(abreviado como ucdm)
Lucrecia Gamboa
Dalcy Solís
Sindy Pessoa
Hazel Solís
Mike Maher
Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 13
Introducción
Capítulo 13 – El mundo inocente
Introducción
1. Si no te sintieras culpable no podrías atacar, pues la condenación es la raíz del ataque. La condenación es el juicio que una mente hace contra otra de que es indigna de amor y merecedora de castigo. Y en esto radica la división, pues la mente que juzga se percibe a sí misma como separada de la mente a la que juzga, creyendo que, al castigar a otra mente, puede librarse del castigo. Todo esto no es más que un intento ilusorio de la mente de negarse a sí misma y de eludir la sanción que dicha negación conlleva. No es un intento de renunciar a la negación, sino de aferrarse a ella. Pues la culpa es lo que ha hecho que el Padre esté velado para ti y lo que te ha llevado a la demencia.
2. La aceptación de la culpa en la mente del Hijo de Dios fue el comienzo de la separación, de la misma manera en que la aceptación de la Expiación será su final. El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpa ha enloquecido. Contempla detenidamente este mundo y te darás cuenta de que así es. Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son las leyes de la muerte. Los niños vienen al mundo con dolor y mediante el dolor. Su crecimiento va acompañado de sufrimiento y muy pronto aprenden lo que son las penas, la separación y la muerte. Sus mentes parecen estar atrapadas en sus cerebros y sus fuerzas parecen decaer cuando sus cuerpos se lastiman. Parecen amar, sin embargo, abandonan y son abandonados. Y parecen perder aquello que aman, la cual es quizá la más descabellada de todas las creencias. Sus cuerpos se marchitan, exhalan el último suspiro, se les da sepultura y dejan de existir. Ni uno solo de ellos ha podido dejar de creer que Dios es cruel.
3. Si éste fuese el mundo real, Dios sería ciertamente cruel. Pues ningún padre podría someter a sus hijos a eso como pago por la salvación y al mismo tiempo ser amoroso. El amor no mata para salvar. Si lo hiciera, el ataque sería la salvación, y ésa es la interpretación del ego, no la de Dios. Sólo el mundo de la culpa podría exigir eso, pues sólo los que se sienten culpables podrían concebirlo. El “pecado” de Adán no habría podido afectar a nadie si él no hubiese creído que fue el Padre Quien lo expulsó del Paraíso. Pues a raíz de esa creencia se perdió el conocimiento del Padre, ya que sólo los que no Lo comprenden podrían haber creído tal cosa.
4. Este mundo es la imagen de la crucifixión del Hijo de Dios. Y hasta que no te des cuenta de que el Hijo de Dios no puede ser crucificado, éste será el mundo que verás. No podrás comprender esto, no obstante, hasta que no aceptes el hecho eterno de que el Hijo de Dios no es culpable. Él sólo merece amor porque sólo ha dado amor. No se le puede condenar porque él nunca ha condenado. La Expiación es la última lección que necesita aprender, pues le enseña que puesto que nunca pecó, no tiene necesidad de salvación.
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