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Capítulo 9 – Parte 3

Todo sobre el Amor

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Capítulo 9 – Parte 3

Capítulo 9 - Parte 3

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Reciprocidad: la esencia del amor

Para conocer el amor tenemos que desprendernos de la ideología sexista, sea cual sea la forma que adopte en nuestras vidas. La adhesión a esa manera de pensar siempre nos llevará de vuelta al conflicto entre los sexos, una idea de los roles sexuales que empequeñece no solo a las mujeres, sino también a los hombres. Para practicar el arte del amor, debemos ante todo elegir el amor, es decir, admitir ante nosotros mismos que queremos conocerlo y abandonarnos a él, aunque no sepamos lo que significa. A los más cínicos, a los que han perdido toda la fe en el poder del amor, se les exige un acto de fe. En El camino hacia el amor, Deepak Chopra nos invita a recordar que el amor puede hacer mucho:

La dolorosa necesidad creada por la falta de amor solo puede ser satisfecha aprendiendo de nuevo a amar y ser amado. Todos debemos descubrir por nosotros mismos que el amor es una fuerza no menos real que la fuerza de la gravedad, y que una vida vivida cada día, cada hora, cada minuto bajo el estandarte del amor no es una fantasía, sino que debe ser nuestra condición natural.

A la mayoría de los hombres nunca se les dice que necesitan el consuelo del amor todos los días. El pensamiento sexista les impide reconocer su deseo de amor y aceptar que una mujer les guíe en ese camino.

La inmensa mayoría de las mujeres aprenden de niñas, gracias a las enseñanzas de quienes las cuidan y al bombardeo de los medios de comunicación, a tener esas atenciones elementales que forman parte de la práctica del amor. Nos animan a ser empáticas, a cuidar de los demás y, lo que es más importante, a escuchar. Normalmente este tipo de educación no tiene como objetivo enseñarnos a amar a un hombre y compartir con él nuestros conocimientos en el campo sentimental, sino ser maternal con nuestros hijos. Tanto es así que la mayoría de las mujeres adultas renuncian fácilmente a lo que han aprendido sobre el cuidado y el respeto (importantes ingredientes del amor) en pro de la relación con sus parejas patriarcales (masculinas o femeninas), que no saben nada sobre el amor y no tienen ni una idea rudimentaria de cómo cuidar al otro. Las mujeres que nunca permitirían que un niño las insultara y humillara están dispuestas a aceptar este comportamiento en los hombres. En la relación de pareja, si la pretensión de ser respetada interfiere en el deseo de tener y mantener una pareja, las mujeres renuncian fácilmente al respeto que exigen a los niños.

Es raro que un padre enseñe a su hijo a mentir. Sin embargo, en el varón adulto, la falsedad —que se manifiesta en la propia mentira, pero también en la reticencia— se considera a menudo un comportamiento aceptable y justificable. La decisión de ser sincero es el primer paso hacia el amor. Los que realmente aman no engañan. Una vez que has tomado la decisión de ser franco, el siguiente paso es aprender a comunicarte. En The Healing of America, Marianne Williamson incide en la importancia de la escucha, apoyándose para ello en el filósofo Paul Tillich, según el cual, en el amor, la primera responsabilidad es escuchar:

No podemos aprender a comunicarnos profundamente a menos que aprendamos a escucharnos unos a otros, pero también a escucharnos a nosotros mismos y a Dios. El devoto silencio es un poderoso instrumento para la curación de nuestros corazones y para la curación de la nación. […] De ahí pasamos a la siguiente etapa en el proceso de nuestra sanación: la capacidad de comunicar nuestra auténtica verdad, de curar y ser curados por su poder.

Escuchar no significa simplemente prestar atención a lo que sabemos de los demás, sino aprender a escuchar la voz de nuestro corazón y nuestras voces interiores.

Tomar conciencia del déficit de amor que experimentamos y expresar todo el dolor que ello ha generado es una manera de reanudar el viaje en busca del amor. En las relaciones, ya sean heterosexuales u homosexuales, el compañero que sufre a menudo descubre que su pareja no está dispuesta a «escuchar» nada sobre el dolor. Me encuentro muchas veces con mujeres que confiesan que se sienten emocionalmente derrotadas cuando su pareja se niega a escucharlas o a hablar. Cuando las mujeres se comunican porque sufren, se suele decir que no hacen más que «lloriquear». A algunas se les dice continuamente que su pareja «está cansada de oír sus tonterías». Estas situaciones socavan la autoestima. De niñas, a menudo se ven avergonzadas y humilladas cuando expresan su dolor porque se sienten heridas. No ser escuchado por la pareja elegida es una experiencia emocionalmente devastadora. Por lo general, quienes no saben reaccionar con compasión ante el dolor expresado por su pareja, aunque no lo comprendan plenamente, son incapaces de escuchar, porque la expresión de ese dolor les hace sentirse inermes e impotentes, y muchos hombres no pueden soportar sentirse impotentes y vulnerables. A veces prefieren reaccionar con violencia y silenciar al otro, para no tener que reconocer su propia vulnerabilidad emocional. Si son capaces de reconocer esa dinámica, los dos miembros de la pareja pueden tratar de resolver la cuestión, dando cabida a los problemas de ambos y enfrentándose a ellos en el momento oportuno en conversaciones breves (es inútil tratar de dar voz al sufrimiento de uno si el otro está nervioso, irritable o preocupado). Establecer momentos en los que escucharse con compasión contribuye a mejorar la comunicación y la relación. Si hemos decidido asumir el compromiso del amor hasta el final, escuchar es indispensable incluso cuando duele.

En El camino menos transitado, M. Scott Peck subraya la importancia del compromiso. La disciplina y la dedicación son indispensables, especialmente cuando una relación está en los inicios. Como apunta Peck:

Profundo o no, el compromiso es la base, el fundamento de cualquier relación amorosa auténtica. Un compromiso profundo no garantiza el éxito de la relación, pero contribuye más que cualquier otro factor. […] Quien se interesa sinceramente por el crecimiento espiritual del otro sabe, por razonamiento o por instinto, que solo puede contribuir de manera significativa a través de un compromiso constante.

La cultura en la que estamos inmersos, que nos anima a buscar alivio casi inmediato a cualquier sufrimiento o malestar, ha propiciado que la nuestra sea una nación de individuos que experimentan hasta el más ínfimo sufrimiento emocional como si fuera devastador. Cuando en las relaciones se produce una situación de sufrimiento, nuestra reacción inmediata suele ser romper el vínculo, en lugar de resistir y esforzarnos aún más por mantener el compromiso.

Una vez que nos hemos embarcado en el viaje del amor, si surgen conflictos o contradicciones internas entre nosotros y otras personas, podemos llegar a desmoralizarnos, especialmente si las diferencias no son fáciles de superar. En lo que respecta a las relaciones sentimentales, muchos temen quedar atrapados en un vínculo que no funciona, por lo que en cuanto aparece el primer conflicto o bien huyen o bien sucumben a la tentación de crear conflictos innecesarios para evitar el compromiso. Los que se comportan así huyen del amor antes de poder disfrutar de su belleza. El sufrimiento puede ser el umbral que hay que cruzar si se quiere conocer el éxtasis del amor. Quien huye antes de sufrir nunca conocerá la plenitud del placer del amor.

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