¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 16

16.V. La decisión de alcanzar la compleción

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 16

V. La decisión de alcanzar la compleción

Capítulo 16- El perdón de las ilusiones

La decisión de alcanzar la compleción

1. Cuando se examina la relación especial es necesario, antes que nada, darse cuenta de que comporta mucho dolor. Tanto la ansiedad como la desesperación, la culpa y el ataque están presentes, intercalados con períodos en que parecen haber desaparecido. Es esencial que todos estos estados se vean tal como realmente son. Sea cual fuere la forma en que se manifiesten, son siempre un ataque contra el ser para que el otro se sienta culpable. He hablado de esto con anterioridad, pero hay algunos aspectos de lo que realmente se está intentando que aún no hemos examinado.

2. Dicho llanamente, el intento de culpabilizar va siempre dirigido contra Dios, pues el ego quiere que creas que Dios y sólo Él, es culpable, lo cual deja a la Filiación vulnerable al ataque y sin ninguna protección contra él. La relación de amor especial es el arma principal del ego para impedir que llegues al Cielo. No parece ser un arma, pero si examinases cuánto la valoras y por qué, te darías cuenta de que lo es.

3. La relación de amor especial es el regalo más ostentoso del ego y el que mayor atractivo tiene para aquellos que no están dispuestos a renunciar a la culpabilidad. Aquí es donde más claramente se puede ver la “dinámica” del ego, pues, contando con la atracción de su ofrenda, las fantasías que se centran sobre la relación de amor especial son con frecuencia muy evidentes. Normalmente se consideran aceptables e incluso naturales. Nadie considera raro amar y odiar al mismo tiempo, y aun los que creen que odiar es un pecado, simplemente se sienten culpables por ello, pero no hacen nada por corregirlo. Esto es lo que es “normal” en la separación, y aquellos que aprenden que no es normal en absoluto, parecen ser los que no son normales. Pues este mundo es lo opuesto al Cielo al haber sido concebido para ser su opuesto, y todas las cosas aquí son exactamente lo inverso a la verdad. En el Cielo, donde el significado del amor se conoce perfectamente, el amor es lo mismo que la unión. Aquí, donde en lugar del amor se acepta la ilusión de amor, el amor se percibe como separación y exclusión.

4. En la relación especial—nacida del deseo oculto de que Dios nos ame con un amor especial—es donde triunfa el odio del ego. Pues la relación especial es la renuncia al Amor de Dios y el intento de asegurar para uno mismo la condición de ser especial que Él nos negó. Es esencial para la supervivencia del ego que tú creas que el especialismo no es el infierno, sino el Cielo. Pues el ego jamás querría que vieras que lo único que la separación conlleva son pérdidas, al ser la única condición en la que el Cielo no puede existir.

5. Para todo el mundo el Cielo es la compleción. En esto no puede haber desacuerdo porque tanto el ego como el Espíritu Santo lo aceptan. Están, no obstante, en completo desacuerdo con respecto a lo que es la compleción y a cómo se alcanza. El Espíritu Santo sabe que la compleción reside en primer lugar en la unión, y luego en la extensión de ésta. Para el ego, la compleción reside en el triunfo y en la extensión de la “victoria” incluso hasta el triunfo definitivo sobre Dios. El ego cree que con esto el ser se libera finalmente, pues entonces no quedaría nada que pudiera ser un obstáculo para él. Ésa es su idea del Cielo. Para el ego, pues, la unión—la condición en la que él no puede interferir—tiene que ser el infierno.

6. La relación especial es un mecanismo extraño y antinatural del ego para unir Cielo e infierno, e impedir que se pueda distinguir entre uno y otro. Tratar de encontrar lo que supuestamente es lo “mejor” de los dos mundos, simplemente ha dado lugar a que se tengan fantasías de ambos y a que sea imposible percibir a ninguno de ellos tal como realmente es. La relación especial es el triunfo de esta confusión. Es un tipo de unión en que la unión está excluida, pues la exclusión es la base de dicho intento de unión. ¿Qué mejor ejemplo que esto puede haber de la máxima del ego: “¿Busca, pero no halles?”

7. Lo más curioso de todo es el concepto del yo que el ego fomenta en las relaciones especiales. Este “yo” busca relaciones para completarse a sí mismo. Pero cuando encuentra la relación especial en la que piensa que puede lograrlo, se entrega a sí mismo y trata de “intercambiarse” por el yo del otro. Eso no es unión, pues con ello no hay aumento ni extensión. Cada uno de ellos trata de sacrificar el yo que no desea a cambio de uno que cree que prefiere. Y se siente culpable por el “pecado” de apropiarse de algo y de no dar nada valioso a cambio. ¿Qué valor le puede adjudicar a un yo del que quiere deshacerse para obtener uno “mejor”?

8. Ese otro yo “mejor” que el ego busca es siempre uno que es más especial. Y quienquiera que parezca poseer un yo especial es “amado” por lo que se puede sacar de él. Cuando ambos miembros de la relación especial ven en el otro ese yo especial, el ego ve “una unión bendecida en el Cielo”. Pues ni uno ni otro reconocerá que ha pedido el infierno y, por ende, no interferirá en la ilusión que el ego tiene del Cielo y que le ofrece para que suponga un obstáculo para él. Pero si el contenido de todas las ilusiones es el miedo y sólo el miedo, la ilusión del Cielo no es más que una forma “atractiva” de miedo en la que la culpa está profundamente soterrada y se manifiesta en forma de “amor”.

