¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Texto – Capítulo 10

10.III. El dios de la enfermedad

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Texto – Capítulo 10

III. El dios de la enfermedad

Capítulo 10 – Los ídolos de la enfermedad

El dios de la enfermedad

1. No has atacado a Dios y ciertamente lo amas. ¿Puedes acaso cambiar tu realidad? Nadie puede disponer su propia destrucción. Cuando piensas que te estás atacando a ti mismo, es señal evidente de que odias lo que crees ser. Y eso y sólo eso, es lo único que puedes atacar. Lo que crees ser puede ser muy odioso, y lo que esta extraña imagen te lleva a hacer puede ser muy destructivo. Mas la destrucción no es más real que la imagen, si bien los que inventan ídolos ciertamente los veneran. Los ídolos no son nada, pero sus adoradores son los Hijos enfermos de Dios. Dios desea verlos libres de sus enfermedades y de vuelta en Su Mente. No limitará en modo alguno el poder que tienes de ayudarlos, puesto que te lo dio. No tengas miedo de ese poder, pues es tu salvación.

2. ¿Qué Consolador puede haber para los Hijos enfermos de Dios, salvo Su Poder a través de ti? Recuerda que no importa en qué parte de la Filiación se Le acepte, Él siempre es aceptado por todos, y cuando tu mente Lo recibe, Su recuerdo despierta en toda la Filiación. Sana a tus hermanos aceptando simplemente a Dios por ellos. Vuestras mentes no están separadas, y Dios tiene solamente un canal para sanar porque sólo tiene un Hijo. El único nexo de comunicación que le queda a Dios con Sus Hijos los une a todos ellos entre sí, y a todos ellos con Él. Ser consciente de esto es sanarlos, ya que es la conciencia de que ninguno de ellos está separado y, por ende, ninguno está enfermo.

3. Creer que un Hijo de Dios puede estar enfermo es creer que parte de Dios puede sufrir. El amor no puede sufrir porque no puede atacar. Recordar el amor, por lo tanto, trae consigo invulnerabilidad. No te pongas de parte de la enfermedad en presencia de un Hijo de Dios aunque él crea en ella, pues tu aceptación de que Dios reside en él da testimonio del Amor de Dios que él ha olvidado. Tu reconocimiento de que él forma parte de Dios le recuerda la verdad acerca de sí mismo, que él está negando. ¿Reforzarías aún más su negación de Dios, perdiéndote así de vista a ti mismo? ¿O le recordarías su plenitud y te acordarías de tu Creador con él?

4. Creer que un Hijo de Dios está enfermo es adorar al mismo ídolo que él adora. Dios creó el amor, no la idolatría. Todas las formas de idolatría son caricaturas de la Creación, y las enseñan mentes enfermizas que están demasiado divididas como para poder saber que la Creación comparte el poder y nunca lo usurpa. La enfermedad es idolatría porque es la creencia de que se te puede desposeer de tu poder. Esto, no obstante, es imposible porque formas parte de Dios, que es todo poder. Un dios enfermo no puede por menos que ser un ídolo, hecho a imagen y semejanza de lo que su hacedor cree ser. Y esto es exactamente lo que el ego percibe en un Hijo de Dios: un dios enfermo, auto-creado, autosuficiente, sumamente perverso y extremadamente vulnerable. ¿Es éste el ídolo que quieres adorar? ¿Es ésta la imagen para salvar la cual te mantienes alerta? ¿Tienes realmente miedo de perder esto?

5. Examina con calma la conclusión lógica del sistema de pensamiento del ego y determina si lo que te ofrece es realmente lo que deseas, pues eso es lo que te ofrece. Para obtenerlo estás dispuesto a atacar la Divinidad de tus hermanos y así perder de vista la tuya. Y estás dispuesto a mantenerla oculta para proteger un ídolo que crees que te salvará de los peligros que él representa, pero que no existen.

