Libro de Ejercicios – Tema 13 – Lección 348
La Gracia de Dios nos basta para hacer todo lo que Él quiere que hagamos. Y eso es lo único que elegimos como nuestra voluntad, que es también la Suya.
La Gracia de Dios nos basta para hacer todo lo que Él quiere que hagamos. Y eso es lo único que elegimos como nuestra voluntad, que es también la Suya.
Escucha hoy. Permanece muy quedo y oye la dulce Voz que habla por Dios asegurarte que Él te ha juzgado como el Hijo que Él ama.
Y al llegar la noche, recordaremos únicamente la Paz de Dios. Pues hoy veremos qué clase de paz es la nuestra cuando nos olvidamos de todo, excepto del Amor de Dios.
En el milagro reside el don de la gracia, pues se da y se recibe cual uno solo. Y así, nos da un ejemplo de lo que es la ley de la verdad, que el mundo no acata porque es totalmente incapaz de entenderla.
¡Qué cerca nos encontramos unos de otros según nos dirigimos a Dios! ¡Qué cerca se encuentra de nosotros! ¡Qué cerca el final del sueño de pecado y la redención del Hijo de Dios!
La Misericordia y la Paz de Dios son gratuitas. La salvación no cuesta nada. Es un regalo que se debe dar y recibir libremente. Y esto es lo que queremos aprender hoy.
Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo. Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino hacia Dios.
No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la Palabra de Dios para nosotros. Y en su benévolo reflejo nos salvamos.
¡Regocíjate hoy! ¡Regocíjate! Hoy no hay cabida para nada que no sea alegría y agradecimiento. Nuestro Padre ha redimido a Su Hijo en este día. Ni uno solo de nosotros dejará de salvarse hoy. No habrá nadie que no esté a salvo del miedo ni nadie a quien el Padre no acoja en Su Regazo, despierto ahora en el Cielo, en el Corazón del Amor.
Padre, éste es Tu día. Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. a Y así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que compartes conmigo.
Padre mío, sólo Tu plan es infalible. Todos los demás fracasarán. Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación.
Tú que me creaste en la impecabilidad no puedes estar equivocado con respecto a lo que soy. Era yo quien estaba equivocado al pensar que había pecado, pero ahora acepto la Expiación para mí mismo. Padre, mi sueño termina ahora. Amén.