no pueden curar. Esto no quiere decir que para que puedas curar tenga que haber desaparecido del todo el conflicto de tu mente. Pues si así fuese, no habría entonces necesidad de curación. Mas sí quiere decir que, aunque sólo sea por un instante, tienes que amar sin atacar. Un instante es suficiente. Los milagros no están circunscritos al tiempo.
3. El instante santo es la morada de los milagros. Desde ahí, cada milagro viene a este mundo como testigo de un estado mental que ha transcendido el conflicto y alcanzado la paz. El instante santo lleva el consuelo de la paz al campo de batalla, demostrando así que la guerra no tiene efectos. Pues todo el dolor que la guerra ha tratado de ocasionar, los cuerpos despedazados y los miembros mutilados, los moribundos gimientes y los muertos silenciosos son dulcemente elevados y consolados.
4. Allí donde un milagro ha venido a sanar no hay tristeza. Y lo único que se requiere para que todo esto ocurra es un instante de tu amor sin traza alguna de ataque. En ese instante sanas y en ese mismo instante se consuma toda curación. ¿Qué podría estar separado de ti una vez que has aceptado la bendición que el instante santo brinda? No tengas miedo de bendecir, pues Aquel que te bendice ama al mundo y no deja nada en él que pueda ser motivo de temor. Pero si te niegas a dar tu bendición, el mundo te parecerá ciertamente temible, pues le habrás negado su paz y su consuelo y lo habrás condenado a la muerte.
5. Aquel que pudo haber salvado a un mundo tan penosamente despojado de todo, pero que se volvió atrás por temor a ser curado, ¿no vería acaso a ese mundo como una condenación? Los ojos de los moribundos reflejan reproche, y el sufrimiento susurra: “¿De qué tienes miedo?” Examina detenidamente su pregunta. La hace en tu nombre. El mundo agonizante tan sólo te pide que dejes de atacarte a ti mismo por un instante para que él pueda sanar.
6. Ven al instante santo y sé curado, pues nada de lo que recibes ahí se olvida cuando regresas al mundo. Y al haber sido bendecido, traerás bendiciones contigo. Se te da vida para que se la impartas al mundo moribundo. Y los ojos dolientes ya no acusarán, sino que brillarán con agradecimiento hacia ti que los bendijiste. El fulgor del instante santo iluminará tus ojos y les dará visión para que puedan ver más allá del sufrimiento y, en su lugar, contemplar la faz de Cristo. La curación reemplaza al sufrimiento. El que ve la faz de Cristo no lo puede percibir, pues ambas cosas no pueden estar presentes a la vez. Y el mundo será el testigo de lo que veas y dará testimonio de ello.
7. Así, pues, lo único que el mundo requiere para poder sanar es tu curación. Sólo necesita una lección que se haya aprendido perfectamente. Y de esta manera, cuando tú la olvides, el mundo te recordará dulcemente lo que le enseñaste. Debido a su agradecimiento, no dejará de prestarte apoyo a ti que te dejaste curar para que él pudiera vivir. lnvocará a sus testigos para mostrarte la faz de Cristo a ti que les trajiste la visión, gracias a la cual ellos la presenciaron. El mundo de acusación es reemplazado por otro en el que todos los ojos se vuelven amorosamente hacia el Amigo que les trajo su liberación. Y tu hermano percibirá felizmente los muchos amigos que antes consideraba enemigos.
8. Aunque los problemas no son algo concreto, se manifiestan en formas concretas, y son estas formas las que configuran el mundo. Nadie entiende la naturaleza de su problema, pues, de lo contrario, ya no estaría ahí para que él lo pudiese ver. La naturaleza misma del problema es que no es un problema. Sin embargo, mientras él lo perciba así, no podrá verlo tal como es. La curación, en cambio, es evidente en situaciones concretas y se generaliza para incluirlas a todas. Esto se debe a que todas ellas son realmente la misma situación, a pesar de sus diferentes formas. La finalidad de todo aprendizaje es la transferencia, la cual se consuma cuando dos situaciones distintas se ven como la misma, ya que lo único que se puede encontrar en ellas son elementos comunes. Esto, no obstante, sólo lo puede lograr Uno que no ve las diferencias que tú No eres tú quien lleva a cabo la transferencia de lo que has aprendido. Pero el hecho de que dicha transferencia ya se haya llevado a cabo, a pesar de todas las diferencias que ves, te convence de que esas diferencias no podían ser reales.
9. Tu curación se extenderá y se aplicará a problemas que no creías eran tus problemas. Y resultará evidente también que todos tus diferentes problemas se resolverán tan pronto como te hayas librado de uno solo de No puede ser que sus diferencias sean las que hayan hecho que esto sea posible, pues el aprendizaje no puede saltar de una situación a su opuesto y obtener los mismos resultados. Toda curación debe proceder de manera ordenada, de acuerdo con leyes que han sido percibidas correctamente y que no se han violado. No dejes que la manera en que las percibes te haga sentir miedo. Estás equivocado, pero hay Alguien dentro de ti que está en lo cierto.
10. Deja, pues, la transferencia de tu aprendizaje en manos de Aquel que realmente entiende sus leyes y que se asegurará de que permanezcan invioladas e ilimitadas. Tu papel consiste simplemente en aplicarte a ti mismo lo que Él te ha enseñado y Él hará el resto. Así es como los diferentes y numerosos testigos de tu aprendizaje te demostrarán el poder de lo que has aprendido. El primer testigo que verás será a tu hermano, pero tras él habrá miles, y tras cada uno de éstos mil más. Puede que cada uno de ellos parezca tener un problema distinto del de los demás. Mas todos se resolverán al unísono. Y su común resolución demostrará que las preguntas no podían haber sido distintas.
11. ¡Que la paz sea contigo a quien se le ofrece curación! Y comprenderás que se te da la paz cuando aceptas la curación para ti mismo. No necesitas ser consciente de toda su valía para entender que te has beneficiado de Lo que ocurrió en aquel instante en que el amor entró sin ninguna traza de ataque, permanecerá contigo para siempre. Tu curación, así como la de tu hermano, será uno de sus efectos. Dondequiera que vayas contemplarás sus múltiples efectos. Todos los testigos que contemples, no obstante, serán sólo una fracción de los que realmente existen. La infinitud no se puede entender contando todas sus partes separadas. Dios te da las gracias por tu curación, pues Él sabe que es un regalo de amor para Su Hijo y, por lo tanto, un regalo que se le hace a Él.
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