Libro de Ejercicios – Lección 48
En realidad, no hay nada que temer. Esto es algo muy fácil de reconocer. Pero a los que quieren que las ilusiones sean verdad les es muy difícil reconocerlo.
En realidad, no hay nada que temer. Esto es algo muy fácil de reconocer. Pero a los que quieren que las ilusiones sean verdad les es muy difícil reconocerlo.
¿Quién puede depositar su fe en la debilidad y sentirse seguro? Por otra parte, ¿quién puede depositar su fe en la fortaleza y sentirse débil?
Aquellos que perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras que los que se niegan a hacerlo se atan a ellas. De la misma manera en que sólo te condenas a ti mismo, de igual modo, sólo te perdonas a ti mismo.
La idea de hoy es la llave que te dará acceso a tus pensamientos reales, los cuales no tienen nada que ver con lo que crees que piensas, de la misma manera en que nada de lo que piensas que ves guarda relación alguna con la visión.
Hoy continuamos con la idea de ayer, agregándole otra dimensión. No puedes ver en la obscuridad y no puedes fabricar luz.
La percepción no es un atributo de Dios. El ámbito de Dios es el del Conocimiento. Sin embargo, Él ha creado al Espíritu Santo para que sirva de Mediador entre la percepción y el Conocimiento.
La idea de hoy combina dos pensamientos muy poderosos, ambos de gran importancia. Plantea también una relación de causa y efecto que explica por qué tus esfuerzos por alcanzar la meta del curso no pueden ser en vano.
Con el tiempo, la idea de hoy desvanecerá por completo la sensación de soledad y abandono que experimentan todos los que se consideran separados.
Comenzamos hoy a afirmar algunas de las bienaventuranzas a las que tienes derecho por ser Quien eres. Hoy no se requieren largas sesiones de práctica, sino muchas cortas y frecuentes.
Estamos interesados únicamente en lo que es muy obvio, lo cual has pasado por alto en las nubes de complejidad en las que crees que piensas.
El poder de tu santidad es ilimitado porque te establece como Hijo de Dios, en unión con la Mente de su Creador.
Esta idea contiene los primeros destellos de tu verdadera función en el mundo o, en otras palabras, la razón por la que estás aquí. Tu propósito es ver el mundo a través de tu santidad.