¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – Repaso 3 – Lección 126

UCDM – Repaso 3 – Lección 126

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – Repaso 3 – Lección 126

Lección 126

Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.

1. La idea de hoy—que es completamente ajena al ego y a la manera de pensar del mundo—es crucial para la inversión de pensamiento al que este curso dará lugar. Si creyeras lo que la idea de hoy afirma, no te resultaría difícil perdonar completamente, tendrías certeza con respecto a tu objetivo y no tendrías ninguna duda acerca de tu rumbo. Entenderías los medios a través de los cuales se alcanza la salvación y no vacilarías en emplearlos ahora mismo.

2. Examinemos lo que crees en lugar de esta idea. Te parece que los demás están separados de ti, que son capaces de adoptar comportamientos que no tienen repercusión alguna sobre tus pensamientos, y que los que tú adoptas no tienen repercusión alguna sobre los de ellos. Tus actitudes, por lo tanto, no tienen ningún efecto sobre ellos y sus súplicas de ayuda no guardan relación alguna con las tuyas. Crees además que ellos pueden pecar sin que ello afecte la percepción que tienes de ti mismo, mientras que tú puedes juzgar sus pecados y mantenerte a salvo de cualquier condenación y en paz.

3. Y así, cuando “perdonas” un pecado, no ganas nada directamente. Es una ofrenda de caridad a alguien que no se la merece, a fin de demostrar simplemente que tú eres mejor y que te encuentras en un plano superior a él. Él no se ha ganado la limosna de tu tolerancia—que tú le concedes sabiendo que no es digno de tal dádiva— ya que sus pecados lo han situado por debajo de una verdadera igualdad contigo. No tiene derecho a tu perdón, el cual supone un regalo para él, pero no para ti.

4. De este modo, el perdón es básicamente pernicioso: un capricho caritativo, benévolo tal vez, pero inmerecido; una dádiva que a veces se concede y a veces se niega. Puesto que es “inmerecido”, es justo no otorgarlo, pero no es justo que tú tengas que sufrir por haberte negado a concederlo. El pecado que perdonas no es tu pecado. Lo cometió alguien que se encuentra separado de ti. Y si tú entonces eres magnánimo con él y le concedes lo que no se merece, la dádiva es algo tan ajeno a ti como lo fue su pecado.

5. Si esto fuera verdad, el perdón no tendría ningún fundamento sobre el que basarse con certeza y seguridad. Sería una excentricidad, según la cual algunas veces decides conceder indulgentemente un perdón inmerecido. Conservarías, no obstante, el derecho a no eximir al pecador de la justa retribución por su pecado. ¿Crees que el Señor de los Cielos iba a permitir que la salvación del mundo dependiera de esto? ¿No sería acaso Su interés por ti ciertamente ínfimo si permitiera que tu salvación dependiera de un capricho?

6. No entiendes lo que es el perdón. Tal como lo ves, no es sino un freno al ataque abierto que no requiere corrección alguna en tu mente. Tal como lo percibes, no puede aportarte paz. No constituye un medio por el cual liberarte de aquello que ves en otro, pero no en ti mismo. No tiene poder alguno para restaurar en tu conciencia tu unidad con él. Eso no es lo que Dios dispuso que el perdón fuese para ti.

7. Al no haberle concedido al Padre el regalo que te pide, no puedes reconocer Sus regalos, y crees que no te los ha dado. Sin embargo, ¿te pediría Él un regalo que no fuera para ti? ¿Podría acaso contentarse con gestos vacíos y considerar que tales míseros regalos son dignos de Su Hijo? La salvación es un regalo mucho mejor que eso. Y el verdadero perdón, que es el medio por el que se alcanza la salvación, no puede sino sanar a la mente que da, pues dar es recibir. Lo que no se ha recibido, no se ha dado, pero lo que se ha dado tiene necesariamente que haberse recibido.

8. Hoy trataremos de entender la verdad según la cual el que da y el que recibe son uno. Vas a necesitar ayuda para dar sentido a esto, ya que es una idea completamente ajena a los pensamientos a los que estás acostumbrado. Mas la Ayuda que necesitas está aquí. Deposita hoy tu fe en Él, y pídele que esté contigo a la hora de practicar con la verdad. Y si logras captar aunque sea un pequeño atisbo de la liberación que reside en la idea que practicamos hoy, éste será ciertamente un día de gloria para el mundo.

9. Dedica hoy quince minutos en dos ocasiones a tratar de entender la idea de hoy. Esta idea es el pensamiento mediante el cual el perdón pasa a ocupar el lugar que le corresponde entre tus prioridades. Es el pensamiento que liberará a tu mente de cualquier obstáculo que te impida comprender el significado del perdón y que te permitirá darte cuenta de lo valioso que es para ti.

10. Mientras permaneces en silencio, cierra los ojos al mundo que no comprende lo que es el perdón y busca refugio en el sereno lugar en el que los pensamientos se transforman y donde las falsas creencias se abandonan. Repite la idea de hoy y pide ayuda para poder entender lo que realmente significa. Estate dispuesto a dejarte enseñar. Alégrate de oír lo que te dice la Voz de la Verdad y de la curación, y entenderás las palabras que Él te diga y reconocerás que son las tuyas.

11. Tan a menudo como puedas hoy, recuérdate a ti mismo que tienes un objetivo, una meta que hace que éste sea un día especialmente importante para ti y para todos tus hermanos. No permitas que tu mente se olvide de este objetivo por mucho tiempo, sino que di para tus adentros:

Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy. La Ayuda que necesito para comprender que esto es verdad está conmigo ahora. Y confiaré plenamente en Él.

Permanece luego en silencio por un momento y deja que tu mente sea receptiva a Su Corrección y a Su Amor. Y creerás lo que Le oigas decir, pues recibirás lo que Él te dé.

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¡Un Curso de Milagros!

Se publicará una lección por día. Los audios se agruparán en orden consecutivo según día.

 

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