Libro de Ejercicios – Tema 5 – Lección 264
Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. Ésta es la plegaria de la salvación. ¿No deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?
Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. Ésta es la plegaria de la salvación. ¿No deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?
Y mientras todavía nos encontremos ante las puertas del Cielo, contemplemos todo cuanto veamos a través de una visión santa y de los ojos de Cristo. Que todas las apariencias nos parezcan puras para que con inocencia podamos pasarlas de largo y dirigirnos juntos a la casa de nuestro Padre como hermanos y como los santos Hijos de Dios que somos.
Nosotros que somos uno, queremos reconocer en este día la verdad acerca de nosotros. Queremos regresar a casa y descansar en la unidad. Pues allí reside la paz, la cual no se puede buscar ni hallar en ninguna otra parte.
Que no vaya en pos de ídolos, Padre mío, pues lo que quiero es volver a casa y estar Contigo. Elijo ser tal como Tú me creaste y encontrar al Hijo que creaste como mi Ser.
Ahora recordamos nuestra Fuente y en Ella encontramos por fin nuestra verdadera identidad. Somos en verdad santos porque nuestra Fuente no conoce el pecado. Y nosotros que somos Sus Hijos, somos semejantes los unos a los otros y semejantes a Él.
Padre, hoy no quiero ser presa de la locura. No tendré miedo del amor ni buscaré refugio en su opuesto. Pues el amor no puede tener opuestos. Tú eres la Fuente de todo lo que existe. Y todo lo que existe sigue estando Contigo, así como Tú con ello.
No tenemos otro objetivo que seguir el camino que conduce a Ti. Ése es nuestro único objetivo. ¿Qué podríamos desear sino recordarte? ¿Qué otra cosa podemos buscar sino nuestra Identidad?
Padre, el perdón es el medio que Tú elegiste para nuestra salvación. Que no olvidemos hoy que no tenemos otra voluntad que la Tuya. Por lo tanto, nuestro propósito tiene asimismo que ser el Tuyo si es que hemos de alcanzar la paz que dispusiste para nosotros.
Y así es, Padre nuestro, como queremos llegar a Ti por el camino que nos has señalado. No tenemos otro objetivo que oír Tu Voz y hallar el camino que Tu sagrada Palabra nos ha indicado.
Así es como deseo pasar este día Contigo, Padre mío. Tu Hijo no Te ha olvidado. La paz que le otorgaste sigue estando en su mente, y es ahí donde elijo pasar este día.
Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. No tengo otra oración que ésta: que me des la verdad. Y la verdad no es sino Tu Voluntad, que hoy quiero compartir Contigo.
Soy el Ser que Tú creaste como Tu Hijo, el cual crea como Tú y es Uno Contigo. Mi Ser, que es señor y amo del universo, no es sino la perfecta unión de Tu Voluntad con la mía, la cual no puede sino asentir gustosamente a la Tuya, de modo que pueda extenderse hasta Sí Misma.