¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 26

26.IX. Pues Ellos han llegado

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 26

IX. Pues Ellos han llegado

Capítulo 26 – La transición

Pues Ellos han llegado

1. ¡Cuán santo debes de ser, que desde ti la Voz de Dios llama amorosamente a tu hermano para que puedas despertar en él la Voz que contesta tu llamada! ¡Y cuán santo debe ser tu hermano cuando en él reside tu salvación, junto con su libertad! Por mucho que lo quieras condenar, Dios mora en él. Pero mientras ataques Su hogar elegido y luches con Su anfitrión, no podrás saber que Dios mora igualmente en ti. Mira a tu hermano con dulzura. Contempla amorosamente a aquel que lleva a Cristo dentro de sí, para que puedas ver su gloria y regocijarte de que el Cielo no esté separado de ti.

2. ¿Sería mucho pedir que tuvieras un poco de confianza en aquel que te trae a Cristo para que todos tus pecados te sean perdonados, sin excluir ni uno solo que todavía quieras valorar? No olvides que una sola sombra que se interponga entre tu hermano y tú nubla la faz de Cristo y el recuerdo de Dios. ¿E intercambiarías Éstos por un odio inmemorial? El suelo que pisas es tierra santa por razón de Aquellos que, al estar ahí contigo, la han bendecido con Su Inocencia y Su Paz.

3. La sangre del odio desaparece permitiendo así que la hierba vuelva a crecer con fresco verdor, y que la blancura de todas las flores resplandezca bajo el cálido sol de verano. Lo que antes era un lugar de muerte ha pasado a ser ahora un templo viviente en un mundo de luz. Y todo por Ellos. Es Su Presencia la que ha elevado nuevamente a la santidad para que ocupe su lugar ancestral en un trono ancestral. Y debido a Ellos los milagros han brotado en forma de hierba y flores sobre el terreno yermo que el odio había calcinado y dejado estéril. Lo que el odio engendró Ellos lo han des-hecho. Y ahora te encuentras en tierra tan santa que el Cielo se inclina para unirse a ella y hacerla semejante a él. La sombra de un viejo odio ya no existe, y toda desolación y aridez ha desaparecido para siempre de la tierra a la que Ellos han venido.

4. ¿Qué son cien años para Ellos o mil o cientos de miles? Cuando Ellos llegan, el propósito del tiempo se Lo que nunca tuvo lugar desaparece en la nada cuando Ellos llegan. Lo que el odio reivindicaba se entrega ahora al amor, y la libertad ilumina cada ser vivo y lo eleva hasta el Cielo, donde las luces se encienden con mayor fulgor a medida que cada uno de ellos vuelve al hogar. Lo incompleto se vuelve completo de nuevo, y el gozo del Cielo aumenta porque lo que era suyo le ha sido restituido. La tierra ha quedado limpia de toda mancha de sangre, y los dementes se han desprendido de sus vestimentas de demencia para unirse a Ellos en el lugar donde tú te encuentras.

5. El Cielo se siente agradecido por este regalo que por tanto tiempo le había sido negado. Pues Ellos han venido a congregar a los Suyos. Lo que se había clausurado se abre y lo que se mantenía oculto de la luz se abandona, de manera que ésta pueda envolverlo con su fulgor, sin dejar ningún espacio o distancia entre la luz del Cielo y el mundo.

6. El más santo de todos los lugares de la tierra es aquel donde un viejo odio se ha convertido en un amor presente. Y Ellos acuden sin demora al templo viviente, donde se les ha preparado un hogar. No hay un lugar en el Cielo que sea más santo. Y Ellos han venido a morar en el templo que se les ha ofrecido para que sea Su lugar de reposo, así como el tuyo. Lo que el odio le ha entregado al amor, se convierte en la luz más brillante de todo el resplandor del Cielo. Y el fulgor de todas las luces celestiales cobra mayor intensidad, como muestra de gratitud por lo que se les ha restituido.

7. Los ángeles revolotean amorosamente a tu alrededor, a fin de mantener alejado de ti todo sombrío pensamiento de pecado y asegurarse de que la luz permanezca allí donde ha entrado. Las huellas de tus pasos iluminan el mundo, pues por donde tú caminas el perdón te acompaña jubilosamente. No hay nadie en la tierra que deje de dar gracias a aquel que ha restaurado su hogar, protegiéndolo así del crudo invierno y del gélido frío. ¿Y cómo podrían el Señor de los Cielos y Su Hijo dar menos como muestra de agradecimiento cuando han recibido mucho más?

8. Ahora el templo del Dios viviente ha sido reconstruido para ser nuevamente el anfitrión de Aquel que lo creó. Donde Él mora, Su Hijo mora con Él y nunca están separados. Y dan gracias de que finalmente se les haya dado la bienvenida. Donde antes se alzaba una cruz, se alza ahora el Cristo resucitado, y en Su visión las viejas cicatrices desaparecen. Un milagro inmemorial ha venido a bendecir y a reemplazar una vieja enemistad, cuyo fin era la destrucción. Con dulce gratitud Dios el Padre y el Hijo regresan a lo que es Suyo y a lo que siempre lo será. Ahora se ha consumado el propósito del Espíritu Santo. Pues Ellos han llegado. ¡Por fin han llegado!

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