Texto – 31.VIII. Elige de nuevo
Sólo con que te negaras a dejar que la debilidad guiara tus actos, dejarías de otorgarle poder. Y la luz de Cristo en ti estaría entonces a cargo de todo cuanto hicieses. Pues habrías llevado tu debilidad ante Él y, a cambio de ella, Él te habría dado Su fortaleza.