9. El atractivo del infierno reside únicamente en la terrible atracción de la culpabilidad, que el ego ofrece a los que depositan su fe en la pequeñez. La convicción de pequeñez se encuentra en toda relación especial, ya que sólo los que se consideran a sí mismos necesitados podrían valorar el especialismo. Exigir que se te considere especial, y la creencia de que hacer que otro se sienta especial es un acto de amor, hacen del amor algo odioso. El verdadero propósito de la relación especial—en estricta conformidad con los objetivos del ego—es destruir la realidad y substituirla por ilusiones. Pues el ego en sí es una ilusión, y sólo las ilusiones pueden dar testimonio de su “realidad”.

10. Si percibieras la relación especial como un triunfo sobre Dios, ¿la desearías? No pensemos en su naturaleza aterradora ni en la culpa que necesariamente conlleva, ni tampoco en la tristeza o en la soledad. Pues esos no son sino atributos de la doctrina de la separación y de todo el contexto en que se cree que ésta tiene lugar. El tema central de su letanía al sacrificio es que para que tú puedas vivir Dios tiene que morir. Y ése es el tema que se exterioriza en la relación especial. Mediante la muerte de tu yo crees poder atacar al yo de otro, arrebatárselo, y así reemplazar al yo que detestas. Y lo detestas porque piensas que no te ofrece la clase de especialismo que tú exiges. Y al odiarlo lo conviertes en algo ínfimo e indigno porque tienes miedo de él.

11. ¿Cómo podrías conferirle poder ilimitado a lo que crees haber atacado? La verdad se ha vuelto tan temible para ti, que a menos que sea débil, insignificante y no merecedora de que se le otorgue valor, no te atreverás a mirarla de frente. Piensas que estás más a salvo dotando al pequeño yo que inventaste con el poder que le arrebataste a la verdad al vencerla y dejarla indefensa. Observa la precisión con que se ejecuta este rito en la relación especial. Se erige un altar entre dos personas separadas, en el que cada una intenta matar a su yo e instaurar en su cuerpo otro yo que deriva su poder de la muerte del otro. Este rito se repite una y otra vez. Y nunca se completa ni se completará jamás. El rito de compleción no puede completar nada, pues la vida no procede de la muerte ni el Cielo del infierno.

12. Cada vez que alguna forma de relación especial te tiente a buscar amor en ritos, recuerda que el amor no es forma, sino contenido. La relación especial es un rito de formas, cuyo propósito es exaltar la forma para que ocupe el lugar de Dios a expensas del contenido. La forma no tiene ningún significado ni jamás lo tendrá. La relación especial debe reconocerse como lo que es: un rito absurdo en el que se extrae fuerza de la muerte de Dios y se transfiere a Su asesino como prueba de que la forma ha triunfado sobre el contenido y de que el amor ha perdido su significado. ¿Desearías que eso fuese posible, aparte de que es evidente que no lo es? De ser posible, te habrías convertido a ti mismo en un ser indefenso. Dios no está enfadado. Simplemente no pudo permitir que eso ocurriera. Y tú no puedes hacer que Él cambie de parecer al respecto. Ningún rito que hayas inventado en el que la danza de la muerte te deleita puede causar la muerte de lo eterno, ni aquello que has elegido para substituir la Plenitud de Dios puede ejercer influencia alguna sobre ella.

13. No veas en la relación especial más que el intento absurdo de querer anteponer otros dioses a Él y de, al adorarlos, encubrir su pequeñez y la Grandeza de Dios. En nombre de tu propia compleción no desees esto. Pues cualquier ídolo que antepongas a Él se antepone a ti y usurpa el lugar de lo que verdaderamente eres.

14. La salvación reside en el simple hecho de que las ilusiones no son temibles porque no son verdad. Te parecerán temibles en la medida en que no las reconozcas como lo que son, y no las reconocerás como lo que son en la medida en que desees que sean verdad. En esa misma medida estarás negando la verdad y no llevando a cabo la simple elección entre la verdad y las ilusiones; entre Dios y las fantasías. Recuerda esto, y no te resultará difícil percibir la elección exactamente como es y sólo como es.

15. El núcleo de la ilusión de la separación reside simplemente en la fantasía de que es posible destruir el significado del amor. Y a menos que se restaure en ti el significado del amor, tú que compartes su significado no podrás conocerte a ti mismo. La separación no es más que la decisión de no conocerte a ti mismo. Todo este sistema de pensamiento es una experiencia de aprendizaje cuidadosamente urdida, diseñada para apartarte de la verdad y conducirte a las fantasías. Mas por cada enseñanza que pueda hacerte daño, Dios te ofrece corrección y el escape total de todas sus consecuencias.

16. Decidir entre si escuchar o no las enseñanzas de este curso y seguirlas, no es sino elegir entre la verdad y las ilusiones. Pues en este curso se hace una clara distinción entre la verdad y las ilusiones y no se confunden en absoluto. ¡Qué simple se vuelve esta elección cuando se percibe exactamente lo que es! Pues sólo las fantasías hacen que elegir sea confuso, pero las fantasías son totalmente irreales.

17. Éste es, pues, el año en que debes llevar a cabo la elección más fácil a la que te hayas enfrentado jamás, y también la única. Cruzarás el puente que conduce a la realidad simplemente porque te darás cuenta de que Dios está al otro lado y de que aquí no hay nada en absoluto. Cuando te das cuenta de esto, es imposible no tomar la decisión que naturalmente nace de dicho entendimiento.

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