(abreviado como ucdm)
Lucrecia Gamboa
Dalcy Solís
Sindy Pessoa
Hazel Solís
Mike Maher
Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 14
X. La igualdad de los milagros
Capítulo 14 – Las enseñanzas en favor de la verdad
La igualdad de los milagros
1. Cuando ninguna percepción se interponga entre Dios y Sus Creaciones o entre Sus Hijos y las suyas, el conocimiento de la Creación no podrá sino continuar eternamente. Los reflejos que aceptas en el espejo de tu mente mientras estás en el tiempo, o bien te acercan a la eternidad o bien te alejan de ella. Pero la eternidad en sí está más allá del tiempo. Salte del tiempo, y con la ayuda del reflejo de la eternidad en ti, extiéndete y tócala. Y pasarás del tiempo a la Santidad tan inevitablemente como el reflejo de la Santidad exhorta a todos a dejar a un lado la culpa. Sé un reflejo de la paz del Cielo aquí y lleva este mundo al Cielo, pues el reflejo de la verdad atrae a todo el mundo a ésta, y a medida que todos entran en ella, dejan atrás todos los reflejos.
2. En el Cielo la realidad no se refleja, sino que se comparte. Al compartir su reflejo aquí, su verdad se vuelve la única percepción que el Hijo de Dios acepta. De este modo aflora en él el recuerdo de su Padre, y a partir de ese momento nada más puede satisfacerle, excepto su propia realidad. Vosotros en la tierra no tenéis idea de lo que significa no tener límites, pues el mundo en el que aparentemente vivís es un mundo de límites. No es cierto que en este mundo pueda ocurrir algo que no conlleve grados de dificultad. El milagro, por lo tanto, tiene una función única, y lo inspira un Maestro único que trae las leyes de otro mundo a éste. Obrar milagros es lo único que puedes hacer que transciende la idea de grados de dificultad, pues los milagros no están basados en diferencias, sino en la igualdad.
3. Los milagros no compiten entre sí, y el número de milagros que puedes obrar es ilimitado. Pueden ser legión y a la vez simultáneos. Esto no es difícil de entender una vez que concibes que son posibles. Lo que más cuesta entender es que la falta de grados de dificultad que caracteriza al milagro es algo que tiene que proceder de otra parte y no de aquí. Desde el punto de vista del mundo, eso es imposible.
4. Tal vez te hayas dado cuenta de que tus pensamientos no compiten entre sí, y de que, aunque haya conflicto entre ellos, pueden ocurrir simultáneamente y con gran profusión. Puedes ciertamente estar tan acostumbrado a eso que apenas te sorprenda ya. No obstante, estás acostumbrado también a clasificar algunos de tus pensamientos como más importantes o mejores que otros, como más sabios, productivos o valiosos. Esto es cierto con respecto a los pensamientos que se les ocurren a los que creen vivir separados. Pues algunos pensamientos son reflejos del Cielo, mientras que otros los suscita el ego, el cual tan sólo aparenta pensar.
5. El resultado de todo esto es un patrón zigzagueante y variable que nunca descansa y jamás se detiene. Se mueve incesantemente por todo el espejo de tu mente, y los reflejos del Cielo aparecen fugazmente para luego desvanecerse a medida que la obscuridad los envuelve. Allí donde había luz, la obscuridad la elimina en un instante, dando lugar a que patrones que alternan entre la luz y la obscuridad atraviesen tu mente sin tregua. La poca cordura que aún te queda permanece ahí gracias a un sentido de orden que tú mismo estableces. Mas el hecho mismo de que puedas hacer eso y seas capaz de imponer orden donde reina el caos, demuestra que tú no eres un ego y que en ti tiene que haber algo más que un ego. Pues el ego es caos, y si eso fuera lo único que hay en ti, te resultaría imposible imponer ningún tipo de orden. No obstante, aunque el orden que le impones a tu mente limita al ego, también te limita a ti. Poner orden es juzgar y clasificar por medio de juicios. Por lo tanto, es una función que le corresponde al Espíritu Santo, no a ti.
6. Te parecerá difícil aprender que no tienes ninguna base para poner orden en tus pensamientos. El Espíritu Santo te enseña esta lección ofreciéndote los ejemplos deslumbrantes de los milagros, a fin de mostrarte que tu modo de poner orden es desacertado, pero que se te ofrece uno mejor. El milagro responde siempre de la misma manera ante cualquier petición de ayuda. No la juzga. Simplemente reconoce lo que es y responde consecuentemente. No se detiene a considerar qué petición es más importante, más urgente o más apremiante. Tal vez te preguntes por qué se te pide que hagas algo que no requiere que emitas ningún juicio, cuando todavía eres prisionero de los juicios. La respuesta es muy simple: el Poder de Dios, no el tuyo, es el que engendra los milagros. El milagro en sí no hace sino dar testimonio de que el Poder de Dios se encuentra dentro de ti. Ésa es la razón de que el milagro bendiga por igual a todos los que de alguna manera son partícipes en él, y ésa es también la razón de que todos sean partícipes en él. El Poder de Dios es ilimitado. Y al ser siempre máximo, ofrece todo a cualquiera que se lo pida. No hay grados de dificultad en esto. A una petición de ayuda se le presta ayuda.
