Libro de Ejercicios – Lección 44
Hoy continuamos con la idea de ayer, agregándole otra dimensión. No puedes ver en la obscuridad y no puedes fabricar luz.
Hoy continuamos con la idea de ayer, agregándole otra dimensión. No puedes ver en la obscuridad y no puedes fabricar luz.
Nadie aprende a menos que quiera aprender y crea que de alguna manera lo necesita. Si bien en la Creación de Dios no hay carencia, en lo que tú has fabricado es muy evidente.
La percepción no es un atributo de Dios. El ámbito de Dios es el del Conocimiento. Sin embargo, Él ha creado al Espíritu Santo para que sirva de Mediador entre la percepción y el Conocimiento.
El milagro es en gran medida como el cuerpo, en el sentido de que ambos son recursos de aprendizaje para facilitar un estado en el que finalmente se hacen innecesarios.
La idea de hoy combina dos pensamientos muy poderosos, ambos de gran importancia. Plantea también una relación de causa y efecto que explica por qué tus esfuerzos por alcanzar la meta del curso no pueden ser en vano.
Escapar de la obscuridad comprende dos etapas: Primera, el reconocimiento de que la obscuridad no puede ocultar nada. Este paso generalmente da miedo. Segunda, el reconocimiento de que no hay nada que desees ocultar aunque pudieras hacerlo. Este paso te libera del miedo.
Con el tiempo, la idea de hoy desvanecerá por completo la sensación de soledad y abandono que experimentan todos los que se consideran separados.
A medida que compartas conmigo mi renuencia a aceptar error alguno en ti o en los demás, debes unirte a la gran cruzada para corregirlos.
Comenzamos hoy a afirmar algunas de las bienaventuranzas a las que tienes derecho por ser Quien eres. Hoy no se requieren largas sesiones de práctica, sino muchas cortas y frecuentes.
La revelación produce una suspensión completa, aunque temporal, de la duda y el miedo. Refleja la forma original de comunicación entre Dios y Sus Creaciones, la cual entraña la sensación extremadamente personal de creación que a veces se busca en las relaciones físicas.
Estamos interesados únicamente en lo que es muy obvio, lo cual has pasado por alto en las nubes de complejidad en las que crees que piensas.
No hay grados de dificultad en los milagros. No hay ninguno que sea más “difícil” o más “grande” que otro. Todos son iguales. Todas las expresiones de amor son máximas.