¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 25

25.VII. La roca de la salvación

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 25

VII. La roca de la salvación

Capítulo 25 – La justicia de Dios

La roca de la salvación

1. No obstante, si el Espíritu Santo puede convertir cada sentencia que te impusiste a ti mismo en una bendición, entonces no pudo haber sido un pecado. El pecado es lo único en todo el mundo que no puede cambiar. Es inmutable. Y de su inmutabilidad depende el mundo. La magia del mundo parece ocultar de los pecadores el dolor del pecado y engañar con falsos destellos y con ardides. Mas todo el mundo sabe que el costo del pecado es la muerte. Y ciertamente lo es. Pues el pecado es una petición de muerte, un deseo de hacer que los cimientos de este mundo sean tan firmes como el amor, tan dignos de confianza como el Cielo y tan fuertes como Dios Mismo. Todo aquel que cree que es posible pecar mantiene al mundo excluido del amor. Y esto no cambiará. Sin embargo, ¿sería posible que lo que Dios no creó compartiera los atributos de Su Creación cuando es lo opuesto a Ella desde cualquier punto de vista?

2. Es imposible que el deseo de morir del “pecador” sea tan fuerte como la Voluntad de Dios por la vida. Tampoco es posible que los cimientos de un mundo que Él no creó fueran tan firmes y seguros como el Cielo. ¿Cómo iba ser posible que el Cielo y el infierno fuesen lo mismo? ¿Y cómo podría ser que lo que Su Voluntad no dispuso no se pudiese cambiar? ¿Qué otra cosa aparte de Su Voluntad es inmutable? ¿Y qué puede compartir sus atributos, excepto ella misma? ¿Qué deseo puede alzarse contra Su Voluntad y ser inmutable? Si pudieses darte cuenta de que lo único que es inmutable es la Voluntad de Dios, este curso no te resultaría difícil. No obstante, eso es precisamente lo que no crees. Sin embargo, no podrías creer nada más si tan sólo vieses lo que realmente es.

3. Volvamos a lo que anteriormente dijimos, y pensemos en ello más detenidamente. Debe ser, o bien que Dios está loco o bien que este mundo es un manicomio. Ni uno solo de los Pensamientos de Dios tiene sentido en este mundo. Y nada de lo que el mundo acepta como cierto tiene sentido alguno en Su Mente. Lo que no tiene sentido ni significado es demente. Y lo que es demente no puede ser la verdad. Si una sola de las creencias que en tanta estima se tienen aquí fuese cierta, entonces todo Pensamiento que Dios haya tenido sería una ilusión. Pero si uno solo de Sus Pensamientos es cierto, entonces todas las creencias a las que el mundo otorga significado son falsas y absurdas. Ésta es la elección que tienes ante ti. No trates de verla de otra manera ni hacer de ella lo que no es. Pues lo único que puedes hacer es tomar una decisión. El resto depende de Dios, no de ti.

4. Justificar uno solo de los valores que el mundo sostiene es negar la cordura de tu Padre y la tuya. Pues Dios y Su Hijo bienamado no piensan de manera diferente. Y es esta concordancia en el pensar de Ambos lo que hace que el Hijo sea un co-creador con la Mente cuyo Pensamiento lo creó a él. De modo que si elige creer en un solo pensamiento que se oponga a la verdad, habrá decidido que él no es el Hijo de su Padre porque el Hijo está loco, y la cordura tiene que ser algo ajeno al Padre y al Hijo. Esto es lo que crees. No pienses que esta creencia depende de la forma en que se manifieste. El que de alguna manera crea que el mundo es cuerdo, que algunas de las cosas que piensa están justificadas o que está sustentado por algún tipo de razón, cree que eso es cierto. El pecado no es real porque ni el Padre ni el Hijo son dementes. Este mundo no tiene sentido porque se basa en el pecado. ¿Quién podría crear lo inmutable a menos que estuviera basado en la verdad?

5. El Espíritu Santo tiene el poder de transformar todos los cimientos del mundo que ves en algo distinto: en una base que no sea demente, sobre la que se puedan sentar los cimientos de una percepción sana y desde la que se puede percibir otro mundo: un mundo en el que nada se opone a lo que conduciría al Hijo de Dios a la cordura y a la felicidad; un mundo en el que nada da testimonio de la muerte ni de la crueldad; de la separación o de las diferencias. Pues ahí todo se percibe como uno y nadie tiene que perder para que otro gane.

6. Pon a prueba todas tus creencias a la luz de este único requisito, y entiende que todo lo que satisface esta única petición es digno de tu fe. Nada más lo es. Lo que no es amor es pecado, y cada uno de ellos percibe al otro como demente y sin sentido. El amor es la base de un mundo que los pecadores perciben como completamente demente, ya que creen que el camino que ellos siguen es el que conduce a la cordura. Mas el pecado es igualmente demente a los ojos del amor, que dulcemente prefieren mirar más allá de la locura y descansar serenamente en la verdad. Tanto el amor como el pecado ven un mundo inmutable, según cada uno define la inalterable y eterna verdad de lo que eres. Y cada uno refleja un punto de vista de lo que el Padre y el Hijo deben ser para que ese punto de vista sea significativo y cuerdo.

