Texto – 4.VI. Las recompensas de Dios
Dios acudirá a ti sólo en la medida en que se Lo ofrezcas a tus hermanos. Aprende primero de ellos y estarás listo para oír a Dios. Eso se debe a que la función del amor es una.
Dios acudirá a ti sólo en la medida en que se Lo ofrezcas a tus hermanos. Aprende primero de ellos y estarás listo para oír a Dios. Eso se debe a que la función del amor es una.
Si el Amor te creó a semejanza de Su Propio Ser, ese Ser tiene que estar en ti. Y tiene que estar en alguna parte de tu mente donde lo puedas encontrar.
Todas las cosas obran conjuntamente para el bien. En esto no hay excepciones, salvo a juicio del ego. El ego se mantiene extremadamente alerta con respecto a lo que permite llegar hasta la conciencia, y ésa no es la manera en que una mente equilibrada se mantiene ecuánime.
No vamos a tratar inútilmente de definir lo que es la felicidad ni de determinar los medios para alcanzarla. No vamos a gratificar al ego escuchando sus ataques contra la verdad. Sencillamente nos alegraremos de que podemos descubrir lo que ésta es.
El espejo en el que el ego trata de ver su rostro es ciertamente tenebroso. ¿De qué otra manera, sino con espejos, podría seguir manteniendo la falsedad de su existencia? Con todo, dónde buscas para encontrarte a ti mismo depende de ti.
La salvación no podrá ser tu único propósito mientras sigas abrigando otros. Aceptar la salvación como tu única función entraña necesariamente dos fases: el reconocimiento de que la salvación es tu función y la renuncia a todas las demás metas que tú mismo te has inventado.
Mi papel consiste en separar lo falso de lo verdadero para que la verdad pueda traspasar las barreras que el ego ha erigido y así brillar en tu mente. El ego no puede imperar en contra de nuestra fuerza conjunta.
El propósito del mundo que ves es nublar tu función de perdonar y proveerte de una justificación por haberte olvidado de ella.
La creencia de que hay otra forma de percibir es la idea más sublime de que es capaz el pensamiento del ego. Esto se debe a que dicha idea reconoce, aunque sea mínimamente, que el ego no es el Ser.
¡Cuán santo eres que tienes el poder de brindar paz a todas las mentes! ¡Cuán bendito eres que puedes aprender a reconocer los medios por los que esto se puede lograr a través de ti!
Muchos montan guardia en torno a sus ideas porque quieren conservar sus sistemas de pensamiento intactos, y aprender significa cambiar.
Las ilusiones que tienes acerca de ti y acerca del mundo son una y la misma. Por eso es por lo que todo perdón es un regalo que te haces a ti mismo. Para ello, el ataque tiene que ser reemplazado por el perdón, de manera que los pensamientos de vida puedan reemplazar a los pensamientos de muerte.