7. El único juicio involucrado en esto es que el Espíritu Santo divide la petición en dos categorías: una en la que se extiende amor y otra en la que se pide amor. Tú no puedes hacer esa división por tu cuenta sin riesgos, pues estás demasiado confundido como para poder reconocer el amor o para creer que cualquier otra cosa no es sino una petición de amor. Estás demasiado aferrado a la forma y no al contenido. Lo que consideras que es contenido no es contenido en absoluto. Es simplemente forma y nada más que forma. Pues no respondes a lo que un hermano realmente te ofrece, sino sólo a la percepción particular que tienes de su ofrecimiento tal como el ego lo juzga.
8. El ego es incapaz de entender lo que es el contenido y no se interesa por él en absoluto. Para el ego, si la forma es aceptable el contenido lo es también. De otro modo, atacará la forma. Si crees que entiendes algo de la “dinámica” del ego, déjame asegurarte que no entiendes nada. Pues por tu cuenta no puedes entenderla. El estudio del ego no es el estudio de la mente. De hecho, al ego le encanta estudiarse a sí mismo y aprueba sin reservas los esfuerzos que, para “analizarlo”, llevan a cabo los que lo estudian, quienes de este modo demuestran su importancia. Lo único que estudian, no obstante, son formas desprovistas de todo contenido significativo. Pues su maestro es un disparatado, aunque les oculta este hecho con gran celo tras palabras que parecen ser muy elocuentes, pero que cuando se enlazan revelan su falta de coherencia.
9. Esto es típico de los juicios del ego. Por separado, parecen ser coherentes, pero enlázalos, y el sistema de pensamiento que resulta de ese enlace es incoherente y totalmente caótico. Pues la forma no es suficiente para impartirle significado, y la falta de contenido subyacente impide la viabilidad de un sistema de pensamiento cohesivo. La separación sigue siendo, por lo tanto, la condición que el ego siempre elegirá. Pues por su cuenta nadie puede juzgar al ego correctamente. Sin embargo, cuando dos o más se unen para ir en busca de la verdad, el ego ya no puede defender por más tiempo su falta de contenido. El hecho de que puedan unirse les indica que el sistema de pensamiento del ego es falso.
10. Es imposible recordar a Dios en secreto y a solas. Pues recordarle significa que no estás solo y que estás dispuesto a recordar ese hecho. No pienses acerca de ti, pues ninguno de los pensamientos que albergas es para ti únicamente. Si quieres recordar a tu Padre, deja que el Espíritu Santo ponga orden en tus pensamientos y te dé la única respuesta con la que Él responde. Todo el mundo anda en busca de amor al igual que tú, pero no pueden saberlo a menos que se unan a ti en esa búsqueda. Si emprendéis la búsqueda juntos, la luz que os acompañará será tan poderosa que impartirá significado a todo cuanto veáis. La jornada que se hace en solitario está destinada al fracaso porque ha excluido lo que quiere encontrar.
11. De la misma manera en que Dios se comunica con el Espíritu Santo en ti, de igual modo el Espíritu Santo te traduce lo que Él le comunica a través de ti para que puedas entender. Ninguna comunicación de Dios es secreta, pues todo lo que es Suyo está al descubierto y es completamente accesible a todos, puesto que es para todos. Nada puede vivir en secreto, y lo que tú quieres ocultarle al Espíritu Santo no existe. Ninguna interpretación que hagas de un hermano tiene sentido. Deja que el Espíritu Santo te muestre a tu hermano y te enseñe tanto su amor como sus peticiones de amor. Ni tu mente ni la de tu hermano albergan otros órdenes de pensamiento que no sean estos dos.
12. El milagro es el reconocimiento de que esto es verdad. Allí donde hay amor, tu hermano no puede sino ofrecértelo por razón de lo que el amor es. Pero donde lo que hay es una petición de amor, tú tienes que dar amor por razón de lo que eres. Dije antes que este curso te enseñará a recordar lo que eres y restituirá tu Identidad. Ya hemos aprendido que se trata de una Identidad compartida. El milagro se convierte en el medio a través del cual la compartes. Reconocerás tu Identidad al ofrecerla dondequiera que Ésta no se reconozca. Y Dios Mismo, Quien ha dispuesto estar con Su Hijo eternamente, bendecirá cada acto de reconocimiento de Su Hijo con todo el amor que le profesa. El poder de todo Su Amor estará presente en todos los milagros que le ofrezcas a Su Hijo. ¿Cómo podría entonces haber grados de dificultad en los milagros?
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