6. En el Reino no hay idólatras, sino un gran aprecio por todo lo que Dios creó, debido al sereno conocimiento de que cada ser forma parte de Él. El Hijo de Dios no sabe de ídolos, pero sí sabe Quién es su Padre. En este mundo la salud es el equivalente de lo que en el Cielo es la valía. No es mi mérito lo que te aporto, sino mi amor, pues tú no te consideras valioso. Cuando no te consideras valioso enfermas, pero la valía que te adjudico puede curarte porque la valía del Hijo de Dios es una y la misma. Cuando dije: “Mi paz os doy”, eso es exactamente lo que quise decir. La paz te llega de parte de Dios por mediación mía. Es para ti aunque tú no la pidas.

7. Cuando un hermano está enfermo es porque no está pidiendo paz y, por lo tanto, no sabe que ya dispone de ella. Aceptar la paz es negar lo ilusorio, y la enfermedad es una ilusión. Todo Hijo de Dios, no obstante, tiene el poder de negar lo ilusorio en cualquier parte del Reino simplemente negándolo completamente en sí mismo. Yo puedo curarte porque te conozco. Conozco tu valía por ti, y esta valía es lo que te hace íntegro. Una mente íntegra no es idólatra ni sabe de leyes conflictivas. Te curaré simplemente porque sólo tengo un mensaje y ese mensaje es verdad. Tu fe en él te hará íntegro cuando tengas fe en mí.

8. No recurro a engaños para difundir el mensaje de Dios, y aprenderás esto a medida que aprendas que siempre recibes en la misma medida en que aceptas. Podrías aceptar paz ahora mismo por todo el mundo, y así liberarlos completamente de sus ilusiones, pues has oído Su Voz. Pero no antepongas otros dioses a Él o no podrás oír. Dios no tiene celos de los dioses que inventaste, pero tú sí. Quieres conservarlos y servirles porque crees que ellos te hicieron a ti. Crees que son tu padre porque estás proyectando sobre ellos el pavoroso hecho de que los inventaste para reemplazar a Dios. Y cuando parezcan hablarte recuerda que nada puede reemplazar a Dios, y que todos los substitutos con los que lo has intentado suplantar no son nada.

9. Dicho llanamente, pues, puede que creas que tienes miedo de la nada, pero en realidad tienes miedo de lo que no es nada. Y al darte cuenta de esto sanas. Oirás al dios al que prestes atención. Inventaste al dios de la enfermedad, y al inventarlo te capacitaste para oírle. No obstante, no lo creaste, pues él no es la Voluntad del Padre. Por lo tanto, no es eterno, y quedará des-hecho en el instante en que indiques que estás dispuesto a aceptar solamente lo eterno.

10. Si Dios no tiene más que un solo Hijo, no puede haber más que un solo Dios. Compartes la realidad con Él porque la realidad no está dividida. Anteponer otros dioses a Él es anteponer otras imágenes a ti mismo. No te das cuenta de cuánto caso haces a tus dioses y de cuán alerta te mantienes en defensa de ellos. No obstante, existen únicamente porque tú los honras. Honra sólo lo que es digno de ser honrado y tendrás paz. La paz es el legado de tu verdadero padre. No puedes engendrar a tu Padre, y el falso padre que inventaste no te procreó a ti. Las ilusiones no son dignas de ser honradas porque al honrarlas no estás honrando nada. No obstante, tampoco deben temerse, pues lo que no es nada no puede ser temible. Has elegido tener miedo del amor por razón de su perfecta mansedumbre, y debido a ese miedo has estado dispuesto a renunciar a la perfecta capacidad que tienes de ser útil y a la perfecta Ayuda de la que dispones.

11. Únicamente en el Altar de Dios podrás encontrar paz. Y este Altar está en ti porque Dios lo puso ahí. Su Voz todavía te llama a retornar, y la oirás cuando dejes de anteponer otros dioses a Él. Puedes renunciar al dios de la enfermedad por tus hermanos; de hecho, eso es lo que tendrás que hacer si renuncias a él tú mismo. Pues si ves al dios de la enfermedad en alguna parte, lo has aceptado. Y si lo has aceptado, te postrarás ante él y lo adorarás porque fue concebido para reemplazar a Dios. Él es la creencia de que puedes elegir qué dios es real. Si bien está claro que esto no tiene nada que ver con la realidad, está igualmente claro que tiene mucho que ver con la realidad tal como tú la percibes.

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