Libro de Ejercicios – Repaso 4 – Introducción – Lección 141
Hay un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas palabras: Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
Hay un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas palabras: Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
¡Que la paz sea contigo que has sido curado en Dios y no en sueños vanos! Pues la curación tiene que proceder de la santidad, y la santidad no puede encontrarse allí donde se concede valor al pecado.
Con esto se acaban todas las decisiones. Pues con esta lección llegamos a la decisión de aceptarnos a nosotros mismos tal como Dios nos creó.
En este mundo el Cielo es una alternativa porque aquí creemos que hay opciones entre las que podemos elegir. Pensamos que todas las cosas tienen un opuesto y que elegimos lo que queremos. Si el Cielo existe tiene que haber también un infierno, pues es mediante contradicciones como construimos lo que percibimos y lo que creemos que es real.
El mundo acata las leyes que la enfermedad apoya, pero la curación opera aparte de ellas. Es imposible que alguien pueda curarse solo. En la enfermedad, él no puede sino estar aparte y separado. Mas la curación es el resultado de su decisión de volver a ser uno y de aceptar su Ser con todas Sus partes intactas e incólumes.
Las defensas no son involuntarias ni tampoco se forjan inconscientemente. Son como varitas mágicas secretas que agitas cuando la verdad parece amenazar lo que prefieres creer. Parecen ser algo inconsciente debido únicamente a la rapidez con que decides emplearlas.
Actúas basándote en la creencia de que tienes que protegerte de lo que está ocurriendo porque encierra una amenaza para ti. Sentirte amenazado es admitir que existe en ti una debilidad inherente; es asimismo la creencia de que hay un peligro que tiene el poder de incitarte a buscar una defensa apropiada. El mundo está basado en esta creencia demente.
La mayor dificultad a la que te enfrentas para poder perdonar realmente, es que todavía crees que tienes que perdonar lo que es verdad, no lo que es ilusorio.
No pides demasiado de la vida, al contrario, pides demasiado poco. Cuando dejas que tu mente se ocupe de asuntos corporales, de las cosas que tienes que comprar y de lo que es eminente de acuerdo con los valores del mundo, estás invitando al pesar, no a la felicidad. Este curso no pretende despojarte de lo poco que posees.
¿Qué es lo que mantiene al mundo prisionero sino tus propias creencias? ¿Y qué puede salvar al mundo excepto tu Ser? Las creencias son ciertamente poderosas. Tus pensamientos tienen poder, y los efectos que las ilusiones producen son tan potentes como los efectos que produce la verdad.
Ir en pos de lo imaginario conduce a la muerte porque es la búsqueda de lo que no es nada, y mientras buscas la vida estás clamando por la muerte. Quieres estar a salvo y tener seguridad, mientras que en tu corazón clamas por peligro así como por protección para el mísero sueño que urdiste.
La percepción es congruente. Lo que ves refleja lo que piensas. Y lo que piensas no refleja otra cosa que tu decisión de ver lo que quieres ver. Tus valores son los que lo determinan, pues no puedes sino querer ver lo que valoras, al creer que lo que ves está realmente ahí. Nadie puede ver un mundo al que su mente no le haya conferido valor. Y nadie puede dejar de ver lo que cree desear.