Libro de Ejercicios – Repaso 2- Lección 97
La idea de hoy te identifica a ti con tu único Ser. No acepta una identidad dividida ni trata de formar una unidad entrelazando factores opuestos. Simplemente declara la verdad.
La idea de hoy te identifica a ti con tu único Ser. No acepta una identidad dividida ni trata de formar una unidad entrelazando factores opuestos. Simplemente declara la verdad.
Un Hijo de Dios es feliz únicamente cuando sabe que está con Dios. Ése es el único medio ambiente en el que no sufre tensión porque ahí es donde le corresponde estar. Es también el único medio ambiente que es digno de él porque su valía está más allá de cualquier cosa que él pueda inventar.
Aunque eres un solo Ser, te experimentas a ti mismo como si fueras dos: uno bueno y otro malo, uno lleno de amor y otro lleno de odio, uno que es mente y otro que es cuerpo. Esta sensación de estar dividido en dos seres opuestos da lugar a un constante y agudo conflicto…
El Espíritu Santo, al igual que tú, es digno de toda confianza. Dios Mismo confía en ti, por lo tanto, el hecho de que eres digno de toda confianza es incuestionable. Y será siempre incuestionable, no importa cuánto dudes de ello.
La idea de hoy te describe exactamente tal como Dios te creó. Eres uno solo en ti mismo y uno solo con Él. Tuya es la unidad de toda la Creación.
El Espíritu Santo mora en la parte de la mente que yace entre el ego y el Espíritu, mediando entre ellos siempre en favor del Espíritu. Para el ego eso es ser parcial y, así, reacciona como si algo estuviera contra él. Para el Espíritu eso es la verdad porque el Espíritu conoce Su propia llenura y no puede concebir que haya alguna parte de la que esté excluido.
La verdadera luz es fortaleza, y la fortaleza es impecabilidad. Si sigues siendo tal como Dios te creó, tienes necesariamente que ser fuerte y la luz tiene que encontrarse en ti. Aquel que se aseguró de que fueras impecable debe ser también la garantía de tu fortaleza y tu luz. Eres tal como Dios te creó.
Para el Espíritu Santo es la ley fundamental del compartir, mediante la cual das lo que consideras valioso a fin de conservarlo en tu mente. Para el Espíritu Santo es la ley de la extensión. Para el ego, la de la privación. Por lo tanto, produce abundancia o escasez dependiendo de cómo eliges aplicarla.
Crees ser la morada del mal, de las tinieblas y del pecado. Piensas que si alguien pudiera ver la verdad acerca de ti sentiría tal repulsión que se alejaría de ti como si de una serpiente venenosa se tratase. Estas creencias están tan firmemente arraigadas en ti que resulta difícil hacerte entender que no tienen fundamento alguno.
No puedes estar totalmente comprometido sólo en algunas ocasiones. La negación de por sí no tiene ningún poder, pero tú puedes conferirle el poder de tu mente, el cual es ilimitado. Si lo utilizas para negar la realidad, ésta desaparece de tu conciencia. Es imposible apreciar la realidad parcialmente.
En la obscuridad percibes un ser que no existe. La fortaleza es lo que es verdad con respecto a ti, más la debilidad es un ídolo al que se honra y se venera falsamente a fin de disipar la fortaleza y permitir que la obscuridad reine allí donde Dios dispuso que hubiera luz.
El miedo y el amor fabrican o crean, dependiendo de si es el ego o el Espíritu Santo el que los engendra o inspira, pero en cualquier caso retornan a la mente del pensador y afectan su percepción. Eso incluye el concepto que tiene de Dios, de Sus Creaciones y de sí mismo.