¡Un Curso de Milagros!

(abreviado como ucdm)

Lucrecia Gamboa

Audio – El Canto de la Oración

2.III. El perdón-para-salvar

Colaboran

Colabora

Dalcy Solís

Colabora

Sindy Pessoa

Colabora

Hazel Solís

Colabora

Mike Maher

Transcripción Audio

Un Curso de Milagros
UCDM – El Canto de la Oración – 2. El Perdón

III. El perdón-para-salvar

2. EL PERDÓN

El perdón-para-salvar

1. El perdón-para-salvar tiene una forma y sólo una. No pide prueba alguna de inocencia ni pago de ninguna clase. No discute ni evalúa los errores que desea pasar por alto. No ofrece regalos falsamente ni promete libertad mientras ordena la muerte. ¿Acaso iba Dios a engañarte? Él sólo te pide que tengas confianza y la buena voluntad de aprender cómo llegar a ser libre. Él ofrece Su Maestro a quienquiera que pida y busque comprender Su Voluntad. Su buena disposición para dar está más allá de tu comprensión y de tu simple entendimiento. No obstante, ha dispuesto que aprendas el camino que te lleva a Él, y lo que Su Voluntad dispone goza de certeza.

2. Criatura de Dios, los regalos de Dios son tuyos, no por razón de tus planes, sino por Su santa Voluntad. Su Voz te enseñará lo que es el perdón y cómo concederlo tal como Él dispone se debe hacer. Por lo tanto, no busques comprender lo que todavía está más allá de tu alcance, sino más bien deja que sea una forma de conducirte allí donde los ojos de Cristo se convierten en la manera de ver que eliges. Abandona todo lo demás, pues no hay nada más. Cuando alguien te pida ayuda de la clase que sea, Él es Quien contestará por Sólo tienes que hacerte a un lado y no interferir. El perdón-para-salvar es Su tarea y es Él Quien responderá por ti.

3. No determines la forma que debe adoptar el perdón de Cristo. Él sabe la manera de convertir cada llamada en una ayuda para ti, conforme te apresuras a llegar por fin a casa de tu Padre. Ahora Él puede hacer que tu paso sea firme y tus palabras sinceras, no con tu propia sinceridad, sino con la Suya. Deja que Él se haga cargo de cómo vas a perdonar, y así cada ocasión será para ti un paso más en dirección al Cielo y a la paz.

4. ¿No estás cansado del cautiverio? Dios no eligió esta amarga senda para ti. Lo que has elegido todavía puede des-hacerse, pues la oración es misericordiosa y Dios es justo. La Suya es una justicia que Él puede entender, pero tú aún no. De todos modos, te dará los medios para que la aprendas de Él y llegues por fin a entender que la condenación no es real y que fabrica ilusiones en su propio malvado nombre. Sin embargo, la forma que los sueños parezcan adoptar es irrelevante, pues las ilusiones no son ciertas. La Voluntad de Dios es la verdad, y tú eres uno con Él en Voluntad y propósito. Con esto terminan todos los sueños.

5. “¿Qué debo hacer por Tu santo Hijo?” debe ser lo único que preguntes siempre que se requiera tu ayuda y se busque el perdón. No necesitas juzgar la forma en que se te pide. Y no seas tú quien determina la manera en la que el perdón debe llegar para salvar al Hijo de Dios. La luz de Cristo en él es su liberación y es ésta la que responde a su llamada. Perdónalo tal como el Cristo decide que debes hacerlo, y contémplalo a través de Sus ojos y también habla por Él. Él conoce la necesidad; la pregunta y la respuesta. Y te dirá exactamente qué debes hacer, en palabras que puedas entender y también utilizar. No confundas Su función con la tuya. Él es la Respuesta. Tú, el que escucha.

6. ¿Y acerca de qué te habla Él? Acerca de la salvación y del regalo de paz. Acerca del fin del pecado, del fin de la culpa y del fin de la muerte. Y acerca del papel que Él desempeña en el perdón. Limítate a escuchar. Pues Él será escuchado por todo aquel que invoque Su Nombre y ponga su perdón en Sus manos. Le ha dado el perdón para que lo enseñe, para que lo salve de la destrucción y para hacer que los medios empleados para la separación, el pecado y la muerte se conviertan de nuevo en el santo regalo de Dios. La oración es Su Propia Mano derecha, liberada ahora para salvar conforme se permite venir al verdadero perdón desde Su eterna vigilancia y Amor. Escucha y aprende, y no juzgues. Es a Dios a Quien te diriges para oír lo que debes hacer. Su respuesta será clara como el día, más Su perdón no es lo que tú crees que es.

7. Pero Él lo sabe y eso es suficiente. El perdón tiene un Maestro que no fracasa en nada. Reflexiona sobre esto por un momento, y no intentes juzgar el perdón ni limitarlo a un marco mundano. Deja que se eleve hasta Cristo, Quien lo recibe como un regalo para Sí. Él no te dejará sin consuelo ni dejará de enviarte Sus ángeles desde lo alto para que te respondan en Su Propio Nombre. Él está junto a la puerta para la cual el perdón es la única llave. Dásela para que Él la use en tu lugar, y verás la puerta abrirse silenciosamente revelándote la radiante faz de Cristo. Contempla a tu hermano ahí, tras la puerta; el Hijo de Dios tal como Él lo creó.

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