Hoy vamos en busca de Tu mundo santo. Pues nosotros, Tus amorosos Hijos, perdimos el rumbo por un momento. Mas al haber escuchado Tu Voz hemos aprendido exactamente lo que tenemos que hacer para que se nos restituya el Cielo y nuestra verdadera identidad.
Mi santidad está mucho más allá de mi capacidad de comprender o saber lo que es. No obstante, Dios, mi Padre, Quien la creó, reconoce que mi santidad es la Suya. Nuestra Voluntad conjunta comprende lo que es. Y nuestra Voluntad conjunta sabe que así es.
Mi gratitud hace posible que mi amor sea aceptado sin miedo. Y de esta manera, se me restituye por fin mi realidad. El perdón elimina todo cuanto se interponía en mi santa visión. Y me aproximo al final de todas las jornadas absurdas, las carreras locas y los valores artificiales.
El perdón es el único regalo que doy, ya que es el único regalo que deseo. Y todo lo que doy, es a mí mismo a quien se lo doy. Ésta es la sencilla fórmula de la salvación. Y yo, que quiero salvarme, la adoptaré para regir mi vida por ella en un mundo que tiene necesidad de salvación y que se salvará al yo aceptar la Expiación para mí mismo.
Quiero ser el salvador del mundo que fabriqué. Pues ya que lo condené, quiero liberarlo, de manera que pueda escapar y oír la Palabra que Tu santa Voz ha de comunicarme hoy.
Padre mío, Cristo me ha pedido un regalo, que doy para que me sea dado. Ayúdame a usar los ojos de Cristo hoy, y así permitir que el Amor del Espíritu Santo bendiga todo cuanto contemple, de modo que la compasión de Su Amor pueda descender sobre mí.
Mi cuerpo, Padre, no puede ser Tu Hijo. Y lo que no ha sido creado no puede ser ni pecaminoso ni inocente; ni bueno ni malo. Que me valga, pues, de este sueño para poder ser de ayuda en Tu plan de que despertemos de todos los sueños que urdimos.
Padre, que Tu santo mundo no me pase desapercibido hoy ni que mis oídos sean sordos a todos los himnos de gratitud que el mundo entona bajo los sonidos del miedo. Hay un mundo real que el presente mantiene a salvo de todos los errores del pasado. Y éste es el único mundo que quiero tener ante mis ojos hoy.
Te damos gracias, Padre, por Tu garantía de que al final todo tendrá un desenlace feliz. Ayúdanos a no interferir y demorar así el feliz desenlace que nos has prometido para cada problema que podamos percibir y para cada prueba por la que todavía creemos que tenemos que pasar.
Padre, mi mente se aquieta hoy para recibir los Pensamientos que Tú me ofreces. Y acepto lo que viene de Ti en lugar de lo que procede de mí. No conozco el camino que conduce a Ti, pero Tú lo conoces perfectamente. Guía a Tu Hijo por el tranquilo sendero que lo lleva hasta Ti. Haz que mi perdón sea total y completo y que Tu recuerdo retorne a mí.
Con esta resolución vengo a Ti, pidiéndote que me prestes Tu Fortaleza hoy, mientras procuro únicamente hacer Tu Voluntad. No puedes dejar de oírme, Padre, pues lo que pido ya me lo has dado. Y estoy seguro de que hoy veré mi felicidad.
Padre, que no contemple un pasado que no existe. Pues Tú me has ofrecido Tu Propio substituto: un mundo presente que el pasado ha dejado intacto y libre de pecado. He aquí el final de la culpa. Y aquí me preparo para Tu paso final. ¿Cómo iba a exigirte que siguieses esperando hasta que Tu Hijo encontrase la belleza que Tú dispusiste fuese el final de todos sus sueños y de todo su dolor?