7. Tu función especial es aquella forma en particular que a ti te parece más significativa y sensata para demostrar el hecho de que Dios no es demente. El contenido es el mismo. La forma se adapta a tus necesidades particulares; al tiempo y lugar concretos en los que crees encontrarte y donde puedes ser liberado de estos conceptos, así como de todo lo que crees que te limita. El Hijo de Dios no puede estar limitado por el tiempo, por el espacio ni por ninguna cosa que la Voluntad de Dios no haya dispuesto. No obstante, si se cree que lo que Su Voluntad dispone es una locura, entonces la forma de cordura que la hace más aceptable para los que son dementes requiere una decisión especial. Esta decisión no la pueden tomar los dementes, cuyo problema es que sus decisiones no son libres ni las toman guiados por la razón a la luz del sentido común.

8. Sería ciertamente una locura poner la salvación en manos de los dementes. Pero puesto que Dios no está loco, ha designado a Uno tan cuerdo como Él para que le presente un mundo de mayor cordura a todo aquel que eligió la demencia como su salvación. A Él le es dado elegir la forma más apropiada para ayudar al demente: una que no ataque el mundo que éste ve, sino que se adentre en él calladamente y le muestre que está loco. El Espíritu Santo no hace sino señalarle otra alternativa, otra forma de contemplar lo que antes veía, que él reconoce como el mundo en el que vive, el cual creía entender.

9. Ahora tiene que poner todo esto en tela de juicio, pues la forma de la alternativa es una que no puede negar, pasar por alto ni dejar de percibir en absoluto. La función especial de cada uno está diseñada de modo que se perciba como algo factible, como algo que se desea cada vez más a medida que se le demuestra que es una alternativa que realmente desea. Desde esta perspectiva, su pecaminosidad así como todo el pecado que ve en el mundo, tienen cada vez menos que ofrecerle. Y por fin llega a entender que todo ello le ha costado su cordura y que se interpone entre él y cualquier esperanza de volver a ser cuerdo. Puesto que tiene un papel especial en la liberación de todos sus hermanos, no se le deja sin la posibilidad de escapar de la locura. Sería tan inaudito que se le excluyera y se le dejara sin una función especial en la esperanza de alcanzar la paz, como lo sería que el Padre ignorara a Su Hijo y lo pasara de largo sin ningún miramiento.

10. ¿En qué otra cosa se puede confiar sino en el Amor de Dios? ¿Y dónde mora la cordura sino en Él? Aquel que habla por Dios puede mostrarte esto en la alternativa que eligió especialmente para ti. La Voluntad de Dios es que recuerdes esto, y que pases así del más profundo desconsuelo al júbilo perfecto. Acepta la función que se te ha asignado en el plan de Dios para mostrarle a Su Hijo que el infierno y el Cielo son diferentes, no lo mismo. Mas en el Cielo son lo mismo, pues carecen de las diferencias que habrían hecho del Cielo un infierno y del infierno un cielo, si tal demencia hubiese sido posible.

11. La creencia de que es posible perder no es sino el reflejo de la premisa subyacente de que Dios está loco. Pues en este mundo parece que alguien tiene que perder porque otro ganó. Si esto fuese cierto, entonces Dios estaría loco. Mas ¿qué es esa creencia sino una forma de la premisa más básica según la cual, “El pecado es real y es lo que rige al mundo”? Por cada pequeña ganancia que se obtenga, alguien tiene que perder y pagar el importe exacto con sangre y sufrimiento. Pues, de lo contrario, el mal triunfaría y la destrucción sería el costo total de cualquier ganancia. Tú que crees que Dios está loco, examina esto detenidamente y comprende que, o bien Dios es demente o bien lo es esta creencia, pero no ambas cosas.

12. La salvación es el renacimiento de la idea de que nadie tiene que perder para que otro gane. Y todo el mundo tiene que ganar, si es que uno solo ha de ganar. Con esto queda restaurada la cordura. Y sobre esta única roca de verdad la fe puede descansar con perfecta confianza y en perfecta paz en la eterna cordura de Dios. La razón queda satisfecha, pues con esto todas las creencias dementes pueden ser corregidas. Y si esto es verdad, el pecado no puede sino ser imposible. Ésta es la roca sobre la que descansa la salvación, el punto estratégico desde el que el Espíritu Santo le confiere significado y dirección al plan en el que tu función especial tiene un papel que desempeñar. Pues aquí tu función especial se vuelve íntegra porque comparte la función de la totalidad.

13. Recuerda que toda tentación no es más que esto: la creencia descabellada de que la demencia de Dios te volvería cuerdo y te daría lo que quisieras; y de que o bien tú o Dios tendríais que perder ante la demencia porque vuestros objetivos son irreconciliables. La muerte exige vida, pero no la puede mantener a ningún precio. Nadie tiene que sufrir para que la Voluntad de Dios se haga. La salvación es Su Voluntad porque tú la compartes con Él. No es sólo para ti, sino para el Ser que es el Hijo de Dios. Éste no puede perder, pues si pudiese, supondría una pérdida para su Padre, y para Él la pérdida es imposible. Y esto es cuerdo porque es la verdad.

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