¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 13

13.XI. La paz del Cielo

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 13

XI. La paz del Cielo

Capítulo 13 – El mundo inocente

La paz del Cielo

1. Las mejores alternativas que el ego ofrece para contrarrestar lo que se percibe como la ruda intromisión de la culpabilidad en la paz son: el olvido, el sueño y la muerte. Aun así, nadie piensa que está en conflicto y abatido por una guerra cruel, a menos que crea que ambos contendientes son reales. Al creerlo, se ve obligado a escapar, pues una guerra así pondría fin a su paz mental y, por lo tanto, lo destruiría. Mas sólo con que se diera cuenta de que la guerra es entre un poder real y uno irreal, podría mirar en su interior y ver su libertad. Nadie pensaría estar abatido y atormentado por interminables batallas si él mismo percibiera que no tienen absolutamente ningún significado.

2. No es la Voluntad de Dios que Su Hijo viva en estado de guerra. Por lo tanto, el imaginado “enemigo” que Su Hijo cree tener es totalmente irreal. No estás sino tratando de escapar de una guerra encarnizada de la que ya te has escapado. La guerra ya terminó, pues has oído el himno de la libertad elevarse hasta el Cielo. Grande es la dicha y el regocijo de Dios por tu liberación porque tú no creaste la libertad. Y de la misma manera en que no creaste la libertad, tampoco creaste una guerra que pudiera poner en peligro dicha libertad. Nada destructivo ha existido nunca ni existirá jamás. La guerra, la culpa y el pasado desaparecieron al unísono en la irrealidad de donde vinieron.

3. Cuando todos estemos unidos en el Cielo, no valorarás nada de lo que valoras aquí. Pues nada de lo que valoras aquí lo valoras completamente, por ende, no lo valoras en absoluto. Sólo aquello a lo que Dios otorgó valor tiene valor, y el valor de lo que Dios aprecia no es susceptible de ser juzgado, pues ya se fijó. Su valor es absoluto. Las únicas alternativas que tienes ante ti son apreciarlo o no. Valorarlo parcialmente significa que se desconoce su valor. En el Cielo está todo lo que Dios valora, y nada más. Allí nada es ambiguo. Todo es claro y luminoso, y suscita una sola respuesta. En el Cielo no hay tinieblas ni contrastes. Nada varía ni sufre interrupción alguna. Lo único que se experimenta es una sensación de paz tan profunda, que ningún sueño de este mundo ha podido jamás proporcionarte ni siquiera el más leve indicio de lo que dicha paz es.

4. No hay nada en este mundo que pueda brindarte semejante paz porque no hay nada en este mundo que se comparta totalmente. La percepción perfecta tan sólo puede mostrarte lo que se puede compartir plenamente. Puede mostrarte asimismo lo que resulta de ese compartir mientras todavía tengas presente los resultados de no compartir. El Espíritu Santo señala calladamente el contraste sabiendo que, en última instancia, dejarás que Él juzgue por ti la diferencia, permitiéndole que te muestre cuál de las dos alternativas es cierta. Tiene perfecta fe en tu juicio final porque sabe que es Él Quien lo emitirá por ti. Dudar de eso sería dudar de que Él vaya a llevar a cabo Su misión. Mas ¿cómo iba a ser posible eso cuando Su misión es de Dios?

5. Tú, cuya mente está ensombrecida por las dudas y la culpabilidad, recuerda esto: Dios te dio el Espíritu Santo a Quien le encomendó la misión de eliminar toda duda y todo vestigio de culpa que Su amado Hijo se haya echado encima. Su misión no puede fracasar, pues nada puede impedir el logro de lo que Dios ha dispuesto que se logre. La Voluntad de Dios se hace sean cuales fueren tus reacciones a la Voz del Espíritu Santo, sea cual fuere la voz que elijas escuchar y sean cuales fueren los extraños pensamientos que te asalten. Encontrarás la paz en la que Dios te ha establecido porque Él no cambia de parecer. Él es tan estable como la paz en la que moras, la cual el Espíritu Santo te recuerda.

