Texto – 4.III. Amor sin conflicto
Mi papel consiste en separar lo falso de lo verdadero para que la verdad pueda traspasar las barreras que el ego ha erigido y así brillar en tu mente. El ego no puede imperar en contra de nuestra fuerza conjunta.
Mi papel consiste en separar lo falso de lo verdadero para que la verdad pueda traspasar las barreras que el ego ha erigido y así brillar en tu mente. El ego no puede imperar en contra de nuestra fuerza conjunta.
El propósito del mundo que ves es nublar tu función de perdonar y proveerte de una justificación por haberte olvidado de ella.
La creencia de que hay otra forma de percibir es la idea más sublime de que es capaz el pensamiento del ego. Esto se debe a que dicha idea reconoce, aunque sea mínimamente, que el ego no es el Ser.
¡Cuán santo eres que tienes el poder de brindar paz a todas las mentes! ¡Cuán bendito eres que puedes aprender a reconocer los medios por los que esto se puede lograr a través de ti!
Muchos montan guardia en torno a sus ideas porque quieren conservar sus sistemas de pensamiento intactos, y aprender significa cambiar.
Las ilusiones que tienes acerca de ti y acerca del mundo son una y la misma. Por eso es por lo que todo perdón es un regalo que te haces a ti mismo. Para ello, el ataque tiene que ser reemplazado por el perdón, de manera que los pensamientos de vida puedan reemplazar a los pensamientos de muerte.
Tu dedicación a un hermano no puede tampoco retrasarte a ti. Sólo puede conducir a un progreso mutuo. El resultado de una dedicación genuina es la inspiración, palabra que es lo opuesto a la fatiga si se entiende correctamente.
¿Quién es la luz del mundo sino el Hijo de Dios? Por lo tanto, esto no es más que una afirmación de la verdad acerca de ti. Es lo opuesto a una afirmación de orgullo, de arrogancia o de autoengaño.
No puedes resolver el problema de la autoridad menospreciando el poder de tu mente. Hacer esto es engañarte a ti mismo, y ello te hará daño porque realmente comprendes el poder de la mente.
Dios es el Amor en el que perdono. Dios no perdona porque jamás ha condenado. Los que están libres de culpa no pueden culpar, y aquellos que han aceptado su inocencia no ven nada que tengan que perdonar.
La decisión de juzgar en vez de conocer es lo que nos hace perder la paz. Juzgar es el proceso en el que se basa la percepción, pero no el Conocimiento.
No he de abrigar ninguna ilusión con respecto a mí mismo. Soy perfecto porque Dios va conmigo dondequiera que yo voy.