¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Tema 12 – Lección 336

UCDM – Tema 12 – Lección 336

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Tema 12 – Lección 336

¿Qué es el ego?

1. El ego no es otra cosa que idolatría; el símbolo de un yo limitado y separado, nacido en un cuerpo, condenado a sufrir y a que su vida acabe en la muerte. Es la “voluntad” que ve a la Voluntad de Dios como su enemigo y que adopta una forma en la que Ésta es negada. El ego es la “prueba” de que la fuerza es débil y el amor temible, la vida en realidad es la muerte y sólo lo que se opone a Dios es verdad.

2. El ego es demente. Lleno de miedo, se alza más allá de lo Omnipresente, apartado de la Totalidad y separado de lo Infinito. En su demencia cree también haber vencido a Dios. Y desde su terrible autonomía “ve” que la Voluntad de Dios ha sido destruida. Sueña con el castigo y tiembla ante las figuras de sus sueños: sus enemigos, que andan tras él queriendo asesinarlo antes de que él pueda proteger su seguridad atacándolos primero.

3. El Hijo de Dios no tiene ego. ¿Qué puede saber él de la locura o de la muerte de Dios, cuando mora en Él? ¿Qué puede saber de penas o de sufrimientos, cuando vive en una dicha eterna? ¿Qué puede saber del miedo o del castigo, del pecado o de la culpa, del odio o del ataque, cuando lo único que le rodea es paz eterna, por siempre imperturbable y libre de todo conflicto, en la tranquilidad y silencio más profundos?

4. Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamientos, sus obras o actos, sus leyes o creencias, sus sueños o esperanzas, así como tampoco los planes que tiene para su propia salvación ni el costo que conlleva creer en él. Desde el punto de vista del sufrimiento, el precio que hay que pagar por tener fe en el ego es tan inmenso que la ofrenda que se hace a diario en su tenebroso santuario es la crucifixión del Hijo de Dios. a Y la sangre no puede sino correr ante el altar donde sus enfermizos seguidores se preparan para morir.

5. No obstante, una sola azucena de perdón puede transformar la obscuridad en luz y el altar a las ilusiones en el templo a la Vida Misma. Y la paz se les restituirá para siempre a las santas mentes que Dios creó como Su Hijo, Su Morada, Su Dicha y Su Amor, completamente Suyas y completamente unidas a Él.

 

Lección 336

El perdón me enseña que todas las mentes están unidas.

1. El perdón es el medio por el que a la percepción le llega su fin. El Conocimiento es restituido una vez que la percepción haya sido primero modificada, y luego haya dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su más elevado alcance. Pues, en el mejor de los casos, las imágenes y los sonidos tan sólo pueden servir para evocar el recuerdo que yace tras todos ellos. El perdón elimina las distorsiones y revela el altar a la verdad que se hallaba oculto. Sus blancas azucenas refulgen en la mente y la instan a regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en vano había buscado fuera. Pues ahí y sólo ahí, se restaura la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo.

2. Que en la quietud el perdón elimine mis sueños de separación y de pecado. Y que pueda entonces, Padre, mirar en mi interior y descubrir que Tu promesa de que en mí no hay pecado es verdad; que Tu Palabra permanece inalterada en mi mente y que Tu Amor reside todavía en mi corazón.

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