6. En el Cielo no recordarás cambios ni variaciones. Sólo aquí tienes necesidad de contrastes. Los contrastes y las diferencias son recursos de aprendizaje necesarios, pues gracias a ellos aprendes lo que debes evitar y lo que debes procurar. Cuando hayas aprendido eso, encontrarás la respuesta que elimina la necesidad de las diferencias. La verdad viene por su cuenta a encontrarse consigo misma. Cuando hayas aprendido que tú le perteneces a la Verdad, ésta vendrá hasta ti quedamente sin diferencias de ninguna clase, pues no necesitarás ningún contraste que te ayude a comprender que eso y sólo eso es lo que quieres. No temas que el Espíritu Santo vaya a fracasar en la misión que tu Padre le ha encomendado. La Voluntad de Dios no fracasa en nada.

7. Ten fe únicamente en lo que sigue a continuación, y ello será suficiente: la Voluntad de Dios es que estés en el Cielo, y no hay nada que te pueda privar del Cielo o que pueda privar al Cielo de tu presencia. Ni tus percepciones falsas más absurdas ni tus imaginaciones más extrañas o pesadillas más aterradoras significan nada. No prevalecerán contra la paz que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti. El Espíritu Santo restaurará tu cordura porque la demencia no es la Voluntad de Dios. Si eso es suficiente para el Espíritu Santo, también es suficiente para ti. No conservarás lo que Dios desea que se elimine porque eso interrumpe Su comunicación contigo, que es con quien Él quiere comunicarse. Su Voz se oirá.

8. El nexo de comunicación que Dios Mismo colocó dentro de ti y que une tu mente con la Suya, no puede ser destruido. Tal vez creas que ése es tu deseo, y esa creencia ciertamente interfiere en la profunda paz en la que se conoce la dulce y constante comunicación que Dios desea mantener contigo. Sus canales de extensión, no obstante, no pueden cerrarse del todo o separarse de Él. Gozarás de paz porque Su Paz fluye todavía hacia ti desde Aquel Cuya Voluntad es la paz. Dispones de ella en este mismo instante. El Espíritu Santo te enseñará a usarla y, al extenderla, sabrás que se encuentra en ti. Dios dispuso que el Cielo fuese tuyo, y nunca dispondrá otra cosa para ti. Lo único que el Espíritu Santo conoce es la Voluntad de Dios. Es imposible que no alcances el Cielo, pues Dios es algo seguro, y lo que Su Voluntad dispone es tan seguro como Él.

9. Aprenderás lo que es la salvación porque aprenderás a salvar. Es imposible que te puedas excluir de lo que el Espíritu Santo quiere enseñarte. La salvación es algo tan seguro como Dios. Y Su Certeza es suficiente. Date cuenta de que incluso la más tenebrosa pesadilla que perturba la mente del Hijo durmiente de Dios no tiene poder alguno sobre él. Él aprenderá la lección del despertar. Dios vela por él y la luz le rodea.

10. ¿Cómo iba a poder el Hijo de Dios perderse en sueños cuando Dios ha puesto dentro de él la jubilosa llamada a despertar y a ser feliz? Él no se puede separar de lo que está en él. Su sueño no podrá resistir la llamada a despertar. Es tan seguro que la misión de la redención se cumplirá como que la Creación permanecerá inmutable por toda la eternidad. No tienes que saber que el Cielo es tuyo para que lo sea. Lo es. Mas para saberlo, tienes que aceptar que la Voluntad de Dios es tu voluntad.

11. El Espíritu Santo des-hará por ti todo lo que has aprendido que enseña que lo que no es verdad tiene que ser reconciliado con la verdad. Ésta es la reconciliación con la que el ego quisiera substituir tu reconciliación con la cordura y con la paz. El Espíritu Santo tiene pensado para ti un tipo de reconciliación muy diferente, y lo pondrá en práctica tan inexorablemente como que al ego le será imposible poner en práctica lo que se propone. El fracaso es cosa del ego, no de Dios. No puedes alejarte de Él; y es imposible que el plan que el Espíritu Santo le ofrece a todo el mundo para la salvación de todos, no sea perfectamente consumado. Serás liberado y no recordarás nada de lo que fabricaste, salvo lo que fue creado para ti, y a su vez por ti. Pues ¿cómo podrías recordar lo que nunca fue verdad o no recordar lo que siempre lo ha sido? En esta reconciliación con la verdad y sólo con la verdad radica la paz del Cielo.

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